CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va – 18 de febrero de 2017).- La Congregación de Clérigos Marianos de la Inmaculada Concepción de
la Beata Virgen María, extendida en veinte países, celebran en Roma su
Capítulo General del 5 al 25 de febrero. Por ese motivo el Papa FRANCISCO los ha
recibido esta mañana en la Sala del Consistorio del Palacio Vaticano, recordando, en el
discurso que les ha dirigido que uno de los objetivos principales de ese
Capítulo era reflexionar sobre las leyes y ordenamientos propios de la
Congregación.
“Es una tarea importante”, observó FRANCISCO citando a continuación
las palabras de San Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Vita consecrata: “Vuelve a ser hoy urgente para cada Instituto la necesidad de una referencia renovada a la Regla,
porque en ella y en las Constituciones se contiene un itinerario de
seguimiento, caracterizado por un carisma específico reconocido por la
Iglesia”. “Por tanto –subrayó– os animo a hacer esta reflexión con
fidelidad al carisma del Fundador y al patrimonio espiritual de vuestra
congregación y, al mismo tiempo, con el corazón y la mente abiertos a
las nuevas necesidades de las personas. Es verdad, tenemos que ir
adelante con las nuevas necesidades, los nuevos retos, pero recordad: no
se puede ir adelante sin memoria. Es una tensión, continuamente. Si
quiero seguir adelante sin la memoria del pasado, de la historia de los
fundadores, de los grandes, incluso de los pecados de la congregación,
no podré hacerlo. Es una regla: la memoria, esta dimensión
deuteronómica, propia de la vida y que se debe usar cuando hay que
actualizar una congregación religiosa, las constituciones, siempre”.
Después reiteró que el fundador, San Estanislao de Jesús y María, que
fue canonizado el año pasado, había entendido plenamente el
significado de ser un discípulo de Cristo cuando rezaba en su “Christus
Patiens”: "Señor Jesús, si por amor me unes a ti, ¿quien podría
arrancarme de tí? Si me unes a Ti en la misericordia, ¿quien me
separará de Ti? Mi alma se adhiere a ti”. “En esta perspectiva –dijo–
vuestro servicio de la Palabra es testimonio del Cristo resucitado, que
habéis encontrado en vuestro camino y que con vuestro estilo de vida
estáis llamados a llevar donde quiera que os envíe la Iglesia. El
testimonio cristiano también requiere el compromiso con y por los
pobres, un compromiso que caracteriza a vuestro Instituto desde el
principio. Os animo a mantener viva esta tradición de servicio a la
gente pobre y humilde, a través del anuncio del Evangelio con un
lenguaje que comprendan, con las obras de misericordia y el sufragio por
los difuntos. Esa cercanía a la gente como nosotros, sencilla. Me
gusta el pasaje de Pablo a Timoteo: custodia tu fe, la que has recibido
de tu madre, de tu abuela… de la sencillez de la madre, de la abuela.
Este es el fundamento. No somos príncipes, hijos de príncipes, de
condes o de barones; somos gente sencilla, del pueblo. Y por eso nos
acercamos con esta simplicidad a los simples y a los que más sufren: los
enfermos, los niños, los ancianos abandonados, los pobres…todos. Y esta
pobreza está en el centro del Evangelio: es la pobreza de Jesús, no la
pobreza sociológica, la de Jesús”.
Otro legado espiritual significativo de esa familia religiosa es el
que escribía en su diario el beato Jorge Matulaitis: la entrega total a
la Iglesia y al hombre para “ir valerosamente a trabajar y luchar por
la Iglesia, especialmente donde hay más necesidad”. “Que su intercesión
os ayude a cultivar en vosotros esa actitud, que en las últimas
décadas ha inspirado vuestros esfuerzos para difundir el carisma del
Instituto en los países pobres, especialmente en África y Asia”, pidió
el Pontífice.
“El gran desafío de la inculturación –prosiguió– os pide hoy que
anunciés la Buena Nueva en lenguajes y formas comprensibles a los
hombres de nuestro tiempo, involucrados en procesos de transformación
social y cultural muy rápidos. Vuestra congregación tiene una larga
historia, escrita por valientes testigos de Cristo y del Evangelio. En
esta línea, hoy estáis llamados a caminar…, con libertad profética y
sabio discernimiento, – con los dos a la vez – por caminos apostólicos y
fronteras misioneras cultivando una estrecha colaboración con los
obispos y los demás componentes de la comunidad eclesial…Los horizontes
de la evangelización y la urgente necesidad de testimoniar el mensaje
del Evangelio a todos, sin distinción, constituyen el vasto campo de
vuestro apostolado. Muchos todavía están a la espera de conocer a Jesús,
único Redentor del hombre, y no pocas situaciones de injusticia y
malestar moral y espiritual interpelan a los creyentes. Una misión tan
urgente requiere una conversión personal y comunitaria. Sólo los
corazones totalmente abiertos a la acción de la gracia son capaces de
interpretar los signos de los tiempos y de percibir el anhelo de la
humanidad necesitada de esperanza y paz”.
El Papa instó después a los participantes en el Capítulo a seguir el
ejemplo de su fundador siendo “valientes en el servicio de Cristo y de
la Iglesia, en respuesta a los nuevos retos y nuevas misiones, aunque
humanamente puedan parecer arriesgados” porque de hecho en el "código
genético" de su comunidad se encuentra la experiencia de San Estanislao
que decía : “A pesar de las muchas dificultades, la bondad y la
sabiduría divina inician y hacen lo que quieren, incluso cuando los
medios, según el juicio humano, son inadecuados. Para el Todopoderoso,
de hecho, nada es imposible. Muy claramente se ha demostrado en mi
persona”. “Y esta actitud –dijo– que viene de la pequeñez de los medios,
también de nuestra pequeñez, de nuestra indignidad porque somos
pecadores, viene de allí, pero tenemos un horizonte grande… Esta actitud
es el acto de fe en la potencia del Señor: el Señor puede, el Señor es
capaz. Y nuestra pequeñez es la semilla, la pequeña semilla, que
después germina, crece, el Señor la riega y sale adelante. Pero el
sentido de pequeñez es precisamente el primer gesto de confianza en la
potencia de Dios. Id adelante por este camino”.
“A vuestra Madre y Patrona, María Inmaculada María, encomiendo
vuestro camino de fe y de crecimiento, en unión constante con Cristo y
con su Santo Espíritu, que os hace testigos de la potencia de la
resurrección”, terminó FRANCISCO antes de impartir a toda la
Congregación y a sus colaboradores la bendición apostólica.