Bangui, REPÚBLICA CENTROAFRICANA (Agencia Fides, 20/06/2018) - En Bambari la situación es dramática. La
población está a merced de las milicias. No hay agua, ni comida ni
medicinas. Los niños no pueden asistir a la escuela. Esta es la
fotografía que ofrece el equipo del Servicio Jesuita a los Refugiados
(JRS) sobre la situación en la segunda ciudad de la República
Centroafricana, al norte de Bangui, que durante meses ha sido el
escenario de los enfrentamientos. “En Bambari, -explica la trabajadora
del JRS Aurora Mela-, hay una mezcla de facciones. Los Anti Balaka se
sitúan a la izquierda del río y los ex Seleka a la derecha. De los dos
grupos se escinden bandas criminales que aprovechan el caos para
enriquecerse con los pillajes”. Cuando las facciones se enfrentan, la
población se ve obligada a huir en busca de refugio y esta huida se
salda con la pérdida de vidas humanas, heridos y propiedades a merced de
los criminales que luego las saquean. Para los trabajadores
humanitarios es muy difícil llevar
a cabo programas que tengan cierta continuidad porque también están
siendo sometidos a saqueos y amenazas”.
Al menos un tercio de las ONG abandonaron la ciudad. Otras han reducido
su personal al mínimo. La mayoría de las ONG internacionales se han
concentrado en un solo lugar para organizar mejor su seguridad. “El JRS,
- señala Jean François Alain Ospital, director del JRS en el país-, fue
atacado y saqueado en los primeros días del conflicto por lo que ya no
tenemos la oportunidad material de enviar personal a la zona, en parte
debido a la continua situación de inseguridad. Así que hemos tenido que
reorganizar las actividades a distancia, supervisadas desde Bangui”.
También la Iglesia Católica trabaja en medio de muchos obstáculos. “Una
buena parte de los religiosos se han quedado allí, pero siguen
recibiendo amenazas”, explica Jean François Alain Ospital. “Se ha
quedado una comunidad de religiosas que administra una escuela. Los
responsables de la diócesis siguen en la zona para asegurar la actividad
de la escuela Michel Maitre. Cáritas diocesana continúa con sus
acciones humanitarias (distribución de alimentos a personas
desplazadas), servicios de agua, higiene y letrinas. Ecac (Enseignement
Catholique Associé) desarrolla aún su labor educativa. Durante los
momentos de crisis, el obispo también permaneció en Barbari”.
Ante estas tensiones, los cascos azules de la ONU han dejado de lado su
inicial pasividad y se han puesto manos a la obra para recuperar algunos
barrios. Una parte de la ciudad de Bambari ha sido liberada, pero las
patrullas de la ONU también son atacadas por los grupos armados.