CIUDAD DEL VATICANO, 2 de mayo de 2016.- Los Mercedarios, es decir los pertenecientes a la Orden de Nuestra
Señora de la Merced, a punto de celebrar el octavo centenario de su
fundación, están reunidos también estos días en Capítulo general durante
el cual elegirán al nuevo equipo de gobierno y pondrán a punto los
proyectos para los seis próximos años. El lema del Capítulo es «La
Merced: memoria y profecía en las periferias de la libertad» y
refiriéndose a él, el Papa recibiendo esta mañana en Audiencia a sus
participantes observó que se trata de “una memoria que evoca las grandes
gestas cumplidas en estos ocho siglos: la obra de la redención de
cautivos, la audaz misión en el nuevo mundo, así como a tantos miembros
ilustres por santidad y letras que engalanan su historia. Ciertamente,
mucho hay que recordar, y nos hace bien recordar”.
“Pero este recuerdo no debe limitarse a una exposición del pasado
-dijo FRANCISCO- sino que ha de ser un acto sereno y consciente que nos
permita evaluar nuestros logros, sin olvidar nuestros límites y, sobre
todo, afrontar los desafíos que la humanidad nos plantea. ... La
verdadera vida de la Orden ha de buscarse en el constante esfuerzo por
adecuarse y renovarse, a fin de poder dar una respuesta generosa a las
necesidades reales del mundo y de la Iglesia, siendo fieles al
patrimonio perenne del que son depositarios”.
“Con este espíritu, podemos hablar realmente de profecía, no podemos
hacerlo de otro modo... El profeta -recordó - es un enviado, un ungido,
ha recibido un don del Espíritu para el servicio del santo Pueblo fiel
de Dios. Ustedes han recibido también un don y han sido consagrados para
una misión que es una obra de misericordia: seguir a Cristo llevando la
buena noticia del Evangelio a los pobres y la liberación a los
cautivos.Queridos hermanos, nuestra profesión religiosa es un don y una
gran responsabilidad, pues lo llevamos en vasos de barro. No nos fiemos
de nuestras propias fuerzas sino encomendémonos siempre a la
misericordia divina... Si Dios está presente en vuestras vidas, la
alegría de llevar su Evangelio será vuestra fuerza y vuestro gozo. Dios
nos ha llamado además a servirle dentro de la Iglesia y dentro de la
Comunidad. Sosténganse en este camino común”.
“El profeta sabe ir a las periferias, a las que hay que acercarse
ligero de equipaje. El Espíritu es un viento ligero que nos impulsa
hacia adelante. Evocar qué movió a vuestros Padres y hacia dónde los
dirigió, los compromete a seguir sus pasos. Ellos fueron capaces de
quedarse como rehenes junto al pobre, al marginado, al descartado de la
sociedad, para llevarle consuelo, sufriendo con él, completando en carne
propia lo que falta a la pasión de Cristo. Y esto un día y otro, en
perseverancia, en el silencio de una vida entregada libre y
generosamente. Seguirles es asumir que, para liberar, debemos hacernos
pequeños, unirnos al cautivo, en la certeza que así no sólo cumpliremos
nuestro propósito de redimir, sino que encontramos nosotros también la
verdadera libertad, pues en el pobre y el cautivo reconocemos presente a
nuestro Redentor”.
“En el octavo Centenario de la Orden -concluyó- no dejen de
«proclamar el año de gracia del Señor» a todos aquellos a los que son
enviados: a los perseguidos por causa de su fe y a los privados de
libertad, a las víctimas de la trata y a los jóvenes de sus escuelas, a
los que atienden en sus obras de misericordia y a los fieles de las
parroquias y las misiones que les han sido encomendadas por la Iglesia.
Para cada uno de ellos y para la entera familia mercedaria va mi
bendición y también mi ruego de que no se olviden de rezar por mí”.