CIUDAD DEL VATICANO, 1° de septiembre de 2016 (http://press.vatican.va).- Esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha tenido lugar
la presentación del primer Mensaje del Santo Padre para la Jornada
Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, tras la decisión
tomada por el Papa FRANCISCO el pasado año de que también los católicos
celebrasen, como ya lo hacían los ortodoxos el 1° de septiembre un día de
reflexión y plegaria centrado en la defensa de lo creado. La
presentación ha corrido a cargo del Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson,
hasta ahora Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, del Arzobispo Brian Farrell, L.C., Secretario del Pontificio Consejo para la
promoción de la Unidad de los Cristianos y Terence Ward, autor del del
libro “The Guardian of Mercy”..
El mensaje, como ha explicado el Cardenal Turkson, plantea tres
cuestiones: como seres humanos estamos llamados a mostrar misericordia
hacia nuestra casa común, a reconocer nuestros pecados contra la
creación y arrepentirnos de ellos y a cambiar nuestro estilo de vida a
través de la gracia de la misericordia de Dios.
El primer paso en esta dirección es reconocer humildemente el mal que
estamos causando a la tierra con la contaminación, la vergonzosa
destrucción de los ecosistemas, la pérdida de la biodiversidad y el
fantasma del cambio climático, que, año tras año, parece ser cada vez
más cercano y peligroso. “Es necesario –dijo el prelado- entender que
cuando dañamos a la tierra, perjudicamos a los pobres, infinitamente
amados por Dios”.
El Papa nos invita a ser honestos con nosotros mismos y tomar
conciencia de nuestro pecado contra de la creación, contra los pobres y
contra todos aquellos que todavía no han nacido. “Esto significa
examinar nuestras conciencias y arrepentirse. Aunque no estemos
acostumbrados a considerar este tipo de comportamiento como pecado,
Francisco dice que hay pecados que hasta ahora no hemos sido capaces de
reconocer y confesar .Y ahora estamos llamados a reconocerlo y a
replantearnos profundamente nuestra forma de vida, especialmente si
refleja un desordenado deseo de consumir más de lo que realmente
necesitamos. Un auténtico examen de conciencia nos llevaría también a
reconocer no sólo nuestras debilidades individuales, sino también las
debilidades presentes en el ámbito institucional”, agregó el Cardenal.
Si el deseo de arrepentirnos es sincero tenemos que confesar nuestros
pecados contra el Creador, contra la creación y contra nuestros
hermanos y hermanas para que la gracia misericordiosa de Dios, que
recibimos en el Sacramento, nos ayude a hacerlo. Sólo de esta manera,
afirma el Papa, estaremos dispuestos a modificar y cambiar el curso de
nuestras vidas tanto en una dimensión individual como institucional. A
nivel individual, se nos llama a una "conversión ecológica"
experimentada en nuestra vida diaria, sin pensar que nuestros esfuerzos,
aunque sean solo pequeños gestos, no sirven para nada. Pero la
iniciativa individual, por importante que sea, no es suficiente para un
cambio de rumbo. La conversión ecológica no atañe solamente al
individuo, sino también a la comunidad. Es fundamental, que también se
conviertan los economistas y los políticos, que deben alejarse de la
obsesión egoista de una ganancia electoral o financiera a corto
plazo y encaminarse hacia un sincero reconocimiento del bien común.
“Esto es evidente si tenemos en cuenta la agenda de desarrollo
sostenible”, afirmó el purpurado, recordando que el Papa elogiaba la
adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París
del año pasado sobre el cambio climático, “pero para que este programa
tenga éxito –subrayó- se requiere una voluntad política firme y el
esfuerzo heroico del mundo económico y de los negocios”.
En este sentido el cardenal recordó que con respecto al cambio
climático, la comunidad internacional había marcado una línea roja dos
grados inferior a la temperatura actual del globo terrestre. Esto
conlleva el abandono de los combustibles fósiles de cara a una mayor
utilización de la energía renovable para el año 2070 y se trata de un
compromiso importantísimo. Pero si el Acuerdo de París pone como límite
máximo dos grados solicita, en cambio, que la subida de las
temperaturas se cifre solamente en 1.5.
“Lograr este objetivo es enormemente más difícil y requerirá que la
firme resolución de cambiar nuestras vidas sea aún más fuerte. Esta
responsabilidad es de todos. El Papa cree que es deber de los
ciudadanos exigir que sea así y que se apunte a metas cada vez más
ambiciosas –destacó Turkson- Por ejemplo, en “Laudato sí”, dice que
la presión social, entendida también como boicot a determinados
productos, puede obligar a los empresarios a reconsiderar el impacto de
su producción en el medio ambiente. No olvidemos la solidaridad en
ámbito global. Para pagar la "deuda ecológica" contraida con los países
vecinos más pobres, los países ricos deberían proporcionarles los
apoyos técnicos y financieros que necesitan. La misma lógica está
también en la base del movimiento para desincentivar la inversión en
combustibles fósiles”.
“Con la esperanza de este cambio en nuestras vidas y en nuestras
instituciones –concluyó el Cardenal- FRANCISCO nos invita a una nueva
obra de misericordia. Es el paso que marca la verdadera conversión
ecológica, la verdadera internacionalización de la sensibilidad
ecológica. Estamos llamados espiritual y concretamente a completar
nuestra obra de misericordia con el cuidado de nuestra casa común”.
Por su parte el Arzobispo Farrell recordó que todos los cristianos en
Oriente y en Occidente, rezan para que Dios continúe sosteniendo y
bendiciendo la obra de sus manos y que, en todas sus tradiciones, ha
habido siempre oraciones por los cultivos, la lluvia, el final de la
hambruna o de los desastres naturales.
“Es una señal importante de progreso ecuménico –subrayó- que los
cristianos de todas las iglesias recen juntos para alabar a Dios por su
maravillosa obra, invocar su protección sobre la creación y renovar
su compromiso de proteger el mundo en el que vivimos”.
En este contexto se refirió al Patriarca Ecuménico Dimitrios, bajo
cuyo mandato en 1989, el Patriarcado Ecuménico estableció dedicar a la
oración para la protección de la creación el 1° de septiembre, comienzo
del año litúrgico, según el calendario ortodoxo. En ese día la liturgia
ortodoxa lee el pasaje bíblico relativo a la creación del mundo.
Posteriormente el Patriarca Ecuménico Bartolomé, ha demostrado una
atención particular a la cuestión del cuidado de la creación, haciéndose
acreedor al título de "Patriarca Verde". Entre sus diversas iniciativas
están los simposios intercristianos para la defensa del agua, y su
dedicación a la tutela de la creación fue subrayada por el Papa
FRANCISCO en la Encíclica “Laudato sí” en cuya presentación a la prensa
participó el metropolitano Ioannis Zizioulas del Patriarcado Ecuménico
que en esa ocasión lanzó la idea de una jornada común de oración por la
defensa de la creación.
Una idea acogida con entusiasmo por el Santo Padre que el año pasado
decidió instituir también para la Iglesia Católica la Jornada Mundial
de Oración por el Cuidado de la Creación, en la misma fecha en que la
celebra el Patriarcado ecuménico y su decisión fue muy apreciada en el
mundo cristiano.
Además, desde hace algún tiempo, el Consejo Ecuménico de las
Iglesias dedicaba a la oración y la reflexión sobre el cuidado de la
creación los días comprendidos entre el 1 de septiembre y el 4 de
octubre, fiesta de San Francisco y la Comunión Anglicana, celebra una
jornada similar el 1° de septiembre, mientras el Patriarcado de Moscú
dedica a la plegaria para el cuidado de la creación el primer domingo
de septiembre.
“Es evidente –reafirmó Mons. Farrell- que en la actualidad existe una
gran "sintonía ecuménica" sobre este tema tan relevante. Es
significativo que para la Jornada de este año el Secretario General del
Consejo Ecuménico de las Iglesias, Olav Fykse Tveit, haya lanzado un
mensaje en video en el que anima a todos los cristianos de las iglesias
miembros a orar por esta intención. También el Consejo de las
Conferencias Episcopales de Europa y la Conferencia de las Iglesias
Europeas, junto a la Red Cristiana Europea del Medio Ambiente (Europan
Christian Environmental Network) han publicado un mensaje común”.
“Esperamos que, con motivo de la Jornada Mundial de Oración por el
Cuidado de la Creación, los fieles de todas las religiones se
encuentren, también a nivel de diócesis y parroquias para rezar juntos y
para colaborar en iniciativas comunes sobre este tema… Como afirma el
Mensaje de hoy nuestra cultura del bienestar está distorsionada y
nuestro deseo de consumir más de lo que realmente necesitamos es
desordenado. Tenemos que cambiar nuestra actitud y nuestras acciones.
Todos los cristianos, juntos, están llamados a cambiar de ruta”,
finalizó el Arzobispo.