Kara, TOGO (Agencia Fides, 09/04/2018) – La misión de la iglesia nace de la misericordia,
de la compasión que se experimenta hacia la realidad espiritual y social
de los hombres. Misericordia, por su significado etimológico, significa
dejarse tocar por la miseria de los otros. La historia del Exodo representa un
cuadro bastante perfecto”: lo explica en una reflexión enviada a la
Agencia Fides, el p. Donald Zagore, teólogo de la Sociedad de las
Misiones Africanas, motivando la presencia y la acción de la iglesia en
la amplia y compleja realidad del continente africano.
“Hay dos actividades fundamentales que caracterizan la acción de Dios:
la primera es la atención que presta al sufrimiento humano. Se deja
tocar por la miseria de su gente, queda profundamente dolorido por el
sufrimiento. Pero Dios no se limita simplemente a simpatizar
emocionalmente, sino que actúa: sale de sí mismo y va al encuentro del
hombre, para ofrecerle la libertad de su salvación”, subraya el p.
Zagore.
“Cristo en su actividad salvífica hará lo mismo”, continúa el sacerdote.
“Permanece lleno de compasión por los pecadores, por los pobres, por la
angustia y por todos los que están encarcelados física, espiritual y
culturalmente. Para mostrar con qué frecuencia su corazón se conmueve
por el sufrimiento y la miseria humana, lamenta la muerte de su amigo
Lázaro. Cristo no se detiene simplemente en el aspecto compasivo sino
que actúa. Él sana a los enfermos, alimenta a las multitudes, resucita a
los muertos, perdona los pecados y anuncia años de bendición y
liberación para los prisioneros”. Esta perspectiva delinea el rostro de
la Iglesia en África que, en todos sus componentes, está siempre cerca
de los que sufren, para llevar las Buenas Nuevas del amor de Dios.
“Desde esta perspectiva emerge la esencia fundamental de la actividad
misionera de la Iglesia que consiste en la apertura al otro, a ser
tocado por las condiciones de miseria, sufrimiento espiritual, físico y
moral de los hombres. La Iglesia en África va a los suburbios, cruza las
fronteras, supera los obstáculos climáticos y culturales, ofrece la
libertad, la paz y la alegría que solo el Evangelio de Cristo proclamado
y vivido con celo puede ofrecer plenamente”.
Por último, analizando el aspecto misionero de la Iglesia, el p. Zagore
declara: “Una Iglesia que no es misericordiosa no puede ser misionera.
Porque la Iglesia es misionera y misericordiosa por naturaleza. No
podemos desvincular la misión de la misericordia. La misión y la
misericordia son parte esencial del ser de la Iglesia. La misión
fundamental de la Iglesia es ser un instrumento de misericordia para la
humanidad”, concluye el sacerdote.