Mosul, IRAQ (Agencia Fides, 14/09/2016) - En estos días los medios de comunicación evocan
“los preparativos de la batalla de Mosul” y una vez más, se comienza a
prever la necesidad de poner en marcha un “gran proyecto humanitario”
para que pueda renacer la ciudad y toda la región, después de la derrota
anunciada de los yihadistas del Estado islámico. Sin embargo, “antes de
volver a poner en marcha nuestras queridas ciudades de la Llanura de
Nínive” será necesario superar el obstáculo representado por un feroz
enemigo, oculto bajo la tierra y, a veces incluso en objetos de uso
cotidiano.
“Porque los yihadistas de Daesh, incluso cuando se retiran, siguen
sembrando muerte con sus minas y artefactos explosivos” que dejan
diseminadas en los campos y en las ciudades antes de huir. Esta es la
alarma lanzada por el patriarca caldeo Louis Raphael I Sako en un
llamamiento lanzado ayer, martes 13 de septiembre. El posible
renacimiento civil de las zonas liberadas de los yihadistas – se lee en
el llamamiento enviado a la Agencia Fides – comienza por la remoción de
minas.
El primado de la Iglesia caldea declara que ya en julio pidió a la
Fraternité en Irak - organización francesa comprometida en el apoyo a
las minorías religiosas iraquíes – que se hiciesen cargo de la remoción
de minas de los dos primeros pueblos de la Llanura de Nínive que habían
sido liberados. La misma organización ya se ha comprometido con la obra
de rehabilitación de otros cuatro pueblos, que antes de caer en manos
del Califato estaban habitados en su mayoría por cristianos y kurdos
kakai (comunidades religiosas que practican un culto sincrético). Sólo
una remoción de minas realizada por expertos y sociedades competentes
puede realmente poner fin al exilio de los refugiados que deseen
regresar a sus hogares. “Es más agradable construir escuelas o
clínicas”, reconoce el Patriarca, “pero no se puede reconstruir nada si
antes no se hace una limpieza de las minas de tierra”.