El Cairo, EGIPTO (Agencia Fides, 16/10/2017) – El joven egipcio Ahmed Said al-Sonbati, que
el jueves 13 de octubre asesinó y apuñaló al sacerdote Samaan Shahata en
una calle periférica de El Cairo, no es una persona que padece una
enfermedad mental, sino un delincuente que la policía ya conocía por sus
precedentes actos de violencia. Anba Stephanos, obispo copto ortodoxo
de Beba, al Fashn y Samasta, recuerda las revelaciones de los medios
egipcios que interpretaron el asesinato del sacerdote como un acto
violento cometido por una persona mentalmente inestable. Esos artículos
en realidad fueron acreditados por las mismas fuentes oficiales del
Ministerio del Interior, que han atribuido condenas penales previas,
como intentar quemar su propia casa o violencia física cometida contra
su propio padre, para dar fe de su estado de “trastorno mental”.
El sacerdote copto Samaan Shetata, casado y padre de tres hijos,
perteneciente a una diócesis del Alto Egipto, se encontraba en El Cairo
para recaudar fondos en beneficio de los pobres de su región cuando
Ahmed Said lo atacó y lo asesinó en la calle al-Sonbati.
Después del asesinato, el obispo copto ortodoxo Rafhael, secretario del
Santo Sínodo de la Iglesia copta ortodoxa, emitió una declaración en la
que, entre otras cosas, lamentaba el hecho de que muchos criminales y
terroristas que son artífices de violencia contra los cristianos no han
sido castigados de ningún, y otros han sido liberados poco después del
arresto. Esta anomalía, - ha subrayado Anba Raphael-, contribuye a
difundir la impresión de que los crímenes contra los ciudadanos
cristianos permanecen impunes.