Kinshasa, REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO (Agencia Fides, 19/04/2018) - República Democrática del Congo lleva décadas sumida en una profunda
crisis. Todo su tejido socio económico está deteriorado. Para responder a
esta situación, la Iglesia Católica se ocupa de sectores como la
educación, la sanidad y otros campos de acción social. En la ciudad de
Boma, el padre Roger Pholo se dedica a la educación para garantizar el
futuro de los niños a través de la escuela en San Antonio de Padua de la
que es cofundador.
La escuela está el distrito de Sindi, un barrio pobre de la ciudad de
Boma, separado del resto de la urbe por el río del mismo nombre y que
acoge a cientos de familias provenientes de toda la provincia, obligadas
a huir de sus casas con la esperanza de encontrar un trabajo en la
ciudad. Por desgracia, su deseo de una vida mejor se da de bruces con la
realidad de Boma y estas familias acaban instaladas en estas barriadas
pobres, abandonadas a su suerte.
Los niños de este distrito se ven obligados a caminar más de 5
kilómetros hasta la primera escuela de la zona. Y, como las desgracias
nunca vienen solas, el río Sindi se ha desbordado durante la estación de
lluvias empeorando las condiciones de vida. Esta situación obliga a los
niños a abandonar los estudios. “El padre Roger Pholo comenzó su
trabajo pastoral en nuestro barrio porque no podía permanecer
indiferente ante la miseria. No había electricidad ni agua corriente. No
había siquiera una escuela y viven aquí cientos de niños en edad
escolar. Así que decidió hacer algo para salvar el futuro de nuestros
hijos”, afirma uno de los padres.
El padre Roger reunió a algunas personas del barrio y a amigos para
crear la asociación Œuvres pour l'enfance défavorisée OED. Gracias a
OED, abrió la Escuela de San Antonio de Padua en septiembre de 2016 con
cuatro clases de primaria.
Hoy la escuela tiene 10 clases y 225 alumnos. Una bomba instalada en sus
jardines proporciona agua al vecindario y gracias a los paneles solares
los niños pueden hacer sus tareas. Pero el padre Roger quiere hacer
todavía más: “Quiero ofrecer a estos niños el mejor entorno posible para
el aprendizaje. Hay todavía algunas instalaciones sin pintar, sin
verjas o sin desagües. Todo este trabajo es necesario para garantizar
que la infraestructura de nuestra escuela sea digna para el bien de
nuestros niños”.