Boroko, PAPÚA NUEVA GUINEA (Agencia Fides, 24/04/2018) - “El primer deber del sacerdote o del religioso
es rezar asiduamente por las personas que le han sido confiadas”. Así se
expresó el Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro
Parolin, en su discurso a los sacerdotes, a las religiosas y religiosos y
a los seminaristas de Papúa Nueva Guinea y las Islas Salomón reunidos
en la iglesia de San José en Boroko, en Port Moresby. “La oración nace y
fortalece nuestra amistad con Jesús. Es el lugar donde el corazón habla
al corazón”, aseguró el cardenal ante más de doscientos sacerdotes y
religiosos que participaron en la celebración eucarística y en la
conferencia que pronunció a continuación.
En una nota recibida por la Agencia Fides, el padre Joseph Vnuk, -decano
del Instituto Católico de Teología de Bomana, en Port Moresby-, indica
que el Secretario de Estado del Vaticano hizo hincapié en la oración, la
fidelidad y alegría, además de recordar la dedicación de los primeros
misioneros y la muerte de cientos de personas vinculadas a la Iglesia
durante la guerra, especialmente, recordó al primer beato Pedro ToRot.
El cardenal, -de visita en el país por la Asamblea de la Federación de
las Conferencias Episcopales de Oceanía que acaba de finalizar-, animó a
los participantes a no se dejarse llevar por la "política del “wantok
system” que, a pesar de estar dirigido a los necesitados, podría alejar
fácilmente a los religiosos y religiosas de las personas a las que deben
servir. “Permanecer fieles a la misión y al servicio evitará que los
sacerdotes y religiosos permanezcan en sus zonas de confort e ignoren a
las personas vulnerables”, concluyó.
Entre los temas de su intervención, el Cardenal destacó el tema de la
alegría, central en la primera exhortación apostólica del Papa Francisco
Evangelii Gaudium y en la más reciente Gaudete et Exsultate. “Solo hay
una tristeza en el mundo, no ser santos”, aseguró. “No hay un momento
adecuado para vivir la propia llamada del bautismo”, recordó a los
participantes a los que alentó a no desanimarse en un mundo que cambiaba
rápidamente. Finalmente, pidió e invitó a los sacerdotes y religiosos a
participar en las obras que buscan la reconciliación y la paz.