Manila, FILIPINAS (Agencia Fides, 28/08/2018) - Temiendo por su vida, un sacerdote católico y
activista de Filipinas, se ha visto obligado a esconderse tras las
amenazas recibidas por criticar al presidente Rodrigo Duterte. El
sacerdote redentorista, el padre Amado L. Picardal, de 63 años,
activista pro derechos humanos y crítico con el presidente,
especialmente por su cruzada “contra las drogas”, ha ayudado a
documentar las ejecuciones extrajudiciales desde que Rodrigo Duterte era
alcalde de la ciudad de Davao.
El padre Picardal, profesor de teología, fue uno de los primeros
críticos hacia la represión lanzada por el presidente Duterte. El
sacerdote explica a Fides que el 27 de agosto se vio obligado a
retirarse “a un lugar seguro” después de unos hombres en una motocicleta
comenzasen a vigilar el monasterio de la ciudad de Cebú donde vive el
religioso. Su seguridad está en juego: “No podía salir a andar en
bicicleta, correr o caminar por los problemas de seguridad” explica el
sacerdote. “Salí de mi ermita en la montaña y me mudé a un lugar más
seguro para continuar mi vida como un ermitaño en la distancia, lejos de
los escuadrones de la muerte”, o de aquellas bandas de “vigilantes”
responsables de numerosas ejecuciones extrajudiciales.
El redentorista asegura que continuará criticando los “crímenes de
Estado” a pesar de sus problemas de seguridad, y confirma que está
dispuesto a declarar ante la Corte Penal Internacional, donde hay un
proceso abierto que acusa al presidente Duterte de ser responsable de
los homicidios de su cruzada contra las drogas que, según los datos
oficiales, se ha cobrado más de 4.500 muertes a manos de la policía y
unas 16.000 a manos de bandas. Organizaciones de derechos humanos han
informado de numerosos incidentes en los que la policía mató a
sospechosos desarmados y cuentan con pruebas de que las bandas de
“vigilantes” están a sueldo de los soldados para hacer el “trabajo
sucio”.
El portavoz del presidente, Harry Roque, ha asegurado que el padre
Picardal debe presentar una denuncia oficial de acuerdo a lo dictado por
el Tribunal Superior en lo referente a la protección de los derechos
humanos de cualquier persona que se sienta amenazada por las fuerzas del
estado. En los últimos meses, el sacerdote llamó la atención del
público y los medios de comunicación por su viaje en bicicleta para
protestar contra las ejecuciones extrajudiciales.
En Davao, Picardal declaró que había preparado un informe sobre las
matanzas perpetradas desde 1998 a 2015, los años en que Duterte fue
alcalde de la ciudad portuaria. El sacerdote ha ayudado a la Comisión de
Derechos Humanos a investigar las muertes. Picardal aseguró que las
investigaciones no detuvieron a Duterte porque los testigos fueron
amenazados. El redentorista ayudó a proporcionar refugio a antiguos
miembros de los llamados “escuadrones de la muerte” en Davao. Son
arrepentidos que podrían declarar ante la Corte Penal Internacional.
“Esta es probablemente una de las razones por las que fui blanco de
estos vigilantes”, asegura Picardal a la Agencia Fides.
Antes de que Duterte fuese elegido Presidente de la República, Picardal
había advertido de los peligros de su elección y alertó al grupo
Derechos Humanos para que siguiera de cerca y documentase cualquier
violación, convencido de que Duterte quería reproducir su campaña
violenta en todo el país.
“Soy consciente del peligro que corro desde que comencé a defender los
derechos humanos. Estoy listo para aceptar el martirio en defensa de la
vida y del Evangelio. Pero no lo busco ni voy a ser para ellos un blanco
fácil”, asegura. El religioso está escondido y ha recibido el apoyo
total de la Iglesia de Filipinas, también en primera línea de la crítica
a la campaña violenta y represiva del Presidente Duterte.