CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 20 de septiembre de 2016).- El Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, intervino ayer en
la Mesa Redonda de la Cumbre de la Asamblea General de la ONU sobre
Refugiados y Migrantes, en curso en Nueva York, donde se analizó cómo
afrontar las causas fundamentales de los grandes desplazamientos de
refugiados y migrantes
En su breve discurso el cardenal observó que durante las fases de
preparación de la Cumbre se había prestado mucha atención y se habían
dedicado grandes esfuerzos a la búsqueda de soluciones duraderas y
formas más efectivas de compartir la responsabilidad ante los grandes
desplazamientos de refugiados y migrantes.“Sin embargo, nuestro mayor
desafío- subrayó- es identificar y actuar sobre las causas que obligan a
millones de personas a abandonar sus hogares, sus medios de vida, sus
familias y sus países, arriesgando sus propias vidas y las de sus seres
queridos para buscar la seguridad, la paz y una vida mejor en tierras
extranjeras”.
“La causa principal de la crisis migratoria actual –recalcó- es obra
humana: es decir, las guerras y los conflictos. Dado que las decisiones
humanas provocan conflictos y guerras, está a nuestro alcance y es
responsabilidad nuestra afrontar las causas fundamentales que llevan
a millones de personas a convertirse en refugiados, migrantes forzados
y desplazados internos. La Santa Sede aboga por un compromiso común
por parte de los distintos gobiernos y de la Comunidad internacional
para poner fin a todas las luchas, el odio y la violencia y buscar la
paz y la reconciliación y sigue estando firmemente convencida de que,
como Francisco ha declarado a menudo, el camino para resolver las
cuestiones abiertas pasa a través de la diplomacia y el diálogo”.
El Secretario de Estado recordó que en los últimos años la
persecución religiosa se había convertido cada vez más en causa de
desplazamiento. “A pesar de que otros grupos son objeto de ella, muchos
informes confirman que los cristianos son, con mucho –dijo- el grupo
religioso más perseguido a la hora de hablar de "limpieza
étnica-religiosa"; es lo que el Papa Francisco llama "una forma de
genocidio". Algunos de los perseguidos, incluso en los países de asilo,
se enfrentan el acoso en los lugares destinados a los refugiados. No
podemos abandonarlos.”
También se refirió al documento preparatorio de la reunión en el
que se constataba que la disponibilidad y el uso de armamento de
tecnología de impacto reducido había dado lugar a la propagación de
los conflictos, especialmente en los países y las sociedades en las que
el estado de derecho es frágil y la pobreza está muy extendida y al
respecto afirmó que la Santa Sede había solicitado en repetidas
ocasiones que se limitase y controlase estrictamente la fabricación y
venta de armas, allí donde estuviera presente la probabilidad de su
uso ilegal e indiscriminado porque la proliferación de cualquier tipo
de armas agrava las situaciones de conflicto y da como resultado enormes
costes humanos y materiales, causa grandes desplazamientos de
refugiados y migrantes y socava profundamente el
desarrollo y la
búsqueda de una paz duradera.
“Abordar las causas fundamentales del desplazamiento de los pueblos
requiere fuerza y voluntad política –dijo el purpurado- Como el Papa
FRANCISCO ha afirmado significaría repensar hábitos y prácticas
arraigadas, empezando por las cuestiones relacionadas con el comercio de
armas, el suministro de materias primas y de energía, las inversiones,
las políticas de financiación y el desarrollo sostenible e, incluso, el
grave flagelo de la corrupción".
El Cardenal Parolin reiteró que la Santa Sede se siente obligada “a
llamar urgentemente la atención sobre la condición de los migrantes
que huyen de situaciones de extrema pobreza y de degradación ambiental.
Como no están reconocidos por las convenciones internacionales como
refugiados y por lo tanto no gozan de ninguna protección legal en
particular, sus sufrimientos son muy grandes y son más vulnerables a la
trata de personas y a diversas formas de esclavitud humana”.
“Por esta razón, en nuestros esfuerzos para enfrentar con eficacia
las causas fundamentales de los grandes movimientos de refugiados y
otros migrantes forzados –concluyó- también debemos luchar por eliminar
las causas estructurales de la pobreza y del hambre, lograr resultados
más sustanciales en la protección del medio ambiente, asegurar un
trabajo digno y productivo para todos, proporcionar acceso a una
educación de calidad, y dar protección adecuada a la familia, que es un
elemento esencial en el desarrollo humano y social”.