Manila, FILIPINAS (Agencia Fides, 20/04/2018) – El fenómeno de la emigración en Filipinas se ha
convertido en un problema social que tiene efectos negativos en la
estabilidad de la institución de la familia, afirma un sacerdote que
trabaja con migrantes. “Una de las realidades sociales alarmantes a las
que se enfrenta nuestro país hoy es el fenómeno de la emigración que
está produciendo cambios sociales y graves consecuencias en la unidad de
las familias” revela a la Agencia Fides el p. Leonardo Adaptar,
Director del Ministerio diocesano de migrantes de la diócesis de Cubao.
Se estima que hay aproximadamente 10,3 millones de trabajadores
filipinos en el extranjero (Overseas Filipino Workers , OFW) y alrededor
de 3,000 personas esperanzadas salen del país todos los días para
buscar una vida mejor. Los OFW son definidos como “héroes de nuestro
tiempo” porque, gracias a la contribución económica que envían a su país
de origen, dan un fuerte apoyo a la economía filipina.
“Sin embargo, cada vez llegan más historias negativas, relacionadas con
sus problemas, con las preocupaciones de los migrantes y sus familias”,
dice el p. Adaptar. “"Hoy en día existe una mayor necesidad de
supervisar y acompañar a estas personas, tanto a nivel humano como
pastoral, proporcionando ayuda en particular a nivel de asesoramiento
legal, orientación y bienestar de los trabajadores migrantes y sus
familias”, explica.
Cada una de las 86 diócesis del país tiene la tarea de ofrecer una
formación específica a los migrantes y de seguir a sus familias, en
colaboración con la Comisión Episcopal para la pastoral de migrantes e
itinerantes, explica a Fides el hermano Dexter Ignacio, que trabaja en
con el equipo de la Comisión para migrantes en Cubao.
Lo que se gana en términos económicos a través de la emigración - que es
un fenómeno organizado y mediado por el Estado - resulta ser una
pérdida para las familias de los OFW. Durante décadas, la tendencia de
la emigración de mujeres, que son más de la mitad de los filipinos en el
extranjero, ha significado que las familias han perdido la presencia de
la madre. Como revelan los casos monitoreados por las Comisiones
Diocesanas Católicas, los niños crecen sin una guía materna, una
presencia fundamental, mientras que los esposos son tentados a tener
relaciones extramatrimoniales o, peor, a abusar sexualmente de sus
hijos.
“La cuestión de la migración no tiene una solución fácil con respecto a
todos los problemas que se derivan de ella. La acción debe ser
multisectorial e interdisciplinaria. Todos los sujetos involucrados
deben comprender todo el ciclo y las consecuencias del fenómeno de la
migración; es urgente la cooperación del Estado, de la sociedad civil,
de la Iglesia para evitar que esto genere problemas sociales cada vez
más grandes y generalizados”, concluye el p. Adaptar.