Beirut, LÍBANO (Agencia Fides, 14/02/2017) – Una pequeña manifestación de unos doscientos
cristianos iraquíes desplazados ha desfilado este lunes 13 de febrero de
forma simbólica frente a la sede local de la ONU, en el centro de
Beirut, para pedir que sean examinadas y concedidas en poco tiempo sus
solicitudes para viajar al extranjero a otros países, presentadas hace
tiempo a las oficinas competentes de varias misiones diplomáticas
extranjeras que trabajan en la capital libanesa. Los carteles mostrados
por los manifestantes, y las declaraciones de algunos de ellos a la
prensa local, confirman la impresión de que la mayor parte de los
refugiados cristianos de Iraq no tienen ninguna intención de regresar a
su país, poro tampoco la intención de echar raíces en el Líbano, sino
que más bien tienen la esperanza de emigrar rápidamente hacia alguna
nación occidental.
Según los datos proporcionados por la comunidad local caldea, difíciles
de verificar, los cristianos iraquíes emigrantes en el Líbano, sobre
todo después de la conquista de Mosul y de la Llanura de Nínive por los
yihadistas del auto-proclamado Estado Islámico (Daesh), son alrededor de
8 mil.
El Presidente USA Donald Trump, que ha comenzado un tira y afloja con
los jueces de los Estados Unidos por imponer disposiciones destinadas a
limitar o suspender la inmigración de ciertos países de mayoría
musulmana, ha reconocido como una “prioridad” la concesión de la
condición jurídica de refugiados a la categoría de “cristianos
perseguidos”.
La hipótesis de predisponer una “vía preferencial” abierta para el
ingreso de los refugiados cristianos en los Estados Unidos, mientras se
cierran las puertas a los ciudadanos no cristianos provenientes de
Países con mayoría islámica, “ha sido definida por el Patriarca caldeo
Louis Raphael I Sako como una “Trampa” para los cristianos de Oriente
Medio. “Toda política de acogida que discrimina a
los perseguidos ya los que sufren por motivos religiosos”, dice el
patriarca Louis Raphael, primado de la Iglesia Católica oriental a la
que pertenece la gran mayoría de los cristianos iraquíes “en última
instancia perjudica a los cristianos de Oriente, porque entre otras
cosas proporciona argumentos a toda la propaganda y a los prejuicios que
atacan a las comunidades autóctonas en Oriente Medio como 'cuerpos
extraños', grupos apoyados y defendidos por las potencias occidentales”.