ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO
JUNIO 2016
SOLEMNIDAD DE LOS SANTOS APÓSTOLES PEDRO Y PABLO
Después del Ángelus:
Queridos hermanos y hermanas,
Ayer por la noche, enEstambul, se llevó a cabo un atroz ataque terrorista, que ha matado y herido a nuchas personas. Oremos por las víctimas, por los familiares y por el querido pueblo turco. Que el Señor convierta los corazones de los violentos y sostenga nuestros pasos sobre la vía de la paz. Oremos en silencio.
[Un momento de silencio]
Ave María…
Hace poco ha concluido, en Roma, la Conferencia Internacional sobre inversiones responsables de impacto social, intitulata: “Hacer del Año de la Misericordia un año de impacto para los pobres”. Que las inversiones privadas, unidas a las públicas, favorezcan la superación de la pobreza de tantas personas marginadas.
Dirijo un cordial saludo a todos vosotros, familias, grupos parroquiales, asociaciones y fieles provenites de Italia y de tantas partes del mundo, especialmente de España, de Ucrania y de China. Saludo a los estudiantes de las escuelas católicas de Londres y de los Estados Unidos de América, y a las Hermanas de la USMI de Lombardía.
Mi saludo hoy va sobretodo para los fieles de Roma, ¡en la fiesta de los Santos Pedro y Pablo, Patrones de la Ciudad! Por tal ocasión la asociación “Pro Loco” de Roma ha promovido la tradicional Infiorata, realizada por diversos artistas y por voluntarios del Servicio Civil. ¡Gracias por esta iniciativa y por las bellas representaciones florales! Deseo recordar también el espectáculo pirotécnico que tendrá lugar esta noche en la Plaza del Pueblo, cuya recaudación será destinada a las obras de caridad en Tierra Santa y en los Países del Medio Oriente.
A todos vosotros deseo una buena fiesta, la fiesta de los Patrones de Roma. Por favor, no se olviden de rezar por mí, ¡Buen almuerzo y adiós!
SOLEMNIDAD DE LOS SANTOS APÓSTOLES PEDRO Y PABLO
Plaza de San Pedro
Miércoles 29 de junio de 2016
Miércoles 29 de junio de 2016
¡Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
Celebramos hoy la fiesta de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, alabando a Dios por su predicación y su testimonio. Sobre la fe de estos dos Apóstoles se funda la Iglesia de Roma, que desde siempre los venera como patronos. Todavía, es toda la Iglesia universal la que mira hacia ellos con admiración, considerándolos dos columnas y dos grandes luces que brillan no sólo en el cielo de Roma, sino en el corazón de los creyentes de Oriente y de Occidente.
En la narración de la misión de los Apóstoles, el Evangelio nos dice que Jesús los envió de dos en dos (cfr Mt 10,1; Lc 10,1). En cierto sentido también Pedro y Pablo, desde Tierra Santa, fueron enviados hasta Roma, para predicar el Evangelio. Eran dos hombres muy distintos el uno del otro: Pedro “un humilde pescador”. Pablo “maestro y doctor”, como reza la liturgia de hoy. Pero si aquí en Roma conocemos a Jesús, si la fe cristiana es parte viva y fundamental del patrimonio espiritual y de la cultura de este territorio, se debe al coraje apostólico de estos dos hijos del Cercano Oriente. Ellos, por amor de Cristo, dejaron su patria y, descuidando las dificultades del largo viaje y de los riesgos y de la desconfianza que habían de encontrar, llegaron a Roma. Aquí se hicieron anunciadores y testigos del Evangelio entre la gente y sellaron con el martirio su misión de fe y de caridad.
Pedro y Pablo hoy vuelven idealmente entre nosotros, vuelven a recorrer las calles de esta Ciudad, llaman a la puerta de nuestras casas, pero sobre todo de nuestros corazones. Quieren traer de vuelta a Jesús, su amor misericordioso, su consolación, su paz ¡Tenemos tanta necesidad de ello! ¡Acojamos su mensaje! ¡Guardemos el tesoro de su testimonio! La fe escueta y firme de Pedro, el corazón grande y universal de Pablo nos ayudarán a ser cristianos alegres, fieles al Evangelio y abiertos al encuentro con todos.
Durante la Santa Misa en la Basílica de San Pedro, he bendecido los Palios de los Arzobispos Metropolitanos nombrados en el último año, provenientes de diversos países. Renuevo mi saludo y les deseo a ellos, a sus familiares y a cuantos los han acompañado en esta peregrinación; y los aliento a proseguir con alegría su misión al servicio del Evangelio, en comunión con toda la Iglesia y especialmente con la Sede de Pedro, como expresa precisamente el signo del Palio. En la misma celebración, he acogido con alegría y afecto a los Miembros de la Delegación venida a Roma en nombre del Patriarca Ecuménico, el queridísimo hermano Bartolomé. También esta presencia es signo de los fraternos lazos que existen entre nuestras Iglesias. Oremos para que se refuercen cada vez más los vínculos de comunión y el común testimonio.
A la Virgen María, Salus Populi Romani, encomendamos hoy al mundo entero, y, en particular esta ciudad de Roma, para que pueda encontrar siempre en los valores espirituales y morales que la enriquecen el fundamento de su vida social y de su misión en Italia, en Europa y en el mundo».
Celebramos hoy la fiesta de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, alabando a Dios por su predicación y su testimonio. Sobre la fe de estos dos Apóstoles se funda la Iglesia de Roma, que desde siempre los venera como patronos. Todavía, es toda la Iglesia universal la que mira hacia ellos con admiración, considerándolos dos columnas y dos grandes luces que brillan no sólo en el cielo de Roma, sino en el corazón de los creyentes de Oriente y de Occidente.
En la narración de la misión de los Apóstoles, el Evangelio nos dice que Jesús los envió de dos en dos (cfr Mt 10,1; Lc 10,1). En cierto sentido también Pedro y Pablo, desde Tierra Santa, fueron enviados hasta Roma, para predicar el Evangelio. Eran dos hombres muy distintos el uno del otro: Pedro “un humilde pescador”. Pablo “maestro y doctor”, como reza la liturgia de hoy. Pero si aquí en Roma conocemos a Jesús, si la fe cristiana es parte viva y fundamental del patrimonio espiritual y de la cultura de este territorio, se debe al coraje apostólico de estos dos hijos del Cercano Oriente. Ellos, por amor de Cristo, dejaron su patria y, descuidando las dificultades del largo viaje y de los riesgos y de la desconfianza que habían de encontrar, llegaron a Roma. Aquí se hicieron anunciadores y testigos del Evangelio entre la gente y sellaron con el martirio su misión de fe y de caridad.
Pedro y Pablo hoy vuelven idealmente entre nosotros, vuelven a recorrer las calles de esta Ciudad, llaman a la puerta de nuestras casas, pero sobre todo de nuestros corazones. Quieren traer de vuelta a Jesús, su amor misericordioso, su consolación, su paz ¡Tenemos tanta necesidad de ello! ¡Acojamos su mensaje! ¡Guardemos el tesoro de su testimonio! La fe escueta y firme de Pedro, el corazón grande y universal de Pablo nos ayudarán a ser cristianos alegres, fieles al Evangelio y abiertos al encuentro con todos.
Durante la Santa Misa en la Basílica de San Pedro, he bendecido los Palios de los Arzobispos Metropolitanos nombrados en el último año, provenientes de diversos países. Renuevo mi saludo y les deseo a ellos, a sus familiares y a cuantos los han acompañado en esta peregrinación; y los aliento a proseguir con alegría su misión al servicio del Evangelio, en comunión con toda la Iglesia y especialmente con la Sede de Pedro, como expresa precisamente el signo del Palio. En la misma celebración, he acogido con alegría y afecto a los Miembros de la Delegación venida a Roma en nombre del Patriarca Ecuménico, el queridísimo hermano Bartolomé. También esta presencia es signo de los fraternos lazos que existen entre nuestras Iglesias. Oremos para que se refuercen cada vez más los vínculos de comunión y el común testimonio.
A la Virgen María, Salus Populi Romani, encomendamos hoy al mundo entero, y, en particular esta ciudad de Roma, para que pueda encontrar siempre en los valores espirituales y morales que la enriquecen el fundamento de su vida social y de su misión en Italia, en Europa y en el mundo».
Después del Ángelus:
Queridos hermanos y hermanas,
Ayer por la noche, enEstambul, se llevó a cabo un atroz ataque terrorista, que ha matado y herido a nuchas personas. Oremos por las víctimas, por los familiares y por el querido pueblo turco. Que el Señor convierta los corazones de los violentos y sostenga nuestros pasos sobre la vía de la paz. Oremos en silencio.
[Un momento de silencio]
Ave María…
Hace poco ha concluido, en Roma, la Conferencia Internacional sobre inversiones responsables de impacto social, intitulata: “Hacer del Año de la Misericordia un año de impacto para los pobres”. Que las inversiones privadas, unidas a las públicas, favorezcan la superación de la pobreza de tantas personas marginadas.
Dirijo un cordial saludo a todos vosotros, familias, grupos parroquiales, asociaciones y fieles provenites de Italia y de tantas partes del mundo, especialmente de España, de Ucrania y de China. Saludo a los estudiantes de las escuelas católicas de Londres y de los Estados Unidos de América, y a las Hermanas de la USMI de Lombardía.
Mi saludo hoy va sobretodo para los fieles de Roma, ¡en la fiesta de los Santos Pedro y Pablo, Patrones de la Ciudad! Por tal ocasión la asociación “Pro Loco” de Roma ha promovido la tradicional Infiorata, realizada por diversos artistas y por voluntarios del Servicio Civil. ¡Gracias por esta iniciativa y por las bellas representaciones florales! Deseo recordar también el espectáculo pirotécnico que tendrá lugar esta noche en la Plaza del Pueblo, cuya recaudación será destinada a las obras de caridad en Tierra Santa y en los Países del Medio Oriente.
A todos vosotros deseo una buena fiesta, la fiesta de los Patrones de Roma. Por favor, no se olviden de rezar por mí, ¡Buen almuerzo y adiós!
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Plaza de San Pedro
Domingo 19 de junio de 2016
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El pasaje evangélico de este domingo (Lc 9, 18-24) nos llama
una vez más a confrontarnos, por así decirlo, «cara a cara» con Jesús.
En uno de los raros momentos tranquilos en los que se encuentra solo con
sus discípulos, Él les pregunta: «¿Quién dice la gente que soy yo?» (v.
18). Y ellos responden: «Juan el Bautista; otros, que Elías; otros que
un profeta de los antiguos había resucitado» (v. 19). Por lo tanto la
gente apreciaba a Jesús y lo consideraba un gran profeta, pero aún no
era consciente de su verdadera identidad, es decir que Él fuera el
Mesías, el Hijo de Dios enviado por el Padre para la salvación de todos.
Jesús, entonces, se dirige directamente a los apóstoles —porque es
esto lo que más le interesa— y pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que
soy yo?». E inmediatamente en nombre de todos, Pedro responde: «El
Cristo de Dios» (v. 20), es decir: Tú eres el Mesías, el Consagrado de
Dios, mandado por Él para salvar a su pueblo según la Alianza y la
promesa. Así Jesús se da cuenta que los Doce, y en particular Pedro, han
recibido del Padre el don de la fe; y para esto comienza a hablar
abiertamente —así dice el Evangelio: «abiertamente»— de lo que le
esperaba en Jerusalén: «El Hijo del hombre —dice— debe sufrir mucho, y
ser reprochado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas,
ser matado y resucitar al tercer día» (v. 22).
Esas mismas preguntas se nos vuelven a proponer a cada uno de
nosotros: «¿Quién es Jesús para la gente de nuestro tiempo?». Pero la
otra es más importante: «¿Quién es Jesús para cada uno de nosotros?».
Para mí, para ti... ¿Quién es Jesús para cada uno de nosotros? Estamos
llamados a hacer de la respuesta de Pedro nuestra respuesta, profesando
con gozo que Jesús es el Hijo de Dios, la Palabra eterna del Padre que
se ha hecho hombre para redimir a la humanidad, derramando en ella la
abundancia de la misericordia divina. El mundo tiene hoy más que nunca
necesidad de Cristo, de su salvación, de su amor misericordioso. Muchas
personas perciben un vacío a su alrededor y dentro de sí —quizá, algunas
veces, también nosotros—; otros viven en la inquietud y la
incertidumbre a causa de la precariedad y los conflictos. Todos tenemos
necesidad de respuestas adecuadas a nuestras preguntas, a nuestros
interrogantes concretos. En Cristo, sólo en Él, es posible encontrar la
paz verdadera y el cumplimiento de toda aspiración humana. Jesús conoce
el corazón del hombre como ninguno. Por esto lo puede sanar, dándole
vida y consuelo.
Después de haber concluido el diálogo con los Apóstoles, Jesús se
dirige a todos diciendo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a
sí mismo, tome su cruz cada día y sígame» (v. 23). No se trata de una
cruz ornamental, o de una cruz ideológica, sino que es la cruz del
propio deber, la cruz del sacrificarse por los demás con amor —por los
padres, los hijos, la familia, los amigos, también por los enemigos—, la
cruz de la disponibilidad para ser solidarios con los pobres, para
comprometerse por la justicia y la paz. Asumiendo esta actitud, estas
cruces, siempre se pierde algo. No debemos olvidar jamás que «quien
perderá la propia vida [por Cristo], la salvará» (v. 24). Es un perder
para ganar. Y recordamos a todos nuestros hermanos que aún hoy ponen en
práctica estas palabras de Jesús, ofreciendo su tiempo, su trabajo, su
propia fatiga y hasta su vida para no renegar de su fe en Cristo. Jesús,
mediante su Espíritu Santo, nos da la fuerza para ir hacia adelante en
el camino de la fe y del testimonio: actuar de acuerdo con lo que
creemos; no decir una cosa y hacer otra. Y en este camino la Virgen
siempre está cerca nuestro y nos precede: dejémonos tomar de la mano por
ella, cuando atravesamos los momentos más oscuros y difíciles.
Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas:
Ayer, en Foggia, se celebró la beatificación de María Celeste Crostarosa, monja, fundadora de la Orden del Santísimo Redentor.
Que la nueva beata, con su ejemplo y su intercesión, nos ayude a conformar toda nuestra vida a Jesús, nuestro Salvador.
Hoy, solemnidad de Pentecostés, según el calendario juliano seguido
por la Iglesia ortodoxa, con la celebración de la Divina Liturgia ha
iniciado en Creta el Concilio Panortodoxo.
Unámonos a la oración de nuestros hermanos ortodoxos, invocando al
Espíritu Santo para que asista con sus dones a los Patriarcas, los
Arzobispos y los Obispos reunidos en Concilio. Y todos juntos pidamos a
la Virgen por nuestros hermanos ortodoxos. «Avemaría...».
Mañana se celebra la Jornada mundial del refugiado promovida por la ONU. El tema de este año es: «Con los refugiados. Nosotros estamos de la parte de quien se ve obligado a huir».
Los refugiados son personas como todos, pero a quienes la guerra les ha
quitado la casa, el trabajo, los familiares, los amigos. Sus historias y
sus rostros nos llaman a renovar el compromiso para construir la paz en
la justicia.
Por esto queremos estar con ellos: salir a su encuentro, acogerlos, escucharlos, para ser juntos artesanos de paz según la voluntad de Dios.
Dirijo mi saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos; en particular a los estudiantes de la London Oratory School, a los fieles de Estocolmo y a las comunidades africanas francófonas de Italia.
Deseo a todos un feliz domingo; y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta luego!
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Plaza de San Pedro
Domingo 12 de junio de 2016
Queridos hermanos y hermanas:
Ayer en Vercelli, fue proclamado beato el sacerdote Giacomo Abbondo,
quien vivió en el siglo xviii, enamorado de Dios, culto, siempre
disponible para sus feligreses. Nos unimos al gozo y al acción de
gracias de la diócesis de Vercelli. Así como también a la de Monreale,
donde hoy se beatifica a la religiosa Carolina Santocanale, fundadora de
las Hermanas capuchinas de la Inmaculada de Lourdes. Nacida en una
familia noble de Palermo, abandonó las comodidades y se hizo pobre entre
los pobres. De Cristo, especialmente en la Eucaristía, tomó la fuerza
para su maternidad espiritual y su ternura para con los más débiles.
En el marco del Jubileo de los enfermos ha tenido lugar en los días pasados en Roma un Congreso internacional dedicado al cuidado de las personas afectadas por la enfermedad de Hansen.
Saludo con agradecimiento a los organizadores y participantes y os
deseo un fructífero compromiso en la lucha contra esta enfermedad.
Hoy se celebra la Jornada mundial contra el trabajo infantil.
Renovemos todos unidos el esfuerzo para suprimir las causas de esta
esclavitud moderna, que priva a millones de niños de algunos derechos
fundamentales y los expone a graves peligros. Hoy existen muchos niños
esclavos en el mundo.
Saludo con afecto a todos los peregrinos llegados de Italia y de
varios países para esta jornada jubilar. Agradezco de manera especial a
vosotros, que habéis querido estar presentes con vuestra condición de
enfermedad y discapacidad.
Un sentido agradecimiento también a los médicos y agentes sanitarios
quienes en los «Puntos de salud» preparados en las cuatro basílicas
papales, ofrecen citas especializadas a cientos de personas que viven a
las afueras de la ciudad de Roma. ¡Muchas gracias a vosotros!
La Virgen María, a quien nos dirigimos ahora en oración, nos acompañe siempre en nuestro camino.
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Plaza de San Pedro
Domingo 5 de junio de 2016
Domingo 5 de junio de 2016
Os saludo a todos vosotros, que habéis participado en esta celebración. De modo especial agradezco a las delegaciones oficiales llegadas por las canonizaciones: la de Polonia, encabezada por el presidente de la República, y la de Suecia. Que el Señor, por intercesión de los dos nuevos santos, bendiga a vuestras naciones.
Saludo con afecto a los numerosos grupos de peregrinos de Italia y de diversos países, en particular a los fieles provenientes de Estonia, así como también a los de la diócesis de Bolonia y las bandas musicales.
Todos juntos nos dirigimos ahora en oración a la Virgen María, para que nos guíe siempre por el camino de la santidad y nos sostenga al construir día a día la justicia y la paz.
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