Kinshasa, REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO (Agencia Fides, 13/04/2018) - La situación sociopolítica, económica y
humanitaria en República Democrática del Congo (RDC) es dramática, pero
los jóvenes congoleños no han perdido la esperanza y continúan con la
lucha por la democracia y por el bien común. “Después de la caída de la
dictadura de Mobutu, -que nos ha esclavizado durante treinta años-,
teníamos la ilusión de librarnos de los depredadores y del peso de la
pobreza y llegar por fin a un estado de derecho”, señala el padre
Simon-Pierre Kakiau, misionero congoleño y teólogo de la Sociedad para
las Misiones Africanas (SMA). “Sin embargo, -continúa el padre Kakiau-,
la realidad congoleña muestra que fue solo un cambio de régimen y que el
sistema opresor y la especulación económica han echado raíces. En este
contexto, el destino de la juventud congoleña, como el de toda la
nación, es incierto. Y hay señales negativas que provocan gran
preocupación como la persistencia de la guerra, alimentada
por las diversas milicias en el este y en el centro del país; la crisis
preelectoral que condujo a la división entre gobernantes y gobernados;
la diferencia entre el crecimiento y la inflación; el deterioro de las
infraestructuras de transporte y de la calidad de vida (hambruna, falta
de agua potable, electricidad y acceso a la asistencia sanitaria
básica); y la inseguridad y los secuestros en Kinshasa y en zonas
controladas por las milicias”. Ante esta trágica situación, “¿cuál será
la RDC de mañana? ¿RDC no ha sufrido ya suficiente? ¿Y cuál es el papel
de la Iglesia local en esta fase histórica?”, se pregunta el misionero.
“En virtud de su misión profética, la Iglesia sigue siendo la única
esperanza para los jóvenes. No se limita solo a denunciar la injusticia
social sino que también ayuda a los jóvenes congoleños con sus
enseñanzas sobre el Evangelio y el servicio social, dándoles la
esperanza de un futuro mejor. La Iglesia es una fuerza moral para
la nación en este período tan oscuro en la historia de República
Democrática del Congo”.
“Después del grave fraude electoral de 2011, -recuerda Fidesel padre
Kakiau-, solo la Iglesia declaró abiertamente que las elecciones no
estaban en conformidad con la justicia ni con la ley. Desde ese momento,
la única palabra que los congoleños escuchan es la de la Iglesia.
Gracias al acompañamiento de sus pastores, los jóvenes son conscientes
de que su destino y el de la nación está en sus manos”.
El misionero explica que en el pasado se decía que “los demás eran
responsables de nuestra pobreza, especialmente los occidentales”. Ahora
está en marcha un renacimiento moral de los jóvenes congoleños. La
juventud congoleña, a través del acompañamiento de la Iglesia, se siente
responsable del destino de su país y está lista, incluso, para el
sacrificio. Muchos murieron durante las marchas pacíficas del 31 de
diciembre de 2017, del 21 de enero y del 25 de febrero de 2018. Muchos
otros siguen en prisión u hospitalizados. “A pesar de la dura represión
de la policía, nuestros jóvenes siempre están listos para seguir
adelante, para hacer de República Democrática del Congo un estado
democrático donde el bien común sea la esencia de cualquier acción
política”. En los últimos años los jóvenes congoleños han desarrollado
un fuerte sentido de patriotismo, concluye el misionero, que “los hace
dispuestos a sacrificarse y convertirse en los protagonistas de su
destino. El Evangelio de la esperanza es su guía. Siguen luchando para
garantizar un futuro de justicia y paz, por el bien de la nación”.