CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 18 de abril de 2018).- Esta mañana, a las 12:15 horas, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede
ha tenido lugar la conferencia de presentación de la Fundación
"Centesimus Annus - Pro Pontifice" (para promover el conocimiento de la
Doctrina social de la Iglesia Católica) con motivo del 25 aniversario de
su fundación y el Conferencia Internacional New Policies and Life-Styles in the Digital Age que tendrá lugar en Roma, en el Palacio de la Cancillería del 24 al 26 de mayo de 2018.
Han intervenido S.E. Mons. Diarmuid Martin, Arzobispo de Dublín,
Domingo Sugranyes Bickel, Presidente del Consejo de la Fundación
"Centesimus Annus - Pro Pontifice, Anna Maria Tarantola, Miembro del
Consejo de Administración de la Fundación "Centesimus Annus - Pro
Pontifice" y Delegada del Consejo para el Comité Científico de la
Fundación.
Siguen las intervenciones de S.E. Mons. Diarmuid Martin y de Domingo Sugranyes Bickel:
Intervención de S.E. Mons. Diarmuid Martin
Uno de mis mentores, el Cardenal Roger Etchegaray, que fue Presidente
del entonces Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, durante mi
época como Subsecretario y más tarde Secretario de ese Consejo, solía
decir que con la publicación de una encíclica social del Papa el trabajo
de preparación de la próxima encíclica social comenzaba a la mañana
siguiente.
La enseñanza social de la Iglesia es, por su naturaleza, siempre un
trabajo en progreso. Esto no quiere decir que no haya algunos principios
fundamentales de la enseñanza social que sean permanentes en su
naturaleza. Sin embargo, su aplicación puede variar frente a las
diferentes condiciones sociales y políticas de los tiempos. Los
principios de la enseñanza social deben aplicarse y profundizarse
constantemente.
La enseñanza social de la Iglesia es parte de la disciplina de la
teología moral, pero la teología moral no puede producir un manual con
todas las respuestas a los desafíos sociales de los tiempos.
La enseñanza social inevitablemente implica el diálogo con las
ciencias sociales y con la reflexión económica y financiera, con la
ciencia política y hoy cada vez más con la reflexión ecológica. Esto no
quiere decir que de alguna manera los principios fundamentales de la
enseñanza social puedan relativizarse debido al desarrollo de las
ciencias sociales. El diálogo con las ciencias humanas produce, si
acaso, un enriquecimiento de la enseñanza social. En ocasiones, esto
implicará un proceso de verificación de algunos de los principios de la
enseñanza social. En otros casos, las ciencias sociales ilustrarán
nuevas áreas de investigación que la enseñanza social debe tener en
cuenta. Otras veces, las ciencias sociales pueden ser llamadas a tender
una mano e intentar presentar caminos concretos para la aplicación de la
enseñanza social en situaciones concretas.
Esta es una de las contribuciones originales de la Fundación Centesimus Annus - Pro-Pontefice como vehículo de diálogo entre la enseñanza social de la Iglesia y las ciencias sociales.
La ética es una dimensión real del mundo social y político real. La
ética no es una especie de embellecimiento de la reflexión social que
podemos sea tener en cuenta que ignorar. Desde su creación, la
Fundación Centesimus Annus ha sido un puente entre los principios
éticos y la enseñanza de la Iglesia y los desafíos cotidianos que los
responsables políticos y los profesionales deben afrontar en sus
decisiones en el área de la reforma y la gobernanza de la situación
financiera internacional.
El Papa FRANCISCO ha solicitado incansablemente un proceso urgente de
corrección del modo de funcionamiento de la economía mundial, que
apunte especialmente a las causas de la exclusión de los más pobres y el
desarrollo de modelos económicos de inclusión.
Los principios morales requieren vías de aplicación que van más allá
del estricto ámbito de la formación moral. Permitidme dar un ejemplo. Un
desafío perenne con respecto al clima financiero internacional actual
es el de centrarse en las cuestiones de equidad. Muchos países registran
un crecimiento económico estable con un beneficio general para la
economía nacional. Con demasiada frecuencia, sin embargo, este
crecimiento va acompañado de una mayor desigualdad y de enormes
diferencias, cada vez más fuertes, entre los más ricos y los más pobres.
De hecho, una de las características específicas del sistema
internacional actual es el crecimiento de los extremadamente ricos, cuya
cuota de la riqueza del mundo es estupefaciente.
El desafío de generar y mantener el crecimiento con equidad no es
solo un desafío para el moralista. Es tarea de los economistas y de los
responsables de formular políticas desarrollar y probar nuevos modelos
de crecimiento económico que generen equidad.
Otra característica sorprendente de nuestro modelo actual es el nivel
de corrupción que puede impregnar la actividad económica en todo el
mundo. La lucha contra la corrupción requiere una condena moral y
medidas legales contra los responsables. Los economistas también podrían
proponer modelos de transparencia que reduzcan las oportunidades de
corrupción. Los pobres pagan el precio de la corrupción.
El diálogo entre la enseñanza social y los modelos económicos no se
puede enfocar solo verticalmente. Tenemos que invertir en las personas.
Hablamos de creatividad e innovación como la columna vertebral en la
construcción de una economía basada en el conocimiento. Con demasiada
frecuencia, sin embargo, tendemos a identificar esa creatividad e
innovación con los grandes protagonistas de la tecnología de la
información. Demasiado a menudo, pasamos por alto el único grupo que
muestra una innovación extraordinaria, a saber, los pobres, que
demuestran su ingenio simplemente mediante la supervivencia.
Un principio fundamental de la actividad económica debe ser dar voz a
los pobres. Tener voz es la clave de la inclusión y también la clave
para una economía sana, sostenible y participativa.
En los últimos años, la Fundación Centesimus Annus ha
participado en un proceso de consulta y reflexión sobre el desafío de
lograr que la arquitectura financiera internacional se centre más en el
bien común. Este hecho se conoce como el Proceso de Dublín ya que la primera sesión de esa consulta tuvo lugar en Dublín en 2014.
La ética es una dimensión real de la actividad económica. Detrás del
examen técnico de los modelos económicos subyace un debate más profundo
sobre los fundamentos éticos y socioculturales de los sistemas. Lo
subrayaba el Papa Juan Pablo II en su Encíclica Centesimus Annus de la cual esta Fundación toma su nombre. Escribía así:
“En efecto, la economía es sólo un aspecto y una dimensión de la
compleja actividad humana. Si es absolutizada, si la producción y el
consumo de las mercancías ocupan el centro de la vida social y se
convierten en el único valor de la sociedad, no subordinado a ningún
otro, la causa hay que buscarla no sólo y no tanto en el sistema
económico mismo, cuanto en el hecho de que todo el sistema
sociocultural, al ignorar la dimensión ética y religiosa, se ha
debilitado, limitándose únicamente a la producción de bienes y
servicios... La libertad económica es solamente un elemento de la
libertad humana. Cuando aquella se vuelve autónoma, es decir, cuando el
hombre es considerado más como un productor o un consumidor de bienes
que como un sujeto que produce y consume para vivir, entonces pierde su
necesaria relación con la persona humana y termina por alienarla y
oprimirla”.
La Iglesia tiene una contribución original que aportar a la realidad
de nuestra globalizada economía contemporánea. La Iglesia es, por su
propia naturaleza, global. Es global no solo por su extensión geográfica
en todos los países del mundo. La Constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II afirma algo mucho más profundo en su párrafo inicial:
"Porque la Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e
instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género
humano”.
La Iglesia es un signo de la unidad del género humano. Esta misión
universal de la Iglesia nos recuerda cómo la manera en que la Iglesia
vive su unidad fundamental en Cristo fomenta la unidad de la humanidad
dentro de sus diversos vínculos técnicos y culturales.
Permitidme mencionar tres ámbitos especiales de reflexión sobre la
vida económica donde la enseñanza social de la Iglesia requerirá siempre
un papel más central a la hora de reflexionar sobre el desarrollo
económico.
El primero es el trabajo. Junto al del crecimiento con desigualdad,
la cuestión del crecimiento sin empleo es un desafío creciente en el
mundo de hoy y lo será aún más en el futuro. El desempleo juvenil se ha
convertido en una característica de muchas economías occidentales.
También tenemos que abordar el desafío de los trabajadores pobres,
hombres y mujeres que salen todos los días a trabajar y sin embargo no
ganan lo necesario para su supervivencia ni la de sus familias.
El segundo ámbito es la familia misma. La enseñanza social de la
Iglesia siempre ha otorgado siempre al papel de la familia un lugar
central en la reflexión sobre el desarrollo. El Papa Juan Pablo señalaba
en Centesimus Annus:
"La primera estructura fundamental a favor de la «ecología humana» es la familia, en
cuyo seno el hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el
bien; aprende qué quiere decir amar y ser amado, y por consiguiente qué
quiere decir en concreto ser una persona”.
El lugar de la familia dentro de la compleja economía moderna será
uno de los temas que se abordarán en el Encuentro Mundial de las
Familias que se celebrará en Dublín en agosto próximo y al que asistirá
el Papa FRANCISCO.
El tercer tema es muy querido por el Papa FRANCISCO y es la
migración. La migración es un componente intrínseco de un mundo
globalizado y de una gobernanza mundial responsable de una economía
mundial. En esa reflexión, el bien de las personas y de las familias
debe ser un elemento clave.
Las enseñanzas de la Iglesia y las ciencias sociales no están en
conflicto. Las ciencias sociales deben mantener su autonomía, pero hay
un sentido en el que los cristianos pueden ser protagonistas especiales
dentro de las ciencias sociales. Los laicos cristianos, hombres y
mujeres, tienen la responsabilidad específica de promover los valores
del reino en el mundo secular. Aquellos que han colaborado en las
actividades de la Fundación Centesimus Annus desde su establecimiento demuestran cómo esto es posible.
Intervención de Domingo Sugranyes Bickel
La Fundación Centesimus Annus - Pro Pontifice (CAPP) fue establecida
por San Juan Pablo II en 1993 como un foro abierto de debate para
promover el estudio y la difusión de la doctrina social de la Iglesia
Católica. Es una fundación que actúa bajo la jurisdicción del Vaticano y
está vinculada al APSA (Administración del Patrimonio de la Sede
Apostólica).
A lo largo de los años, la Fundación se ha centrado en las
posibilidades prácticas para el mundo empresarial y la economía en
general de un compromiso profesional basado en la virtud, en la gestión
responsable de la economía y en el uso de una innovación tecnológica que
promueva la igualdad de oportunidades y un empresariado conforme con
los principios de sostenibilidad global. Lo anterior se ha realizado
poniendo en común las experiencias de los responsables económicos y
empresariales con las de los economistas y especialistas
universitarios en el campo de las ciencias sociales, todos ellos
involucrados en la búsqueda de una brújula ética común.
Con motivo de su 25.mo aniversario, la Fundación está llevando a cabo
una nueva encuesta sobre cuáles sean hoy los aspectos más acuciantes en
el campo de la economía y la ética social a la luz de los principios de
la doctrina social cristiana proyectada al bien común salvaguardando la
economía mercado.
Conferencia Internacional de la Fundación CAPP, 24-26 de mayo de 2018
Siguiendo las indicaciones del Papa FRANCISCO, la Fundación reunirá
también este año a un grupo internacional de líderes públicos,
académicos, líderes sindicales, así como empresarios y profesionales
para buscar formas innovadoras que permiten interpretar las novedades en
el campo de la economía y de la innovación tecnológica, frente a los
desafíos éticos que enfrentamos como consecuencia de la aparición de
nuevos paradigmas, nuevas formas de poder derivadas del uso de las
tecnologías y estilos de vida basados en la cultura del "usar y tirar",
ignorando a los pobres y despreciando a los débiles.
Como en la época de la "Rerum Novarum", trataremos de identificar
los "elementos de novedad" para repensar las prioridades socioeconómicas
a las que nos enfrentamos hoy. Este es el objetivo de la conferencia
internacional de la Fundación CAPP de 2018 que tratará tres temas: "La
familia frente a las incertidumbres laborales derivadas de la revolución
cultural digital"; "Hacia una cadena alimentaria sostenible: actitud
responsable contra la cultura del usar y tirar" e" Individuo, trabajo,
empleo inclusivo".
La conferencia internacional de la Fundación CAPP con motivo del 25 °
aniversario tendrá lugar en Roma del 24 al 26 de mayo de 2018 en el
Palazzo della Cancelleria y en el Palacio Apostólico Vaticano. La
conferencia concluirá con un discurso sobre "Una agenda común de los
cristianos por el bien común", pronunciado por el Patriarca Ecuménico
Bartolomé, en una sesión presidida por el Secretario de Estado, el Cardenal Pietro Parolin. Seguirá una audiencia privada con el Papa FRANCISCO.
La lista de oradores incluye a miembros de la Academia Pontificia
para la Vida, la Fundación Vaticana Gravissimum Educationis, la FAO, la
Confederación Europea de Sindicatos y una serie de economistas
comprometidos con el trabajo académico y líderes empresariales.
Trabajo preparatorio llevado a cabo por la Fundación
La Fundación ha trabajado durante los últimos 12 meses en los temas
del futuro del trabajo y la educación en el contexto de la revolución
digital. Las cuestiones de las nuevas especializaciones y contratos de
trabajo se abordaron en la conferencia internacional de 2017. La misma
conferencia también fueron claves los temas de la migración, la trata
de personas y la lucha contra los delitos financieros; también se
reflexionó sobre la posibilidad de incentivar o recompensar la conducta
económica socialmente virtuosa. También en 2017, se celebraron dos
conferencias locales, una en Turín y la otra en Berlín sobre cuestiones
del futuro del trabajo y los desafíos planteados por la inteligencia
artificial.
Para enriquecer el trabajo con nuevas ideas, la Fundación ya comenzó
en 2013 una serie de consultas con expertos de ética en los asuntos
internacionales y finanzas, llamada el "Proceso de Dublín". El quinto
evento de esta serie titulado "Una brújula ética para la era digital" se
ha llevado a cabo recientemente en Nueva York. La iniciativa fue
copatrocinada por la Universidad de Fordham en Nueva York. Las sesiones
se desarrollaron sobre la base de dos informes principales, presentados
respectivamente por el Prof. Georges Enderle (Universidad de Notre-Dame, Indiana) y el Prof. Niên-he Hsieh
(Harvard University Business School) y con contribuciones de diferentes
especialistas en temas relacionados con la doctrina social y la
innovación procedentes de los Estados Unidos, Europa y Asia. Todos los
documentos han sido publicados en el sitio web de la Fundación. El 15 de
marzo de 2017 tuvo lugar una presentación pública del trabajo de la
Fundación en la Fordham University en Nueva York, en la que participaron
el Observador Permanente de la Santa Sede en la ONU, S.E. Monseñor Bernardito Auza, el ex Primer Ministro de Malta y Miembro del Consejo de la Fundación, Lawrence Gonzi, el Presidente de la Fordham University, Padre Joseph McShane SJ.