viernes, 1 de julio de 2016

FRANCISCO: Ángelus de junio 2016 (29, 19, 12 y 5)

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO
JUNIO 2016


SOLEMNIDAD DE LOS SANTOS APÓSTOLES PEDRO Y PABLO



Plaza de San Pedro
Miércoles 29 de junio de 2016

¡Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
Celebramos hoy la fiesta de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, alabando a Dios por su predicación y su testimonio. Sobre la fe de estos dos Apóstoles se funda la Iglesia de Roma, que desde siempre los venera como patronos. Todavía, es toda la Iglesia universal la que mira hacia ellos con admiración, considerándolos dos columnas y dos grandes luces que brillan no sólo en el cielo de Roma, sino en el corazón de los creyentes de Oriente y de Occidente.

En la narración de la misión de los Apóstoles, el Evangelio nos dice que Jesús los envió de dos en dos (cfr Mt 10,1; Lc 10,1). En cierto sentido también Pedro y Pablo, desde Tierra Santa, fueron enviados hasta Roma, para predicar el Evangelio. Eran dos hombres muy distintos el uno del otro: Pedro “un humilde pescador”. Pablo “maestro y doctor”, como reza la liturgia de hoy. Pero si aquí en Roma conocemos a Jesús, si la fe cristiana es parte viva y fundamental del patrimonio espiritual y de la cultura de este territorio, se debe al coraje apostólico de estos dos hijos del Cercano Oriente. Ellos, por amor de Cristo, dejaron su patria y, descuidando las dificultades del largo viaje y de los riesgos y de la desconfianza que habían de encontrar, llegaron a Roma. Aquí se hicieron anunciadores y testigos del Evangelio entre la gente y sellaron con el martirio su misión de fe y de caridad.
 
Pedro y Pablo hoy vuelven idealmente entre nosotros, vuelven a recorrer las calles de esta Ciudad, llaman a la puerta de nuestras casas, pero sobre todo de nuestros corazones. Quieren traer de vuelta a Jesús, su amor misericordioso, su consolación, su paz ¡Tenemos tanta necesidad de ello! ¡Acojamos su mensaje! ¡Guardemos el tesoro de su testimonio! La fe escueta y firme de Pedro, el corazón grande y universal de Pablo nos ayudarán a ser cristianos alegres, fieles al Evangelio y abiertos al encuentro con todos.
Durante la Santa Misa en la Basílica de San Pedro, he bendecido los Palios de los Arzobispos Metropolitanos nombrados en el último año, provenientes de diversos países. Renuevo mi saludo y les deseo a ellos, a sus familiares y a cuantos los han acompañado en esta peregrinación; y los aliento a proseguir con alegría su misión al servicio del Evangelio, en comunión con toda la Iglesia y especialmente con la Sede de Pedro, como expresa precisamente el signo del Palio. En la misma celebración, he acogido con alegría y afecto a los Miembros de la Delegación venida a Roma en nombre del Patriarca Ecuménico, el queridísimo hermano Bartolomé. También esta presencia es signo de los fraternos lazos que existen entre nuestras Iglesias. Oremos para que se refuercen cada vez más los vínculos de comunión y el común testimonio.
 
A la Virgen María, Salus Populi Romani, encomendamos hoy al mundo entero, y, en particular esta ciudad de Roma, para que pueda encontrar siempre en los valores espirituales y morales que la enriquecen el fundamento de su vida social y de su misión en Italia, en Europa y en el mundo».
 


 
Después del Ángelus:
 
Queridos hermanos y hermanas,
Ayer por la noche, enEstambul, se llevó a cabo un atroz ataque terrorista, que ha matado y herido a nuchas personas. Oremos por las víctimas, por los familiares y  por el querido pueblo turco. Que el Señor convierta los corazones de los violentos y sostenga nuestros pasos sobre la vía de la paz. Oremos en silencio.
 
[Un momento de silencio]
 
Ave María…
 
Hace poco ha concluido, en Roma, la Conferencia Internacional sobre inversiones responsables de impacto social, intitulata: “Hacer del Año de la Misericordia un año de impacto para los pobres”. Que las inversiones privadas, unidas a las públicas, favorezcan la superación de la pobreza de tantas personas marginadas.
 
Dirijo un cordial saludo a todos vosotros, familias, grupos parroquiales, asociaciones y fieles provenites de Italia y de tantas partes del mundo, especialmente de España, de Ucrania y de China. Saludo a los estudiantes de las escuelas católicas de Londres y de los Estados Unidos de América, y a las Hermanas de la USMI de Lombardía.
 

Mi saludo hoy va sobretodo para los fieles de Roma, ¡en la fiesta de los Santos Pedro y Pablo, Patrones de la Ciudad! Por tal ocasión la asociación “Pro Loco” de Roma ha promovido la tradicional Infiorata, realizada por diversos artistas y por voluntarios del Servicio Civil. ¡Gracias por esta iniciativa y por las bellas representaciones florales! Deseo recordar también el espectáculo pirotécnico que tendrá lugar esta noche en la Plaza del Pueblo, cuya recaudación será destinada a las obras de caridad en Tierra Santa y en los Países del Medio Oriente.
A todos vosotros deseo una buena fiesta, la fiesta de los Patrones de Roma. Por favor, no se olviden de rezar por mí, ¡Buen almuerzo y adiós!

(Traducción del original italiano: http://catolicidad.blogspot.mx)



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Plaza de San Pedro
Domingo 19 de junio de 2016



Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


El pasaje evangélico de este domingo (Lc 9, 18-24) nos llama una vez más a confrontarnos, por así decirlo, «cara a cara» con Jesús. En uno de los raros momentos tranquilos en los que se encuentra solo con sus discípulos, Él les pregunta: «¿Quién dice la gente que soy yo?» (v. 18). Y ellos responden: «Juan el Bautista; otros, que Elías; otros que un profeta de los antiguos había resucitado» (v. 19). Por lo tanto la gente apreciaba a Jesús y lo consideraba un gran profeta, pero aún no era consciente de su verdadera identidad, es decir que Él fuera el Mesías, el Hijo de Dios enviado por el Padre para la salvación de todos.


Jesús, entonces, se dirige directamente a los apóstoles —porque es esto lo que más le interesa— y pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». E inmediatamente en nombre de todos, Pedro responde: «El Cristo de Dios» (v. 20), es decir: Tú eres el Mesías, el Consagrado de Dios, mandado por Él para salvar a su pueblo según la Alianza y la promesa. Así Jesús se da cuenta que los Doce, y en particular Pedro, han recibido del Padre el don de la fe; y para esto comienza a hablar abiertamente —así dice el Evangelio: «abiertamente»— de lo que le esperaba en Jerusalén: «El Hijo del hombre —dice— debe sufrir mucho, y ser reprochado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día» (v. 22).


Esas mismas preguntas se nos vuelven a proponer a cada uno de nosotros: «¿Quién es Jesús para la gente de nuestro tiempo?». Pero la otra es más importante: «¿Quién es Jesús para cada uno de nosotros?». Para mí, para ti... ¿Quién es Jesús para cada uno de nosotros? Estamos llamados a hacer de la respuesta de Pedro nuestra respuesta, profesando con gozo que Jesús es el Hijo de Dios, la Palabra eterna del Padre que se ha hecho hombre para redimir a la humanidad, derramando en ella la abundancia de la misericordia divina. El mundo tiene hoy más que nunca necesidad de Cristo, de su salvación, de su amor misericordioso. Muchas personas perciben un vacío a su alrededor y dentro de sí —quizá, algunas veces, también nosotros—; otros viven en la inquietud y la incertidumbre a causa de la precariedad y los conflictos. Todos tenemos necesidad de respuestas adecuadas a nuestras preguntas, a nuestros interrogantes concretos. En Cristo, sólo en Él, es posible encontrar la paz verdadera y el cumplimiento de toda aspiración humana. Jesús conoce el corazón del hombre como ninguno. Por esto lo puede sanar, dándole vida y consuelo.


Después de haber concluido el diálogo con los Apóstoles, Jesús se dirige a todos diciendo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame» (v. 23). No se trata de una cruz ornamental, o de una cruz ideológica, sino que es la cruz del propio deber, la cruz del sacrificarse por los demás con amor —por los padres, los hijos, la familia, los amigos, también por los enemigos—, la cruz de la disponibilidad para ser solidarios con los pobres, para comprometerse por la justicia y la paz. Asumiendo esta actitud, estas cruces, siempre se pierde algo. No debemos olvidar jamás que «quien perderá la propia vida [por Cristo], la salvará» (v. 24). Es un perder para ganar. Y recordamos a todos nuestros hermanos que aún hoy ponen en práctica estas palabras de Jesús, ofreciendo su tiempo, su trabajo, su propia fatiga y hasta su vida para no renegar de su fe en Cristo. Jesús, mediante su Espíritu Santo, nos da la fuerza para ir hacia adelante en el camino de la fe y del testimonio: actuar de acuerdo con lo que creemos; no decir una cosa y hacer otra. Y en este camino la Virgen siempre está cerca nuestro y nos precede: dejémonos tomar de la mano por ella, cuando atravesamos los momentos más oscuros y difíciles.



Después del Ángelus


Queridos hermanos y hermanas:


Ayer, en Foggia, se celebró la beatificación de María Celeste Crostarosa, monja, fundadora de la Orden del Santísimo Redentor.


Que la nueva beata, con su ejemplo y su intercesión, nos ayude a conformar toda nuestra vida a Jesús, nuestro Salvador.


Hoy, solemnidad de Pentecostés, según el calendario juliano seguido por la Iglesia ortodoxa, con la celebración de la Divina Liturgia ha iniciado en Creta el Concilio Panortodoxo.


Unámonos a la oración de nuestros hermanos ortodoxos, invocando al Espíritu Santo para que asista con sus dones a los Patriarcas, los Arzobispos y los Obispos reunidos en Concilio. Y todos juntos pidamos a la Virgen por nuestros hermanos ortodoxos. «Avemaría...».


Mañana se celebra la Jornada mundial del refugiado promovida por la ONU. El tema de este año es: «Con los refugiados. Nosotros estamos de la parte de quien se ve obligado a huir». Los refugiados son personas como todos, pero a quienes la guerra les ha quitado la casa, el trabajo, los familiares, los amigos. Sus historias y sus rostros nos llaman a renovar el compromiso para construir la paz en la justicia.


Por esto queremos estar con ellos: salir a su encuentro, acogerlos, escucharlos, para ser juntos artesanos de paz según la voluntad de Dios.


Dirijo mi saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos; en particular a los estudiantes de la London Oratory School, a los fieles de Estocolmo y a las comunidades africanas francófonas de Italia.


Deseo a todos un feliz domingo; y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta luego!
 

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Plaza de San Pedro
Domingo 12 de junio de 2016



Queridos hermanos y hermanas:


Ayer en Vercelli, fue proclamado beato el sacerdote Giacomo Abbondo, quien vivió en el siglo xviii, enamorado de Dios, culto, siempre disponible para sus feligreses. Nos unimos al gozo y al acción de gracias de la diócesis de Vercelli. Así como también a la de Monreale, donde hoy se beatifica a la religiosa Carolina Santocanale, fundadora de las Hermanas capuchinas de la Inmaculada de Lourdes. Nacida en una familia noble de Palermo, abandonó las comodidades y se hizo pobre entre los pobres. De Cristo, especialmente en la Eucaristía, tomó la fuerza para su maternidad espiritual y su ternura para con los más débiles.


En el marco del Jubileo de los enfermos ha tenido lugar en los días pasados en Roma un Congreso internacional dedicado al cuidado de las personas afectadas por la enfermedad de Hansen. Saludo con agradecimiento a los organizadores y participantes y os deseo un fructífero compromiso en la lucha contra esta enfermedad.


Hoy se celebra la Jornada mundial contra el trabajo infantil. Renovemos todos unidos el esfuerzo para suprimir las causas de esta esclavitud moderna, que priva a millones de niños de algunos derechos fundamentales y los expone a graves peligros. Hoy existen muchos niños esclavos en el mundo.


Saludo con afecto a todos los peregrinos llegados de Italia y de varios países para esta jornada jubilar. Agradezco de manera especial a vosotros, que habéis querido estar presentes con vuestra condición de enfermedad y discapacidad.


Un sentido agradecimiento también a los médicos y agentes sanitarios quienes en los «Puntos de salud» preparados en las cuatro basílicas papales, ofrecen citas especializadas a cientos de personas que viven a las afueras de la ciudad de Roma. ¡Muchas gracias a vosotros!


La Virgen María, a quien nos dirigimos ahora en oración, nos acompañe siempre en nuestro camino.
 
 
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Plaza de San Pedro
Domingo 5 de junio de 2016




Queridos hermanos y hermanas:


Os saludo a todos vosotros, que habéis participado en esta celebración. De modo especial agradezco a las delegaciones oficiales llegadas por las canonizaciones: la de Polonia, encabezada por el presidente de la República, y la de Suecia. Que el Señor, por intercesión de los dos nuevos santos, bendiga a vuestras naciones.


Saludo con afecto a los numerosos grupos de peregrinos de Italia y de diversos países, en particular a los fieles provenientes de Estonia, así como también a los de la diócesis de Bolonia y las bandas musicales.


Todos juntos nos dirigimos ahora en oración a la Virgen María, para que nos guíe siempre por el camino de la santidad y nos sostenga al construir día a día la justicia y la paz.



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