Kara, TOGO (Agencia Fides, 20/04/2018) - El África subsahariana es una de las zonas de la
tierra más expuestas a todo tipo de desastres: guerras, epidemias,
hambrunas, etc. El precario sistema de salud de esta parte del
continente a menudo no es capaz de hacer frente a las repetidas
epidemias, las altas tasas de mortalidad materna y el crecimiento de
enfermedades crónicas. En particular, el África subsahariana sigue
siendo esencialmente el área más afectada en el mundo por la malaria.
Según el informe de la OMS del 29 de noviembre de 2017, la zona
representa el 90% de los casos de malaria y de las muertes relacionadas
con esta enfermedad de todo el mundo.
“El 16 de abril, en la apertura de la Conferencia Panafricana sobre la
malaria, en curso en Dakar hasta hoy 20 de abril, se ha puesto de
manifiesto que, especialmente en el África subsahariana, la lucha contra
la malaria es más compleja y difícil que en otras partes del mundo ya
que casi una cuarta parte de las reservas del banco de sangre están
contaminadas con parásitos que causan la enfermedad”, ha dicho a la
Agencia Fides el p. Donald Zagore, de la Sociedad de Misiones Africanas.
“De hecho - continúa el sacerdote-, de un total de 22.508 donantes de
sangre, casi el 23.46℅ es vector de parásitos que provocan la pandemia.
Con tales cifras, la lucha contra la malaria en África subsahariana está
lejos de haber terminado”.
Además, el p. Zagore insiste “debido a los muchos conflictos armados,
las familias en esta zona relativamente pobre de África necesitan mucho
más que ayuda financiera. De hecho, se necesitan de forma urgente que
los instrumentos de seguridad social y bienestar social como el
‘Assurance Maladie Universelle (AMU)’ o la ‘Couverture Sanitaire
Universelle (CSU)’ se conviertan en una realidad eficiente y segura.
Estas dos herramientas siguen siendo un factor fundamental para el
desarrollo sostenible y están destinadas a aliviar el sufrimiento de los
más vulnerables e indefensos. El objetivo es que todas las personas en
el África subsahariana gocen de buena salud para poder contribuir al
desarrollo y a la autorrealización”.
En este contexto, la Iglesia africana no se ha quedado mirando. “Este es
un desafío muy exigente - explica el padre Donald -, que ve duplicarse
cada vez más su presencia, especialmente en asuntos importantes como la
lucha contra la malaria y programas fundamentales como AMU o CSU. Nunca
debemos olvidar que trabajar para el bienestar físico del hombre es una
parte integral del mandato del Evangelio recibido de nuestro Señor Jesús
como leemos en Mateo (10, 7-8): por el camino, predicad que el reino de
los cielos está cerca. Curad a los enfermos, resucitad a los muertos,
sanad a los leprosos...”