martes, 21 de febrero de 2017

Derecho a emigrar, pero también “derecho a permanecer” en el propio país

Roma, ITALIA (Agencia Fides, 21/02/2017) - “La migración es un fenómeno que forma parte de la historia humana. Las estimaciones de las Naciones Unidas indican 244 millones de migrantes internacionales, y 65,3 millones de personas en situación de migración forzada. Más allá de los números, de lo que estamos hablando es de vidas, proyectos y sueños de personas que a menudo encuentran en la migración la única alternativa para la supervivencia o para la búsqueda de una esperanza para el futuro”. Lo ha declarado la hermana Neusa de Fátima Mariano, superiora general de las Misioneras de San Carlos Borromeo/Scalabrinas, en su discurso ante la Cámara de Diputados, en Roma, como parte del workshop que ha precedido al Foro Internacional sobre Migración y Paz, que se celebra hoy y mañana, organizado por el Departamento de Desarrollo humano Integral de la Santa Sede, junto con el Scalabrini International Migration Network (SIMN) y la Fundación Konrad Adenauer.

“La participación de los niños en los flujos de migración, según ACNUR, se ha incrementado en los últimos años a un ritmo acelerado y representa más de la mitad de los refugiados del mundo – recuerda la religiosa en el texto enviado a la Agencia Fides -. En línea con el mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2017, recordamos que los niños y adolescentes en movimiento, en los flujos de población, son los primeros en sufrir, con situaciones degradantes como la trata de seres humanos, la explotación, el abuso y la privación de derechos, tales como tener un medio ambiente saludable y seguro en familia, el de la educación adecuada, del de poder jugar, vivir y crecer en un contexto de paz. Las mujeres migrantes también necesitan nuestra atención, porque a menudo se vuelven más vulnerables en los flujos de migración y de refugio. Muchas veces se encuentran en riesgo de sufrir explotación sexual o en el trabajo”.

La hermana Neusa ha subrayado que “hay que superar la idea de que la migración es un problema que hay que resolver o una contingencia que hay que controlar. La migración en sí misma es un fenómeno histórico y social que se produce de una manera positiva cuando es voluntaria. En otras palabras, tenemos que llamar la atención sobre la importancia que tienen las personas, junto con el derecho a emigrar también el derecho a no emigrar. Es decir, cada país debe garantizar a sus ciudadanos unas condiciones de vida de tal modo que no tengan que viajar, si no lo desean. En este contexto, el derecho a emigrar sería correlativo al derecho a permanecer”.

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