Harare, ZIMBABWE (Agencia Fides, 16/04/2020) - En Zimbabwe ha sido impuesto el bloqueo hasta
el 19 de abril. Solo los trabajadores de la salud pueden ir a trabajar.
Todas las reuniones están prohibidas. Las ceremonias religiosas y los
funerales con más de cincuenta personas también están prohibidas. Ante
los primeros contagios, el presidente Emmerson Mnangagwa inmediatamente
ha tratado de minimizar los contactos entre las personas. Sin embargo,
la epidemia parece extenderse lentamente en el país. "Según las
estadísticas oficiales - explica Brian MacGarry, un jesuita de Zimbabwe
-, solo tenemos diecisiete casos de Covid-19 y tres muertes. Pero nadie
cree en estos datos. Se teme que el número de personas infectadas sea
mucho más alto".
"El gobierno - continúa el padre MacGarry -, ha enviado al ejército a
las calles para hacer cumplir el bloqueo. Sin embargo, esta medida
podría bloquear permanentemente la economía y causar una nueva crisis.
Forzar a las personas que trabajan en el sector informal a quedarse en
casa significa condenarlos a muerte. Me temo que habrá disturbios a los
que las agencias policiales responderán con violencia". Ante la nueva
emergencia, el sistema de salud se presenta ya al extremo. Faltan camas
de cuidados intensivos, medicamentos, pero también equipos de protección
personal (mascarillas, guantes, etc.) necesarios para proteger a los
médicos y enfermeras de posibles infecciones.
Los médicos del hospital del sector público se declararon en huelga el
miércoles para pedir equipo de protección. El presidente de la
Asociación de Médicos del Hospital de Zimbabwe, Tawanda Zvakada, dijo
que cientos de médicos están en "alto riesgo".
La Conferencia Episcopal de Zimbabwe ha solicitado al gobierno que
"intensifique los esfuerzos para combatir la pandemia teniendo en cuenta
que el sector de la salud del país es precario y carece del equipo y
los medicamentos necesarios para tratar enfermedades comunes". "Ahora -
observan los obispos -, se necesitan esfuerzos directos y vigorosos para
combatir y prevenir esta pandemia, que si no se maneja con cuidado
podría significar la ruina para toda la nación donde las instalaciones
hospitalarias no están completamente equipadas y listas para combatirla.
Nuestra única línea de defensa es la prevención. Tratemos de ser
proactivos y trabajar duro para salvar vidas".
En este contexto de cierre, algunos obispos han pospuesto la misa del
Jueves Santo y los sacerdotes solo podrán recibir los olios sagrados
cuando sea más fácil moverse. "La mayoría de la población, que es 90%
cristiana - continúa el padre Brian -, asistió a las celebraciones y
ritos de la Semana Santa a través de transmisiones en vivo en la web y
en la televisión. Tengo que ser sincero este año no hubo el clima
festivo de años pasados. Fue una Pascua apagada".
La epidemia ha pillado al país en un momento muy difícil. La nación aún
se enfrenta a las difíciles condiciones económicas y sociales dejadas
por Robert Mugabe, el presidente que llevó a la nación a la
independencia y la gobernó durante 38 años. La desastrosa reforma
agraria implementada en 2000 condujo al colapso de la producción
agrícola y la industria de procesamiento. Hoy, los casi 17 millones de
habitantes se enfrentan a una situación dramática: 95% de desempleo, una
tasa de inflación superior al 500%, más del 70% de la población bajo la
línea de pobreza, grave inestabilidad política y derechos pisoteados.
Todos esperaban que el presidente Mnangagwa introdujera políticas que
favorecerían una recuperación económica dados los recursos de este país,
pero los parámetros económicos han empeorado en los últimos dos años y
la inflación ahora está cerca del 600%.