Damasco, SIRIA (Agencia Fides, 12/04/2018) - “En Mar Musa, la situación es tranquila y en
el Valle de los Cristianos, donde nací y crecí, no hay tensiones.
Evidentemente, la situación general del país sigue siendo precaria”.
Fray Jihad Youssef es un monje de Mar Musa, la comunidad monástica
católica de rito sirio, refundada por el padre jesuita Paolo Dall'Oglio
(secuestrado en 2013 y cuyo paradero se desconoce), ubicada cerca de la
ciudad de al-Nabk, a unos 80 kilómetros al norte de Damasco.
Compartiendo sus impresiones con la Agencia Fides, después de la Pascua,
el monje dice: “Todavía hay combates en algunas áreas y los
enfrentamientos son feroces. Hay muchas víctimas, la mayoría civiles
inocentes. La situación es dramática. Pero incluso en áreas pacíficas o
donde nunca se han visto afectados por los enfrentamientos, la situación
social no es buena”. No hay trabajo, los precios son muy altos, las
familias luchan por sobrevivir. “Muchas familias están en dificultades -
continua fray Jihad-.Ante esta situación de incertidumbre, muchos
planean emigrar al exterior: Europa, América del Norte, Australia. Es
comprensible, aunque creo que muchos son engañados por representaciones
falsas de Occidente. Emigrar no es fácil, y aunque se consiga, la vida
en el extranjero no es sencilla”.
En los últimos años, el monasterio de Mar Musa no ha sido tocado por los
combates. Sin embargo, las actividades han disminuido hasta llegar a
cesar del todo, pero los monjes nunca se han marchado. Desde hace casi
dos años, lentamente, la vida está regresando al antiguo monasterio. En
la estructura, viven actualmente, tres monjes de la comunidad y dos
religiosos invitados. “Los flujos de visitantes no han vuelto a los
niveles previos a la guerra -continúa-, pero especialmente el viernes
(festivo para los musulmanes), muchas personas, la mayoría musulmanas,
vienen a visitar el monasterio. Grupos de adultos y niños rezar,
meditan, descansan en un lugar que inspira a la reflexión y a la
contemplación”.
Por su parte, los monjes y las monjas han reanudado sus actividades
tradicionales. Rezan y se dedican al trabajo manual: agricultura,
ganadería, mantenimiento de la estructura. “Los monjes - dice fray Jihad
- tienen excelentes relaciones tanto con la comunidad cristiana de la
vecina Nebek como con la gente común. Trabajan juntos en algunos
proyectos, incluida la colaboración con el hospital local para ayudar a
suministrar maquinaria medico-sanitaria más moderna; además de la labor
humanitaria para apoyar a los pobres, especialmente los cristianos de
Nebek, y las personas desplazadas de Qaryatayn”. “Nuestra zona ahora
está tranquila, pero el futuro está por construir, sabemos cómo era
Siria antes de la guerra, peor no sabemos como será después” concluye
fray Jihad.