Maseru, LESOTHO (Agencia Fides, 25/06/2020) – “Hasta ahora Lesotho ha visto solo diecisiete
casos confirmados de COVID-19 que lo convierten en el país con la tasa
de contagio más baja en la región del sur de África. Sin embargo, hay
que decir que solo 2.130 personas han sido sometidas a test en una
población de 2.1 millones de habitantes”, dice el p. Oseas Chale, un
sacerdote del pequeño país del sur de África.
Sin embargo, estos bajos números de casos de COVID-19 registrados hasta
ahora en Lesotho no deben hacer bajar la guardia por una serie de
razones. “En primer lugar - dice el p. Chale -, por la posición
geográfica del país, que está completamente rodeado por la República de
Sudáfrica, país que ha registrado el mayor número de casos en el
continente, unos cien mil. Dado que varios de sus ciudadanos viven y
trabajan en Sudáfrica, Lesotho sigue estando en alto riesgo de contagio.
El confinamiento impuesto en marzo por las autoridades sudafricanas
obligó a muchos expatriados de Lesotho a regresar a sus hogares. Algunos
de estos utilizaron puntos de entrada al país ilegales, evitando así el
screening en los puntos de entrada oficiales. Al no hacerse las pruebas
significa que no se puede rastrear si son positivos y esto conlleva
riesgos para las comunidades locales”.
“La Iglesia Católica de Lesotho se ha movilizado para sensibilizar a la
población sobre la pandemia de COVID-19 y continúa trabajando para que
se actúen los comportamientos que podrían ralentizar los contagios”,
subraya el p. Chale. “Entre las actividades más destacadas podemos
mencionar el distanciamiento social, con las iglesias que han parado las
celebraciones litúrgicas públicas desde el 29 de marzo. Los fieles no
han podido recibir el consuelo de los sacramentos desde hace algún
tiempo, ni se han realizado retiros o seminarios u otras reuniones. Esto
representa un desafío sin precedentes para la Iglesia y la sociedad de
Lesotho”, continúa el p. Chale. “El bloqueo y el distanciamiento social
impuestos por el Estado y aceptados por la Iglesia también han
disminuido en gran medida la colecta de ofrendas, con repercusiones en
la obra misionera de la Iglesia, que depende de su sustento en las
comunidades locales. El trabajo caritativo de la Iglesia, que es tan
importante durante este período, se ve terriblemente obstaculizado
porque los recursos materiales no son tan disponibles como antes”, dice
el sacerdote.
Pero el p. Chale también dice que finalmente “hay buenas noticias en el
horizonte ya que se ha anunciado que los servicios religiosos se
reanudarán el 5 de julio bajo ciertas condiciones”. Entre tales
condiciones está un límite en el número de personas que asisten a una
función en un momento dado, asegurando la distancia entre las personas
en la iglesia. La duración de la función debe limitarse a una hora. Se
ha animado a los sacerdotes a celebrar la mayor cantidad de misas
posibles, siempre que el número de fieles permita el distanciamiento
social recomendado. Otras disposiciones incluyen el lavado de manos con
agua y jabón o un desinfectante a base de alcohol en la entrada del
edificio de la iglesia y la desinfección del edificio de la iglesia
antes y después de cada celebración. Además, todos los participantes
deberán usar una mascarilla, incluido el sacerdote, y la Sagrada
Comunión solo se podrá recibir en la mano. Por último, siempre se
compilará un
registro de los presentes en la Iglesia para permitir trazar los
contactos en caso de casos positivos del virus.
“La Iglesia en Lesotho, a pesar de las difíciles condiciones causadas
por la pandemia del COVID-19, continúa respondiendo a la gran misión de
Jesús: ‘que puedan tener vida y tenerla en abundancia’ (cf. Juan
10:10)”, concluye el p. Chale.