Nampula, MOZAMBIQUE (Agencia Fides, 23/06/2020) – “La gente está aterrorizada y huye de las
aldeas. Ahora solo en Namialo son ya dos mil, y más de 300 aquí en
Nampula. Huyen de la violencia y la destrucción que sacude la provincia
norteña de Cabo Delgado desde hace varios meses. La situación es
delicada”. Así es como Arlain Pierre, un misionero scalabriniano en
Nampula, describe a la Agencia Fides la delicada situación política,
militar y social del norte de Mozambique.
“Nadie sabe quiénes son realmente los autores de estos ataques -
continúa el padre Arlain -. Los milicianos yihadistas pertenecientes al
Estado Islámico lo han reivindicado. Algunos analistas han dicho que son
solo un peón en una lucha por el control de los pozos petroleros de los
cuales es rica la región. Es difícil decir cuál es la verdad.
Actualmente se ha extendido la hipótesis según la cual se trata de
milicianos vinculados al narcotráfico. Esta hipótesis podría acercarse a
la realidad porque el norte de Mozambique podría convertirse en un área
estratégica para el tráfico de drogas desde Asia Central”.
Ante los primeros ataques, el Estado reaccionó de forma muy ligera. Los
militares y policías han respondido lo mejor que han podido, pero a
menudo se han visto abrumados. “Ahora -continúa el misionero -, el
presidente Filipe Nyusi ha reconocido la emergencia y ha enviado algunos
repartos militares de refuerzo. Se ha hablado de la presencia de
mercenarios rusos y soldados sudafricanos, personalmente no he visto
soldados extranjeros que pasen por nuestro territorio. Pero no puedo
descartar que haya combatientes extranjeros. El mismo presidente ha
pedido ayuda a los países vecinos hablando de esta amenaza como un
peligro común”.
Los refugiados llegan a la provincia de Nampula en condiciones
difíciles. Muchos han escapado de la violencia huyendo de casa con lo
poco que podían llevarse. Por lo tanto, necesitan prácticamente de todo.
“La comunidad de Nampula - observa el padre Arlain - se ha movilizado.
300 personas han sido acogidas en la parroquia de la Santa Cruz,
dirigida por los misioneros combonianos. Otros han sido alojados por
familiares que viven en la ciudad, pero son originarios de Cabo Delgado.
Los desplazados internos realmente necesitan de todo. Incluso
asistencia médica porque han sufrido traumas psicológicos graves”.
Entre la población de Nampula también hay miedo. “Esta área - concluye
el Scalabriniano -, fue uno de los centros de la larga guerra civil que
se libró en Mozambique en los años ochenta y principios de los noventa.
El recuerdo de los combates y las privaciones sigue vivo. Por lo tanto,
existe el temor de que la nueva violencia también llegue aquí e
involucre a la población local. Nadie quiere verse de nuevo ante un
nuevo conflicto”.