Bamako, MALI (Agencia Fides, 24/06/2020) - “En medio de esta difícil situación, los
religiosos debemos seguir dos tipos de comportamiento: ser centinelas y
actuar como mediadores para alentar el diálogo y volver a la calma”. En
el caos de Malí, abrumado por las tensiones políticas postelectorales,
con brotes de conflicto en varias áreas y el tema de siempre del
yihadismo que sigue siendo muy activo en todo el Sahel, la voz del
cardenal de Bamako Mons. Zerbo, en la entrevista con la Agencia Fides
destaca por su claridad y determinación. Las elecciones del 29 de marzo
dejaron al país en un estado de fuerte inestabilidad política de la que
es difícil salir: el líder de la oposición, Soumaïla Cissè, fue
secuestrado dos días antes y todavía está en manos de los
secuestradores, mientras que la población, que no se fía y se siente
insatisfecha, por las políticas del presidente Ibrahim Boubacar Keita en
el cargo desde 2013, pide su renuncia con manifestaciones masivas.
El cardenal Zerbo explica a Fides: “La situación política es bastante
grave. El problema en este momento es determinar si se celebrarán nuevas
elecciones o se dejará todo como está tratando de alcanzar un acuerdo.
Creo que es esencial hacer todo lo posible para que los dos grupos
hablen, tienen que hablar entre ellos y evitar más disturbios. Hemos
establecido un grupo de líderes religiosos, musulmanes, católicos y
protestantes para presionar al gobierno y crear las condiciones para el
diálogo. Nos reunimos regularmente y tratamos de hablar directamente con
los protagonistas, hacemos un trabajo constante para evitar una rotura.
Creo que los religiosos tienen dos tareas principales. Por un lado,
como dice Ezequiel, comportarse como centinelas, no como espías,
centinelas: cuando hay una amenaza debemos advertir y tratar de resolver
el problema antes de que explote, es una responsabilidad muy grande y
si hay tantos problemas significa que los centinelas no han funcionado
bien. Luego debemos ser intercesores y cuando hay hostilidad entre dos
grupos, familias o personas, mediar en la verdad. También es esencial
mantener viva la oración por el país y por los protagonistas para que
Dios convierta los corazones. Ahora, se puede decir, que el corazón de
muchos es de piedra, depende de nosotros hacerlo de carne. Las
religiones aquí no están divididas, sino que buscan una línea común para
promover la paz”.
Mientras tanto, todo el Sahel está en llamas. ACNUR ha lanzado la alarma
por el resurgimiento de los enfrentamientos armados y la consiguiente
ola de éxodo de decenas de miles de civiles que están aumentando la gran
cantidad de refugiados internos o externos. En el área de Mopti, en el
centro del país, recientemente se han producido nuevos enfrentamientos
con la muerte de muchas personas. El asesinato, anunciado por Francia,
de Abdelmalek Droukdal, líder histórico de los terroristas que actúan en
la zona, se espera que pueda frenar el avance de los grupos yihadistas,
pero la tensión, en varios frentes, sigue siendo muy alta.
El Cardenal señala: “En nuestro país está teniendo lugar un verdadero
conflicto. Sería importante comprender qué intereses hay detrás de esto,
porque las personas, más allá de las disputas más o menos serias,
siempre han tratado de vivir juntas pacíficamente y resolver los
problemas de una manera tradicional, sin recurrir a las armas. Ahora,
sin embargo, las armas han invadido Mali. Hay mucha confusión y no está
claro qué tipo de guerra está ocurriendo. Nuestra intención es hablar
con las partes en conflicto, mis conciudadanos han vivido juntos durante
siglos, no podemos aceptar que ahora estén en guerra. Con reuniones
repetidamente intentamos fomentar el diálogo”.
El número de refugiados se ha duplicado desde 2018. Hasta la fecha ya
hay 210.000 desplazados internos y 73.000 se han visto obligados a huir
desde enero hasta finales de mayo de este año. “La población huye del
conflicto porque, además del peligro de las armas, debe vivir con
mercados cada vez más vacíos, dificultades para moverse. La Iglesia está
activa a través de Caritas, somos una minoría y no tenemos mucho, pero
compartimos lo que tenemos. También hemos pedido a Caritas
Internationalis que venga en nuestra ayuda”, concluye el cardenal Zerbo.