''Queridos
migrantes y refugiados -dijo- cada uno de vosotros lleva en sí una
historia de cultura, de valores preciosos; y por desgracia, también a
menudo, de experiencias de miseria, de opresión, de miedo. Vuestra
presencia en esta Plaza es signo de esperanza en Dios. No dejéis que os
roben la esperanza y la alegría de vivir que brotan de la experiencia de
la misericordia divina, gracias también a las personas que os acogen y
ayudan''.
''Y
ahora os invito a todos a rezar a Dios por las víctimas de los
atentados de los pasados días en Indonesia y Burkina Faso. Que el Señor
las reciba en su casa y sostenga el esfuerzo de la comunidad
internacional para construir la paz'', finalizó el Pontífice rezando con
todos los presentes un Ave María.