Manila, FILIPINAS (Agencia Fides, 19/06/2018) - Un sacerdote es un “Buen Pastor”, preparado
para dar la vida por su rebaño, un hombre humilde, pacífico y no
violento. Por lo tanto, a pesar de los asesinatos de tres sacerdotes en
los últimos seis meses, los pastores no deben ni tener ni llevar armas
para defensa propia. Es lo que afirman los obispos filipinos ante las
informaciones que circulan estos días de que algunos sacerdotes
filipinos se han armado porque temen por su integridad.
El arzobispo de Davao, Romulo Valles, presidente de la Conferencia
Episcopal de Filipinas (CBCP), ha rechazado oficialmente la idea de un
“clero armado” que tenga legalmente armas de fuego. “Somos hombres de
Dios, hombres de la Iglesia, y es parte de nuestro ministerio afrontar
el peligro e incluso la muerte, si Dios quiere”, aseguró. También el
vicepresidente de la Conferencia Episcopal, el obispo Pablo Virgilio
David, de la diócesis de di Kalookan, rechazó la idea de que los
sacerdotes puedan portar armas de fuego, aunque sea en defensa propia.
“Los sacerdotes que deseen llevar armas de fuego en defensa propia
pueden considerar abandonar el sacerdocio y unirse al ejército o a la
policía”, indicó el obispo David, quien confesó que estaba
“decepcionado” por los miembros del clero que han propuesto esta
solución.
Según la información recogida por la Agencia Fides, al menos cuatro
sacerdotes de la diócesis de San Pablo, en la provincia sureña de
Laguna, han comenzado a llevar armas.
El Director General de la Policía Nacional de Filipinas, Oscar
Albayalde, explicó que los sacerdotes, como ciudadanos del país, pueden
poseer armas como medida de autoprotección, -porque es un derecho
constitucional-, con la condición de que soliciten una licencia formal a
las autoridades competentes. Según el dirigente “podrían tener una
sensación de mayor seguridad llevando armas de fuego legalmente
autorizadas”.
El padre Jerome Secillano, Secretario Ejecutivo de la Oficina de Asuntos
Públicos del episcopado filipino, reiteró la posición de la Iglesia de
que los sacerdotes y los agentes pastorales no deben ir armados. Los
sacerdotes filipinos asesinados en los últimos meses son: el padre
Richmond Nilo, de 44 años, asesinado a tiros mientras se preparaba para
una misa el 10 de junio en la ciudad de Zaragoza, en la provincia de
Nueva Ecija; el padre Mark Ventura, de 37 años, asesinado a tiros
después de celebrar misa en la ciudad de Gattaran, provincia de Cagayan,
el 29 de abril; el padre Marcelito Paez, de 72 años, asesinado el 5 de
diciembre de 2017 en Jaén, Nueva Ecija. El padre Rey Urmeneta, de 64
años, ex capellán de la policía, resultó herido y se está recuperando de
un ataque perpetrado el pasado 6 de junio en la ciudad de Calamba, al
sur de Manila.