CIUDAD DE MÉXICO (Agencia Fides, 09/04/2018) – “Por primera vez en la historia de la
Iglesia católica en México los obispos abajo firmantes nos dirigimos
a todos los habitantes de México y de Estados Unidos, independientemente
de sus convicciones religiosas, y de manera muy especial y con gran
respeto, a los Presidentes de nuestros respectivos países, con motivo
del despliegue de tropas de la Guardia Nacional norteamericana en la
frontera que delimita nuestros territorios”. Así inicia, poniendo de
relieve la comunicación del todo excepcional, de la “Declaración de los
obispos de la frontera norte de México y del Consejo de Presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano”,
firmada el 7 de abril de 2018 y lanzada este fin de semana, bajo el
título “Por la dignidad de los migrantes”.
En el texto, enviado a la Agencia Fides, se manifiesta que la iglesia
católica “no puede pasar de largo ante el sufrimiento de nuestros
hermanos migrantes que buscan mejores condiciones de vida al cruzar la
frontera para trabajar y contribuir al bien común no sólo de sus
familias sino del país hermano que los recibe”. Conscientes de que “los
presentes y futuros flujos migratorios requerirán de una renovada
regulación por parte de ambas naciones”, los obispos resaltan que “no
toda norma, ni toda decisión política o militar, por el mero hecho de
promulgarse o definirse, es de suyo justa y conforme a los derechos
humanos”. A continuación observan que “la dignidad inalienable de la
persona humana es la verdadera fuente del derecho y el dolor de los más
vulnerables debe ser entendido como norma suprema y criterio fundamental
para el desarrollo de los pueblos y la construcción de un futuro con
paz ”.
Los obispos mexicanos también han reiterado lo que ya afirmaron hace un
año: “El grito de los migrantes es nuestro grito. ¡Su dolor es nuestro
dolor! ¡En cada migrante que es lastimado en su dignidad y en sus
derechos, Jesucristo vuelve a ser crucificado!”. Además en la
declaración han recordado a “los gobiernos mexicanos del pasado y del
presente” su grave responsabilidad “al no haber creado las oportunidades
suficientes de desarrollo para nuestro pueblo pobre y marginado”. En
las próximas elecciones del 1 de julio (véase Fides 21/3/2018) los
mexicanos tendrán que “escoger a quienes deben de realizar de manera
honesta, sin corrupción e impunidad, un cambio histórico que ayude a que
el Pueblo de México realmente sea el protagonista de su desarrollo, con
paz, justicia y respeto irrestricto a los derechos humanos”.
La declaración subraya con fuerza que las carencias de las que sufren
los mexicanos no pueden servir de justificación “para promover el
antagonismo entre pueblos... No es conforme a la dignidad humana y a las
mejores razones y argumentos concebidos por hombres como Abraham
Lincoln o Bartolomé de las Casas, edificar barreras que nos dividan o
implementar acciones que nos violenten. Los migrantes no son criminales
sino seres humanos vulnerables que tienen auténtico derecho al
desarrollo personal y comunitario”.
Por estos motivos la iglesia, a nivel universal y en particular a través
del trabajo que se realiza entre los pueblos hermanos , presta la
“necesaria atención a nuestros hermanos migrantes”, con la firme
convicción de que “sólo hay futuro en la promoción y defensa de la igual
dignidad y de la igual libertad entre los seres humanos”. Los obispos
mexicanos se unen a la voz de los obispos de los Estados Unidos para
afirmar con decisión que la frontera entre México y Estados Unidos “no
es una zona de guerra”… “Al contrario, esta zona está llamada a ser
ejemplo de vinculación y corresponsabilidad. El único futuro posible
para nuestra región es el futuro edificado con puentes de confianza y
desarrollo compartido, no con muros de indignidad y de violencia”.
El texto de la declaración concluye con un compromiso: “Por la dignidad
de los migrantes y por la dignidad de todos los habitantes de nuestros
países, proponemos consumir nuestras energías en la creación de otro
tipo de soluciones. Soluciones que siembren fraternidad y
enriquecimiento mutuo en el orden humanitario, cultural y social”. Por
último encomiendan a la Virgen de Guadalupe “el esfuerzo por hacer de
nuestras naciones, y de toda nuestra región, un espacio de
reconciliación fraterna, de desarrollo integral y de servicio solidario a
los más pobres que sirva de inspiración para el mundo entero”.