CIUDAD DEL VATICANO (Agencia Fides, 01/04/2020) – “El llamamiento del Secretario
General de las Naciones Unidas para un alto el fuego mundial es
necesario y oportuno. El hecho de que el Papa Francisco lo haya apoyado y
repetido hace que el llamamiento sea verdaderamente profético. La
emergencia de Covid-19 ha sido definida como 'pandemia', en el sentido
de que afecta a todos los pueblos y a todas las naciones. Por lo tanto,
requiere que todos los pueblos y naciones respondan juntos para proteger
nuestra familia humana común y nuestra 'casa común'. La emergencia de
Covid-19 nos insta a todos a ayudar a salvar vidas. Nuestro enemigo
común es la infección, no otros seres humanos. El alto el fuego
propuesto nos recuerda que debemos protegernos mutuamente, no matarnos
unos a otros. Y esperamos que cuando termine la pandemia (ojalá pronto),
el alto el fuego continúe como un estilo de vida". Así lo declara a la
Agencia Fides el Cardenal Luis Antonio G. Tagle,
Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos,
expresando su pleno apoyo al llamamiento por el alto el fuego global,
mientras el mundo se enfrenta a la pandemia del coronavirus.
“Cada situación de crisis - argumenta el cardenal Tagle -, puede
convertirse en un kairòs, un 'momento oportuno', dependiendo del
significado que percibamos, de la llamada que escuchamos y de la acción
que tomamos. La crisis actual nos ha revelado muchas cosas inquietantes.
Es vergonzoso que algunos países tengan reservas masivas de armas, pero
no tengan medicamentos, máscaras y equipos de protección. Es
escandaloso que la mayoría de los presupuestos nacionales vayan a las
armas, pero muy poco a los esfuerzos de diálogo y reconciliación. Es
increíble que algunas personas que tienen autoridad usen la emergencia
para golpear política y étnicamente, mientras que el virus no hace
ninguna diferencia entre grupos étnicos o convicciones políticas. Esta
crisis podría convertirse en una ocasión para la paz y la reconciliación
si nosotros, como una sola familia humana, tenemos la humildad de
reconocer la locura de la discriminación, los prejuicios, la dominación
y la violencia y también la humildad para elegir la acogida, el respeto,
la compasión, el servicio y la paz".
Por último el Prefecto del Dicasterio misionero recuerda a todas las
poblaciones que hoy en Asia, África y América Latina viven en
situaciones de violencia, conflicto, guerra: “No, es fácil decir algo a
las personas que sufren. A veces, dice más una presencia silenciosa.
Pero quiero decir que la Iglesia invita a las víctimas de conflictos y
guerras, especialmente en las partes más pobres del mundo, a seguir
deseando y soñando con la paz. Los cristianos creemos en la promesa que
nos hizo Jesús de estar siempre con nosotros, como dador de paz, amor y
vida de Dios. Él es nuestra esperanza. La Iglesia invita a todos los
cristianos y personas de buena voluntad a promover la paz a través de
pequeños y simples gestos, con una presencia compasiva. A las víctimas,
probadas y cansadas de las guerras, me gustaría decirles que sus
lágrimas, sus dolores y sus esperanzas no se desperdiciarán. En las
manos de Dios, los pobres reeducarán las conciencias y re-orientarán la
historia humana".