CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va/ - Septiembre 10 de 2016). La relación entre misericordia y redención ha sido el tema de la
catequesis del Santo Padre FRANCISCO durante la Audiencia Jubilar de este sábado
en la Plaza de San Pedro. Muy cerca del Papa había esta vez una estatua
de piedra de santa Inés de Bohemia, regalo de la República Checa,
traída por los fieles de esa nación durante su peregrinación nacional
con motivo del Año Santo de la Misericordia.
“La palabra redención, que hace referencia a la salvación que Dios nos
ha procurado mediante la sangre de su hijo Jesús, se utiliza poco”,
observó FRANCISCO, y “sin embargo, es fundamental porque indica la
liberación más radical que Dios podía realizar por nosotros, por toda la
humanidad y para toda la creación”. “Parece que al hombre de hoy no
ya no le guste pensar que ha sido liberado y salvado por una
intervención divina”, dijo. “Se hace la ilusión de que su libertad es la
fuerza para conseguir todo; incluso se enorgullece de ello. Pero en
realidad no es así. ¡Cuántas ilusiones se venden bajo el pretexto de la
libertad y cuántas nuevas formas de esclavitud se crean en nuestros
días en nombre de una falsa libertad!...Tantos, tantos esclavos: “Lo
hago porque quiero, tomo droga porque me gusta, soy libre…” ¡Son
esclavos! Se vuelven esclavos en nombre de la libertad. Todos hemos
visto personas así, que al final terminan por los suelos. Necesitamos
que Dios nos libre de todas las formas de indiferencia, de egoísmo y de
autosuficiencia”.
“Haciéndose uno de nosotros, el Señor Jesús no sólo asume la
condición humana, sino que nos eleva a la posibilidad de ser hijos de
Dios –explicó- Con su muerte y resurrección, Jesucristo, el Cordero
sin mancha, ha vencido a la muerte y al pecado para librarnos de su
dominio. Es el Cordero que fue sacrificado por nosotros, para que
pudiéramos recibir una nueva vida de perdón, de amor y de alegría.¡Que
hermosas palabras! :perdón, amor y alegría… Todo lo que Él asumió,
también fue redimido, liberado y salvado. Es verdad que la vida nos pone
a prueba y, a veces sufrimos por ello. Sin embargo, en momentos como
esos se nos invita a mirar a Jesús crucificado que sufre por nosotros y
con nosotros, como prueba cierta de que Dios no nos abandona. No
olvidemos nunca que en las angustias o las persecuciones, como en los
dolores diarios, somos siempre liberados por la mano del Dios
misericordioso que nos eleva hacia sí y nos lleva a una nueva vida”.
“El amor de Dios es ilimitado –subrayó el Pontífice- podemos
descubrir siempre nuevas señales que indican su atención hacia nosotros
y sobre todo su voluntad de alcanzarnos y precedernos. Toda nuestra
vida, aunque marcada por la fragilidad del pecado, se coloca bajo la
mirada de Dios que nos ama. ¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura nos
hablan de la presencia de la cercanía y de la ternura de Dios para
cada persona, especialmente para los más pequeños, los pobres y los
afligidos! Dios tiene una gran ternura, una gran amor por los pequeños, por los más débiles, por los descartados por la sociedad.
Cuanto más necesitados estamos, más su mirada sobre nosotros se llena
de misericordia. El siente una compasión piadosa por nosotros porque
conoce nuestras debilidades. Conoce nuestros pecados y nos perdona; perdona siempre. Nuestro Padre es muy bueno, muy bueno”.
FRANCISCO terminó su catequesis invitando a los miles de fieles
reunidos en la Plaza de San Pedro a “abrirse al Señor y acoger su
gracia”, mientras junto con el Papa repetían tres veces la invocación
del salmo 130: " Con el Señor hay misericordia, / y grande es la
redención con él".
Al final de la catequesis el Papa saludó especialmente a los peregrinos de la República Checa, y a los procedentes de Rumania.
“Doy la bienvenida a los fieles de la República Checa aquí reunidos
para la peregrinación nacional en ocasión del Jubileo de la
Misericordia –dijo- Me alegro de recibir al Cardenal Miloslav VLK, a los Obispos y a las autoridades de la nación y os doy las gracias por el
regalo de la estatua de piedra de Santa Inés de Bohemia. Queridos
hermanos y hermanas, os deseo que viváis con fe este Jubileo
redescubriendo la belleza de la práctica de las obras de misericordia,
manifestación concreta del amor de Dios por cada uno de sus hijos.
Llevad mi saludo a vuestros compatriotas y, mientras os pido que sigáis
rezando por mí, os imparto de todo corazón, así como a vuestras
familias, la bendición apostólica”.
El Santo Padre dirigió igualmente un cordial saludo a los peregrinos
de Rumania acompañados por algunos Obispos en peregrinación a Roma por
el Año Santo de la Misericordia, recordándoles que “poner en obra la
misericordia significa servir a la vida y a la comunión”. “Cada uno de
nosotros -agregó- puede ser levadura de vida e instrumento de comunión
en su propia familia, en el trabajo, en la parroquia y en los grupos a
que pertenece. Os invito a ser en la vida diaria un signo visible de la
misericordia de Dios que no quiere dejar a nadie en la soledad ni en la
necesidad. Fortalecidos con la oración y las obras de caridad,
prosigamos con todos los cristianos por el camino de la unidad. Os
bendigo de todo corazón al igual que a vuestras familias y alabado sea
Jesucristo”.
No olvidó el Pontífice al Servicio Nacional Italiano de Protección
Civil que hoy tendría que haber asistido a la audiencia pero ha
anulado su participación para continuar, como subrayó FRANCISCO, su
“inapreciable tarea de socorro y asistencia” a las poblaciones afectadas
por el terremoto del 24 de agosto y a quienes dio las gracias por su
dedicación y por la ayuda tan generosa que han prestado en estos días.
Por último saludó a los chicos y chicas de la Acción Católica
Italiana que celebran el “Festival de los Jóvenes” que bajo el lema :
“A nosotros la palabra” pone el broche final a un año de estudio y
debate sobre varios temas de la doctrina social de la Iglesia en que
han tomando parte los jóvenes de la Acción Católica y de las parroquias
y diócesis italianas.
“Os animo a seguir el camino emprendido cultivando siempre los
valores del amor a la familia y del respeto por la creación, nuestra
casa común –dijo el Obispo de Roma- Saludo a los participantes en el
Jubileo de las Universidades y de los centros de investigación con el
deseo de que la enseñanza sea rica de valores para formar a personas que
sepan hacer fructificar los talentos que Dios les ha confiado”.