Kinshasa, REPÚBLICA DEMOCRATICA DEL CONGO (Agencia Fides, 05/04/2018) - La Iglesia en República Democrática del Congo (RDC) es una de las
instituciones más fiables dedicadas a la educación, la salud y la
caridad. Hay muchos observadores locales e internacionales que reconocen
su presencia, incluso en las zonas más remotas de la República: “Allí
donde el Estado está ausente, la Iglesia está presente y donde la
Iglesia está ausente, al Estado ni se le intuye”, declara a Fides el
padre Simon-Pierre Kakiau, misionero congoleño de la Sociedad de
Misiones Africanas.
“La Iglesia es vista como un signo de esperanza para este pueblo
profundamente herido; se concibe como el lugar de liberación de un
pasado doloroso y la esperanza de un pueblo, -no solo afectado por el
hambre y las enfermedades endémicas-, sino también bajo la sombra del
totalitarismo y el imperialismo occidental, americano y chino”, denuncia
el padre Kakiau.
El misionero destaca “el compromiso de la Iglesia con el futuro de los
jóvenes congoleños, especialmente en el campo de la educación y el
acompañamiento moral y espiritual”. Hablando sobre el sistema educativo
del país, el sacerdote lo define como “casi irreal, y no solo porque
está reservado para unos pocos, sino porque es una prerrogativa de las
familias ricas. Los niños pobres son categóricamente excluidos. No
existe una política claramente definida que permita a todos, niños y
jóvenes, acceder a los estudios. Sin embargo, el sistema educativo
diseñado y llevado a cabo por los misioneros sí ha permitido la
educación de los más pobres”.
“La mayoría de nuestros líderes son el resultado de este sistema”,
explica el padre Simon-Pierre. “Después de la crisis sociopolítica de la
década de los 90, la reapertura de las escuelas no formaba parte de los
programas estatales y la educación siempre ha estado a cargo de las
familias. Yo me pregunto: si la Iglesia no hubiera intervenido, ¿dónde
nos estaríamos ahora? Las familias, muchas sumidas en el desempleo, no
tienen ingresos para mantener a sus hijos estudiando. Los niños viven
una infancia de violencia y no tienen acceso a la educación”, añade el
misionero. Las estadísticas de 2015 revelan que 3 de cada 10 niños no
terminan la escuela primaria. El 30% abandonan la escuela en los
primeros años y el 20% durante los años de escuela primaria y
secundaria. Muchos abandonan la escuela por falta de recursos. El mismo
personal docente, que recibe un salario ínfimo del estado, no puede ni
sobrevivir.
“Para superar este déficit educativo y proporcionar acceso a una
educación de calidad para niños y jóvenes, las comunidades religiosas y
las parroquias se han puesto manos a la obra. En cada parroquia de la
archidiócesis de Kinshasa hay un jardín de infancia, una escuela
primaria y una escuela secundaria. La Conferencia Episcopal del Congo
(CENCO) invierte con importantes recursos en la universidad católica del
país. “Además de las aportaciones que la Universidad recibe desde el
exterior, la CENCO cada segundo domingo de Cuaresma convoca una colecta
especial en todas las parroquias. Se ha comprometido a buscar becas para
todos los niveles de educación y proporcionar así a los niños y jóvenes
vulnerables un futuro mejor”, explica el padre Kakiau.
“Las congregaciones religiosas se ocupan de la educación de muchos niños
y jóvenes. Han creado centros de formación profesional en toda la
República. Además, para las madres solteras y jóvenes vulnerables se
ofrecen cursos de corte y confección, de peluquería, de carpintería, de
mecánica, etc. Estos jóvenes recuperan su dignidad y se sienten útiles
para la sociedad”, destaca el misionero. Y agrega: “Si la calidad de la
educación en la República Democrática del Congo ha mejorado hoy en gran
parte es gracias a la Iglesia. Las estadísticas demuestran que la tasa
de alfabetización aumentó del 66,4% al 82,2% entre 2005 y 2012. A pesar
de la actual crisis pre electoral, que tiene graves consecuencias
socioeconómicas, la Iglesia reafirma su opción preferencial por los
servicios educativos dirigidos a personas sin recursos para devolver a
los jóvenes un futuro que otros han hipotecado”.