Asmara, ERITREA (Agencia Fides, 29/08/2018)- "La gente está feliz y contenta. El acuerdo de
paz con Etiopía ha hecho que se cumpliera el sueño del encuentro de dos
pueblos, que más que amigos, son hermanos". Así lo asegura un miembro de
la Iglesia católica, quien por razones de seguridad, pidió a Fides
permanecer en el anonimato. Según sus declaraciones, se respira un clima
de entusiasmo entre los eritreos después del acuerdo entre Asmara y
Addis Abeba firmado el 8 de julio tras 16 años de guerra y tensiones.
La paz todavía no ha traído la democracia en Eritrea. El régimen, uno de
los más represivos del mundo, mantiene todo su poder. "Las
demostraciones de júbilo fueron excepcionales", continúa el religioso.
"Durante la visita del primer ministro Abiy Ahmed a Asmara se exhibieron
más banderas que en el Día de la Independencia (28 de mayo de 1993).
Sin embargo, los eritreos saben que estos acuerdos de paz no significan
la implementación automática de reformas económicas, sociales y
políticas. Temen que, como ya ocurrió después de la independencia, sus
expectativas sean traicionadas una vez más".
Con los años, la guerra y las tensiones con Etiopía han sido una excusa
que el Presidente Isaias Afeworki ha utilizado hábilmente para
fortalecer su poder personal. Con el pretexto de un estado de
emergencia, suspendió la Constitución de 1997, encarceló a opositores,
ministros, intelectuales y a compañeros de partido que pedían el respeto
por la democracia. Cerró la Universidad y militarizó el Estado,
persiguió a líderes religiosos, y expulsó a los misioneros y a las ONG.
En 20 años ha también ha provocado el éxodo de al menos dos generaciones
de eritreos. "Por el momento no ha habido ninguna reforma interna y no
creo que la habrá. Isaias es demasiado orgulloso como para rectificar.
Solo si va al exilio podría habría haber alguna esperanza", indica el
religioso.
Mientras tanto los eritreos sueñan al ver el enorme progreso de los
últimos meses en la vecina Etiopía tras la llegada al poder de Abiy
Ahmed. "El primer ministro etíope, -concluye la fuente de Fides- está
realmente cambiando el país: ha promovido la reconciliación con los
grupos étnicos excluidos del poder, ha liberado a los presos políticos,
ha puesto en marcha reformas económicas, prometió elecciones libres y ha
pedido la colaboración de los líderes religiosos. En Eritrea no se
mueve nada. Los eritreos esperan que el hermoso sueño de la paz no se
convierta en una nueva pesadilla".