Gujranwala, PAKISTÁN
(Agencia Fides, 29/07/2014) – Tres mujeres de la comunidad Ahmadi,
una de 55 años (llamada Bashiran) y dos menores de edad (Kaint e
Hira), han sido asesinadas el 27 de julio y otros ocho fieles están
gravemente heridos en la ciudad de Gujranwala, en Punjab; este es el
trágico balance del ataque de una turba de extremistas islámicos
que han quemado cinco casas y varios vehículos, acusando de
blasfemia a los fieles Ahmadi, una secta islámica que los musulmanes
consideran herética. Las víctimas han muerto por asfixia, debido al
incendio. El motivo del ataque parecen ser unos supuestos comentarios
blasfemos publicados en la red social Facebook por un joven de la
comunidad Ahmadi. Según fuentes de Fides, el hijo de un imán de una
mezquita local, junto con sus amigos, ha ido a la casa del joven,
donde han comenzado una pelea. Algunos de los jóvenes musulmanes han
resultado heridos; por eso, una multitud de más de 100 hombres ha
atacado para castigar a toda la comunidad Ahmad i. La multitud
también se ha reunido frente a la estación de policía local,
exigiendo una denuncia por blasfemia contra el joven ahmadi. Según
ellos, la policía no ha intervenido sino que sólo ha asistido al
ataque.
En la comunidad
cristiana, varias voces han condenado el ataque y expresado su
solidaridad con los ahmadis. En una nota enviada a la Agencia Fides,
el Abogado cristiano Sardar Mushtaq Gill, director de la Ong LEAD
(“Legal Evangelical”) ha recordado que “la ley de la blasfemia
en Pakistán es una forma de persecución contra las minorías
religiosas”, señalando que se están multiplicando los “casos de
blasfemia por el uso de las redes sociales” en Pakistán. LEAD ha
lanzado una campaña internacional en contra de la ley sobre la
blasfemia, solicitando la derogación.
En una entrevista
con la Agencia Fides, el padre Bernard Inayat, rector del Seminario
de Santa María en Lahore, condena la violencia, recuerda que la
controvertida ley sobre la blasfemia, que fue aprobada sin pasar por
el parlamento por el dictador Zia ul-Haq, socava la armonía social
en Pakistán. “Los primeros en ser sus víctimas, por el número,
son los musulmanes, luego van los ahmadíes, después los cristianos
y los hindúes”. Y en el 80% de los casos las acusaciones son
falsas. Por eso, el padre Inayat propone dos enmiendas de
procedimiento: “Cuando hay un caso de presunta blasfemia, en primer
lugar se debe poner bajo arresto al acusado y también a su acusador,
para determinar quién es la víctima. La investigación la debe
realizar un superintendente de la policía. Y, sólo después de la
investigación, se debe registrar una denuncia formal (First
Information Report), a cargo de uno de de otro. Sólo si aquellos que
acusan falsamente se arriesgan a penas similares a los que c ometen
el delito, será posible frenar el abuso de la ley”.
Según el “Centro
para la investigación sobre la seguridad” think tank con sede en
Islamabad, las denuncias por blasfemia han sufrido un aumento
constante en la última década. En 2001, sólo había una denuncia,
mientras que en 2011 hubo 80. El 2014 parece que va a ser un “año
récord” para las denuncias de blasfemia. En mayo de 2014, 68
abogados han sido acusados de blasfemia por haber utilizado el nombre
“Omar” (un califa en la historia islámica) en las consignas de
protesta contra un funcionario de policía con el mismo nombre.
También en mayo de 2014, el conocido abogado y defensor de derechos
humanos Rashid Rehman, que había accedido a defender a un profesor
de la universidad paquistaní acusado de blasfemia, fue asesinado
después de haber sido amenazado en el tribunal por otros abogados.