CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 10 de febrero de 2016).- El Papa FRANCISCO ha recibido esta mañana en la Sala Clementina del Palacio Aostólico Vaticano a los
participantes en el encuentro promovido por la Comisión Caridad y Salud
de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), en coincidencia con el
veintinco aniversario de la institución de la Jornada Mundial del
Enfermo y el vigésimo aniversario de la Oficina nacional para la
Pastoral de la Salud.
El Papa comenzó su discurso dando gracias al Señor por los progresos
realizados en estos años en beneficio de un cuidado integral de los
enfermos y por la generosidad de tantos hombres y mujeres que han
aceptado la invitación de Jesús a visitarlo en sus personas. “Han sido
años marcados por fuertes cambios sociales y culturales, y hoy podemos
ver una situación con luces y sombras. Ciertamente, la investigación
científica ha progresado y estamos agradecidos por los valiosos
resultados obtenidos para curar, si no para derrotar, algunas
patologías”, dijo, manifestando después el deseo de que se garantice el
mismo esfuerzo con las enfermedades raras y olvidadas “a las que no
siempre se presta la debida atención, con el riesgo de dar lugar a
nuevos sufrimientos”. También alabó al Señor por los muchos
profesionales de la salud que viven su trabajo como una misión, “son
ministros de la vida” y cuyas manos “tocan todos los días la carne
sufriente de Cristo, que supone un gran honor y una gran
responsabilidad”, así como por los tantos voluntarios que con
generosidad humanizan “los largos y difíciles días de tantas personas
ancianas enfermas y solas, especialmente los pobres y necesitados”. “Y
aquí –añadió– me detengo para dar las gracias por el testimonio del
voluntariado en Italia. Para mí ha sido una sorpresa. Nunca habría
pensado encontrar algo así. Hay tantos voluntarios que trabajan en este
sector convencidos. Y esto es obra de los párrocos, de los grandes
párrocos italianos, que han sabido luchar en este campo. Para mí ha sido
una sorpresa y doy las gracias a Dios por ello”.
“Junto con las luces, sin embargo, hay algunas sombras que amenazan
con empeorar la experiencia de nuestros hermanos y hermanas enfermos
–observó– Si hay un sector donde la cultura del descarte muestra con
evidencia sus consecuencias dolorosas es la sanidad. Cuando la
persona enferma no ocupa el centro y no se considera su dignidad, se
engendran actitudes que pueden conducir incluso a especular sobre las
desgracias de los demás. ¡Y esto es muy grave! Es necesario estar
alerta, especialmente cuando los pacientes son de edad avanzada, con una
salud muy comprometida, si sufren de patologías graves y costosas para
su cuidado o son particularmente difíciles, como los pacientes
psiquiátricos. Cuando se adopta de forma indiscriminada el modelo
empresarial en ámbito sanitario, se corre el peligro de producir
descartes humanos en lugar de optimizar los recursos disponibles.
Optimizar los recursos significa usarlos de manera ética y solidaria y
no penalizar a los más frágiles”.
“En primer lugar está la inviolable dignidad de toda persona humana
desde el momento de su concepción hasta su último aliento. Que no sea
solo el dinero –advirtió– el que oriente las decisiones políticas y
administrativas, llamadas a salvaguardar el derecho a la salud
sancionado en la Constitución italiana, ni tampoco las opciones de los
que dirigen los lugares de cura. El aumento de la pobreza en ámbito
sanitario entre los segmentos más pobres de la población, debida
precisamente a la dificultad de acceso a las curas, no puede dejar
indiferente a ninguno y se deben multiplicar los esfuerzos de todos,
para que se protejan los derechos de los más vulnerables”.
A continuación recordó que la historia de la Iglesia italiana sabe
de muchas “posadas del Buen Samaritano”, donde los que sufren han
recibido “el aceite del consuelo y el vino de la esperanza”. “Pienso, en
particular, –destacó– en las numerosas instituciones sanitarias de
inspiración cristiana” y mientras expresaba a los presentes su aprecio
por la tarea llevada a cabo, los animó a seguir “la fantasía de la
caridad de los Fundadores”. “En el contexto actual, cuando la respuesta a
la cuestión de la salud de los más frágiles se hace cada vez más
difícil no dudéis en replantearos vuestras obras de caridad para ofrecer
un signo de la misericordia de Dios a los pobres que, con confianza y
esperanza, llaman a las puertas de vuestras estructuras”, reiteró el
Pontífice.
Entre los objetivos que San Juan Pablo II dio a la Jornada Mundial
del Enfermo, además de promover la cultura de la vida, estaba también
el de “involucrar a las diócesis, las comunidades cristianas, familias
religiosas sobre la importancia de la pastoral sanitaria”, dijo
FRANCISCO citando la carta escrita por su predecesor al Cardenal
Fiorenzo Angelini en 1992 con motivo de la institución de esa jornada.
“Hay muchos pacientes en los hospitales, pero muchos más en las casas,
cada vez más solos. Espero que sean visitados con frecuencia para que no
se sientan excluidos de la comunidad y puedan experimentar, gracias a
la cercanía de quienes los encuentran, la presencia de Cristo que pasa
hoy en día en medio de los enfermos de cuerpo y espíritu”. “Por
desgracia –afirmó citando su exhortación apostólica Evangelii gaudium– “la peor discriminación que sufren los pobres y los enfermos son
pobres de salud - es la falta de atención espiritual. [...] Necesitan a
Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su
Palabra, la celebración de los Sacramentos y la propuesta de un camino
de crecimiento y de maduración en la fe”.
“Las personas enfermas son miembros preciosos de la Iglesia –exclamó
al final de su discurso– Que con la gracia de Dios y la intercesión de
María, Salud de los enfermos, puede llegar a ser fuerte en la debilidad
"y recibir la gracia para completar lo que falta en nosotros de los
sufrimientos de Cristo, en favor de Iglesia su cuerpo; un cuerpo que, a
imagen de aquel del Señor resucitado, conserva las llagas, un signo de
dura lucha, pero son llagas transfiguradas para siempre por el amor”.