Kofale, ETIOPÍA (Agencia Fides, 03/05/2016) – “Esta Pascua se ha caracterizado por la lluvia y
la oscuridad. Nos hemos quedado sin electricidad todo el día del Sábado
Santo y el domingo. En previsión de que no habría suficiente espacio en
la iglesia, hemos preparado la liturgia del agua y del bautismo en el
atrio de nuestra pequeña iglesia de Kofale. Todo bien preparado con
césped, flores y una gran lámpara, pero la electricidad no ha
regresado”. Así narra a la Agencia Fides cómo ha celebrado en su
comunidad la Santa Pascua, el domingo, 1 de mayo, el padre Angelo
Antolini, Prefecto Apostólico de Bata.
“Ha llovido toda la tarde - continúa - y no ha sido nada fácil manejar a
las 180 personas que han asistido a la vigilia, pero lo hemos
conseguido y todo ha salido bien. Nos hemos organizado con un generador
para la noche y durante la procesión de la luz, que siempre hacemos
partiendo de la casa adyacente de las hermanas, luego la lluvia a
disminuido. Después en la iglesia, hemos organizado a todos en orden,
los de Kofale, Gode y Denda, los que iban a recibir el bautismo, la
confirmación y los otros sacramentos, los niños pequeños también han
tenido su lugar para dormir cuando lo han necesitado.
La liturgia de la Palabra se ha llevado a cabo de forma ordenada y con
atención. Cada tres lecturas he dejado un espacio para la reflexión. He
dedicado alguna palabra según me ha inspirado el Señor, y con confianza
en Él, así, con su ayuda he podido dar una palabra simple, pero profunda
y sentida. A la una de la mañana llegamos a la liturgia del agua. Parecía que había parado de llover. Nada más salir ha comenzado de nuevo
una llovizna molesta y, además, la gran lámpara no se ha querido
encender. Han sido algunos momentos de pánico hasta encontrar una
solución con otra luz dispuesta en ese momento, y una gran cantidad de
confusión mientras treinta catecúmenos trataban de ponerse en orden de
alguna manera con sus padrinos. La llovizna nos ha acompañado todo el
tiempo.
La liturgia eucarística ha sido mucho más rápida, pero también muy
profunda con la conmoción de los neófitos, verdaderamente conmovidos
ante el misterio. La presencia del Espíritu del Señor resucitado ha sido
palpable, casi física, y nos ha dado una profunda paz al corazón. Hemos
terminado poco antes de las tres, y con toda la comunidad hemos comido
el tradicional cordero pascual”. “En esta noche de Pascua - concluye el
padre Angelo – con la lectura del Evangelio: ... él no está aquí; ¡ha
resucitado! - Inni as hin jiru; ka’eera!, he sentido una gran emoción,
rodeado del afecto de todos mis hermanos.