Baghdad, IRAQ (Agencia Fides, 19/10/2017) - Las “circunstancias sin precedentes” que está
atravesando en estos momentos Iraq son “el resultado de todo lo que ha
estado sucediendo en Iraq de norte a sur durante muchos años hasta la
fecha”. Por eso, esta nueva fase crítica solo puede superarse a través
de una cooperación nacional que vaya “más allá de esta crisis” y mira a
cancelar las causas profundas de la inestabilidad y la fragilidad que
asolan al país desde la caída del régimen de Saddam Hussein. Este ha
sido el serio recordatorio realizado en las últimas horas por el
patriarca caldeo Louis Raffael Sako, y dirigido a todas las autoridades
políticas iraquíes, tanto nacionales como regionales, para eviten nuevos
sufrimientos a la población.
En un llamamiento lanzado por los canales oficiales del Patriarcado, el
Primado de la Iglesia Caldea -que el miércoles 18 de octubre fue
recibido con sus obispos auxiliares por el presidente iraquí Fuad Masum -, subraya la urgencia de una “verdadera reconciliación
nacional” que conduzca de nuevo todo el proceso político dentro de los
parámetros de confrontación institucional adecuados. Aunque no menciona
la palabra “Kurdistán”, el Patriarca hace referencias explícitas y
críticas a la forma en que se ha realizado el referéndum autónomo
independentista de la región autónoma del Kurdistán iraquí y a las
reacciones que ha provocado en el gobierno central: la reconciliación
nacional, “y no solo un referéndum”, se lee en el llamamiento patriarcal
recibido en la Agencia Fides, “puede llevar de forma concreta y
adecuada a salir de la crisis”. Según el patriarca Louis Raffael, “las
soluciones correctas no se pueden lograr sin negociación y sin
cambiar la mentalidad. Solo este camino puede llevar a los diversos
líderes a ofrecerse valientemente concesiones recíprocas y a cooperar
como un frente unido contra el peligro de crear nuevos conflictos; es
decir, para proteger al pueblo antes que los pozos de petróleo”, agrega
el patriarca, refiriéndose implícitamente a las operaciones militares
llevadas a cabo por el gobierno de Bagdad para apoderarse de la región
petrolera de Kirkuk y quitarla del control de la milicia kurda Pesmerga,
que responde al gobierno de la Región autónoma del Kurdistán.