CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 28 de septiembre de 2016).- En sus saludos a los peregrinos de diversos países el Papa FRANCISCO dio la
bienvenida a los fieles de la diócesis de Ostrava-Opava a quien
acompañaba su Obispo Frantisek Václav y les confió a la intercesión de
su patrono, san Venceslao, de quien hoy se celebra la memoria litúrgica.
Entre los peregrinos de lengua francesa recordó a los procedentes de la
diócesis de Belfort-Montbéliard, con Mons. Dominique Blanchet, a la
delegación parlamentaria de la Asamblea Nacional francesa, al seminario
francés de Roma y a los de la peregrinación interdiocesana de Argelia.
El Obispo de Roma reservó un saludo particular a los seminaristas del
Colegio Pontificio Norteamericano y a sus familias llegadas a la
capital italiana con motivo de la ordenación diaconal que se celebra
mañana.
“En la liturgia de mañana celebraremos la fiesta de los arcángeles
Miguel, Gabriel y Rafael. Son espíritus encargados de un ministerio,
enviados a servir a aquellos que heredarán la salvación –dijo a los
peregrinos polacos- Tenemos que ser conscientes de su presencia
invisible. Invoquémoslos en la oración para que en todo momento nos
recuerden la presencia de Dios, nos apoyen en la lucha contra el mal y
nos conduzcan seguros por los caminos de nuestra vida”.
El Pontífice saludó igualmente a los peregrinos de la comunidad
católica de lengua portuguesa en Alemania, a los fieles eslovenos de las
diócesos de Celje, Murska Sobota y Novo mesto, acompañados por sus
obispos respectivos y dio una cordial bienvenida a los alemanes,
especialmente a los numerosos jóvenes y, en particular a los
seminaristas de las diócesis de Graz-Seckau y de Gurk-Klagenfurt y a las estudiantes de la Mädchen-Realschule Maria-Ward de Munich.
Un especial pensamiento fue a los mexicanos presentes en la Plaza a
quienes invitó a cantar a la Guadalupana una tonada que cantaron al
inicio de la Audiencia “pidiendo por los sufrimientos de este pueblo”.
El Papa habló al final a los fieles italianos de las diócesis de
Ascoli Piceno, uno los lugares afectados por el terremoto del pasado mes
de agosto con su Obispo Giovanni D’Ercole, diciéndoles: “También
vosotros habéis sufrido”, y de Otranto con el Arzobispo Donato
Negro, así como a los de Modena-Nonantola. A todos pidió que volviendo a
sus iglesias locales fueran testigos de misericordia.
Asimismo saludó a una delegación de la diócesis de Roma que ha
preparado la Semana de la Familia, que se celebra del 2 al 8 de octubre y
para quienes encendió una lamparilla, “símbolo del amor de las familias
de Roma y del mundo entero”.
El Santo Padre mencionó al Arzobispo de Potenza y al grupo de obreros
despedidos en Basilicata manaifestando el deseo de que “la grave
coyuntura laboral encuentre una solución positiva mediante el esfuerzo
de todos para abrir caminos de esperanza. ¡El porcentaje de paro no
puede subir más!”, afirmó.
A continuación saludó a las participantes en el capítulo general de
las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, a la
Asociación de Ancianos con los ciclistas del Grupo Generali, a los
participantes en la iniciativa “Italian Wonder Ways”, con su Obispo
Paolo Giulietti y a los fieles de Pieve de Soligo, venidos para recordar
el aniversario de la muerte de Juan Pablo I.
El Santo Padre concluyó sus palabras en italiano dirigiéndose, como
siempre, a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. “El
ejemplo de caridad de San Vicente de Paul, que recordamos ayer como
patrono de las asociaciones de caridad, os conduzca a vosotros, queridos
jóvenes, a cumplir vuestros proyectos de futuro con un servicio al
prójimo alegre y desinteresado. Os ayude a vosotros, queridos enfermos, a
enfrentaros al sufrimiento con la mirada puesta en Cristo. Y os lleve a
vosotros, queridos recién casados, a construir una familia siempre
abierta a los pobres y al don de la vida”.
Esta fue su catequesis en español:
"Queridos hermanos y hermanas:
Las palabras de Jesús en la cruz encuentran su culmen en el perdón.
El evangelista san Lucas narra como los dos ladrones que fueron
crucificados junto a Jesús se dirigen a él con actitudes distintas.
El primero, llevado por la angustia del hombre ante la muerte, lo
insulta y no comprende que, siendo el Mesías, pueda quedarse en la cruz.
Pero es precisamente quedándose y muriendo en la cruz donde Cristo nos
salva, dando testimonio de que la salvación de Dios puede llegar a todos
los hombres hasta en las situaciones más extremas.
El segundo ladrón, movido por el temor del Señor, reconoce su pecado,
y confiesa su culpa con absoluta confianza en la infinita bondad y
misericordia de Jesús. Jesús está precisamente allí para estar cerca,
para salir al encuentro de la necesidad que tiene todo hombre de no ser
abandonado, y le promete que hoy estará con él en el paraíso. De este
modo, en la hora de la Cruz, Jesús revela el cumplimiento de su misión
de salvar a los pecadores. Desde el inicio hasta el final de su vida,
Jesús se ha revelado Misericordia, encarnación definitiva e irrepetible
del amor del Padre.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a
los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Pidamos al Señor por
todos los que sufren por cualquier motivo o se sienten abandonados,
para que mirando al crucificado, puedan descubrir y sentir el consuelo y
el perdón de Cristo, rostro de la misericordia del Padre. Un especial
pensamiento al pueblo mexicano, los invito a cantarle a la Guadalupana,
lo que cantaron al inicio, pidiendo por los sufrimientos de este pueblo.
Gracias".