Roma, ITALIA (Agencia Fides, 30/06/2020) - Comprometerse en apoyar la migración es una “gran
luz” que permite perseguir nuevos desafíos y estrategias para el
diálogo entre los pueblos.
La reunión realizada a través de un seminario web, que han realizado las
Hermanas Misioneras de San Carlo Borromeo/Scalabrinianas para evaluar
la situación de sus diferentes comunidades alrededor del mundo, ha
servido de ocasión para hacer un balance sobre la migración y poner en
práctica el compromiso del carisma Scalabriniano a escala internacional.
Un compromiso que las ha llevado con los años ha trabajar en 27 países y
en los lugares fronterizos más difíciles, donde todos los días se viven
situaciones de emergencia.
“Es importante establecer redes y cultivar nuevas estrategias para la
migración - explica la hermana Neusa de Fátima Mariano, superiora
general de las Scalabrinianas en la nota enviada a la Agencia Fides -.
De este modo somos más fuertes y vivimos los desafíos que se nos ponen
por delante. El compromiso que tenemos es una 'gran luz' para nosotras”.
En el mundo, solo en 2019, unos 80 millones de refugiados se vieron
obligados a migrar. “Tenemos ante nosotras grandes desafíos que van
desde la creación de corredores humanitarios para proteger los derechos
humanos, a la interrupción de las políticas de construcción de muros, o
el compromiso de combatir la trata, creando redes de acogida humanitaria
para mujeres y niños en situación de vulnerabilidad”, explica la
hermana Neusa, quien agrega: “los migrantes hoy en día provocan un
cambio y para nosotras son una oportunidad para confirmar el carisma
Scalabriniano”.
Durante la reunión internacional, se ha hablado de tres experiencias
similares, pero al mismo tiempo diferentes, llevadas a cabo por las
Scalabrinianas en algunas áreas de crisis del mundo. La primera es la de
la hermana Janete Aparecida Ferreira, que colabora en el servicio
itinerante de Tijuana, en la frontera entre México y los Estados Unidos
de América. “Queremos responder a los llamamientos de los migrantes e
intentar defender sus proyectos y proteger sus vidas. Estamos en un
lugar fronterizo con Estados Unidos, donde millones de personas pasan
para tener un futuro mejor”. La hermana Rosa Maria Zanchin, por otro
lado, con sus 43 años de vida consagrada a sus espaldas, está en
Messina. “Estoy en una tierra de emigración e inmigración – subraya -,
aquí hoy hay dos dificultades, una de las cuales es no saber el idioma
del migrante que llega. La segunda, por otro lado, es la dificultad del
migrante para hacer comprender su historia y su trauma. Los migrantes
son
creativos, no se rinden, enseñan a revivir la vida”. La hermana Eleia
Scariot, en cambio, se encarga del proyecto Chaire Gynai en Roma,
refugios para mujeres refugiadas con niños y en situaciones de
vulnerabilidad. “Trabajamos con cada mujer, desde el momento en que
ingresa a la casa, con un proyecto personal que parte del sueño que
tienen, con proyectos acompañados y controlados”, explica. Y este es
precisamente el camino de asistencia a los migrantes promovido por las
Scalabrinianas: el cuidado de cada uno, sin tratar a las personas como
números, sino siendo conscientes de que detrás de ellos hay una historia
siempre diferente.