Kafulama, MALAWI (Agencia Fides, 14/04/2018) - Los Padres Blancos de Kafulama han comenzado
un proyecto para la producción de metano, aplicando el concepto de
“economía circular”, que es un sistema diseñado para regenerarse por si
sólo, explotando todos los recursos disponibles, en pleno respeto del
medio ambiente. Las tuberías llevan el metano producido a una cocina
pública donde se sirven comidas a los miembros de la aldea pero, sobre
todo, a los miles de jóvenes que asisten a la escuela local.
Los misioneros partieron de un principio simple: el excremento animal,
en descomposición, produce dióxido de carbono, hidrógeno y metano. Todos
los componentes son muy útiles para una comunidad pequeña que no tiene
conexiones con líneas eléctricas o con la red de gas. Al mismo tiempo,
el estiércol es abundante porque los habitantes son ganaderos. De este
modo pensaron en realizar un tanque de cemento de tres metros cúbicos.
Toda la comunidad está involucrada en el proyecto. Las familias recogen
el estiércol y lo llevan a una plaza creada especialmente para ello en
el pueblo. No todo el estiércol recolectado se usa para la planta de
metano: una parte es para fertilizar los campos de alrededor de
Kafulama.
La cisterna se construyó gracias a las contribuciones recogidas por los
“Amigos de los Padres Blancos”, la organización sin fines de lucro
italiana que apoya los proyectos de los Padres Blancos en África. Las
tuberías y la cisterna de gas fue financiada por el Estado de Malawi. El
gobierno de Lilongwe está tratando de diversificar sus fuentes de
energía, centrándose en aquellas limpias y renovables. Esto permite
evitar el fenómeno de la deforestación porque el uso de gas evita el uso
de madera para encender el fuego.
Con doce millones de habitantes, entre las cinco naciones más pobres del
mundo, en Malawi, el 85% de la población vive en aldeas. La economía de
Malawi se basa en la agricultura, que representa alrededor del 40% del
PIB del país y proporciona más del 80% del empleo.
Los Misioneros de África (también llamados Padres Blancos) son una
Sociedad de Vida Apostólica, nacida en África y para África, compuesta
por sacerdotes consagrados y hermanos laicos, solidarios con los
africanos, atentos a sus problemas y comprometidos con su futuro.
Fieles a su vocación, los misioneros explican que contribuir al trabajo
de la agricultura en Malawi significa ante todo comprender y compartir
las dificultades de la mayoría de la población y estar a su lado,
acompañando a las familias de los campesinos en sus vidas, con un
espíritu de proximidad evangélica, ayudándolos a mejorar el uso de la
tierra, apoyándolos en su formación profesional y, por lo tanto, en su
sustento diario.
En 2018, los Misioneros de África celebran el 150° aniversario: el 18 de
octubre de 1868, se abrió en Argel el primer noviciado de la Sociedad
de los Misioneros de Nuestra Señora de África, con aproximadamente diez
aspirantes. Según las directrices del fundador, el francés Charles
Lavigerie (1825-1892), arzobispo de Argel, los futuros misioneros tenían
que hablar en árabe, adoptar el vestido blanco de la región (de ahí el
nombre de “Padres blancos”), tener contactos frecuentes con los
lugareños, alternando el estudio y la oración con el trabajo manual.