La Paz, BOLIVIA (Agencia Fides, 05/09/2016) – Giovanni Forasacco tenia 54 años de edad cuando
dejó Italia para ir como misionero a Bolivia. Se había unido a la
Comunidad Papa Juan XXIII, fundado por Don Oreste Benzi, y en esta
comunidad maduró la decisión de ir a vivir en plena selva amazónica, en
la región del Alto Beni, junto con un grupo de alcohólicos, para
acompañarlos en su recuperación.
Según informa la nota recibida por la Agencia Fides, se trata de
personas sin esperanza, cuya única posibilidad de supervivencia es
aislarse a sí mismos en la selva. Con ellos el padre, cultivaba
plátanos, café, arroz, y proclamaba la palabra de Jesús traduciéndola en
su “pan de cada día”, el bimensual con la palabra de Dios de cada día y
las meditaciones de Don Benzi. Pero, sobre todo, les escuchaba, les
apoyaba y más aún, entendía sus miserias.
En la jungla, las condiciones de vida son extremadamente difíciles:
calor húmedo, insectos que atormentan durante todo el día, pobreza
extrema. Ningún otro misionero había sido capaz de permanecer allí mucho
tiempo, mientras que Giovanni ha dado toda su energía a esos hombres
destruidos por el alcohol y por una vida de privaciones. Con la ayuda de
donaciones de Italia y de los proyectos de la Unión Europea, construyó
un nuevo edificio en el que, el pequeño grupo puede vivir más
dignamente. En mayo de este año regresó a Italia para conseguir fondos
para continuar con este trabajo, pero falleció repentinamente el 29 de
agosto, mientras estaba trabajaba en su amada tierra, a los 63 años.
Había dejado escrito que quería ser enterrado en frente a la capilla de
la pequeña comunidad de personas heridas, junto a un joven que murió
hace unos años.