Manila, FILIPINAS (Agencia Fides, 02/10/2017) – “No podemos construir una nación sobre los
cadáveres del pueblo filipino. No se puede luchar contra el mal con
pistolas y balas”: lo afirman los jesuitas de Filipinas en un
llamamiento lanzado en todas las diócesis, iglesias, escuelas e
instituciones donde están presentes. En el texto enviado a la Agencia
Fides, los miembros de la Compañía de Jesús se unen a las muchas voces
de la comunidad filipina católica que deploran la campaña de ejecuciones
extrajudiciales que atraviesa el país, llevada a cabo como una forma de
“guerra contra las drogas” lanzada por el presidente Rodrigo Duterte.
La declaración, firmada por el Provincial Antonio Moreno, titulada
“Unirse en el poder del Espíritu”, comparte la llamada lanzada por el
cardenal Luis Antonio Tagle “a la conciencia de cuantos producen y
venden drogas ilegales” y “a la conciencia de aquellos que matan también
a los inocentes”: los jesuitas piden detener las actividades criminales
y la eliminación indiscriminada de vidas humanas.
“Estamos de acuerdo en que la amenaza de las drogas ilegales es real y
destructiva. El imperativo a superar este mal – se lee en el texto de
los jesuitas - no pertenece sólo al presidente, a la policía o al
gobierno. Pertenece a todos nosotros. El mal que ataca al hombre con el
poder del diablo, debería unirnos, no dividirnos. Debemos unirnos,
coordinarnos y permitir que el bien se alíe con el bien; debemos luchar
juntos contra este enemigo”.
Los religiosos también señalan que ·la amenaza de las drogas no es sólo
un problema político o penal. Es el mal que ataca a la humanidad,
transforma a los seres humanos en zombies, a la policía en asesinos, a
los criminales en señores y a los pobres en las víctimas” , citando
entre los muchos asesinatos de inocentes el del joven católico Kian de
los Santos. “No podemos luchar contra el mal con armas y balas. Este mal
debe ser combatido con la visión, la cooperación, la astucia, el uso
iluminado el poder político y económico, el sacrificio, la oración y la
gracia de Dios”, afirman.
Con este espíritu, los jesuitas de Filipinas acogen y lanzan la
invitación a iniciar un “diálogo multisectorial” que incluya a las
fuerzas buenas de la administración del Estado, de las fuerzas de
seguridad, de la sociedad civil, de las iglesias “para comprender la
situación en profundidad” e entender que “el enemigo de esta guerra no
son los derechos humanos, sino la falta de compromiso con los derechos
humanos”. “No podemos luchar por los seres humanos negando sus
derechos”, explican.
Para contrarrestar los carteles internacionales de la droga y sus
traficantes “no se debe matar a los pobres que son las víctimas”. Para
construir una sociedad sana y libre de drogas, es urgente “una
colaboración paciente y multisectorial entre personas buenas que
trabajen con personas buenas. No podemos construir la nación filipina
sobre los cadáveres del pueblo filipino”, afirma solemnemente la
declaración enviada a la Agencia Fides.
El camino a seguir es “vencer el mal con el bien”: “Si queremos ser
solidarios con todas las víctimas de la injusticia - nota la Compañía de
Jesús - debemos ir más allá de las expresiones de indignación y actuar
de manera constructiva. Necesitamos enseñar a los jóvenes, a nuestras
familias, en nuestras escuelas y comunidades cuanto mal generan las
drogas; debemos involucrarlos para que superen los malos hábitos y
participen en el bien”.
Los religiosos esperan una mayor participación en la rehabilitación para
ayudar a los drogadictos a salir de las drogas y una formación mayor
sobre los derechos de los ciudadanos. “Necesitamos trabajar juntos,
Iglesia, gobierno y sociedad civil, para superar realmente el mal de las
drogas en Filipinas”, concluye el texto.
Según los datos recientes de las Ong, la “guerra contra las drogas”
lanzada por el presidente Rodrigo Duterte hace un año ha causado al
menos 14 mil asesinatos de los cuales 3.800 admitidos por la policía,
con miles de ejecuciones extrajudiciales que siguen impunes.