Sultan Kundarat,
FILIPINAS (Agencia Fides, 21/7/2014) – Promover el desarrollo
humano y la educación de los indígenas Manobo-Dulangan, en la
provincia de Sultan Kudarat, en Mindanao: este es el compromiso de
los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, que están presentes en
la gran isla al sur de Filipinas.
El padre. Renan
Aban, quien ha trabajado como coordinador de la pastoral de los
pueblos indígenas en la Conferencia Episcopal local continúa
ofreciendo becas a los niños de primaria a través del “Fondo
Misionero Oblato”. En el nuevo año escolar, 60 niños indígenas
tendrán alojamiento, comida y escuela de forma gratuita.
Si el programa
educativo es una prioridad, el esfuerzo de los misioneros también se
centra en la educación de adultos y en la promoción entre los
Monobo-Dulangan para conscienciarlos de sus derechos. El objetivo es
garantizar la conservación del patrimonio cultural de la tribu. Los
líderes tribales son más conscientes del hecho de que no caminan
solos, sino acompañados por la Iglesia.
Los misioneros
adoptan un estilo de “inmersión” en la realidad tribal. Los
Manobo-Dulangan viven sobre todo satisfaciendo las necesidades
diarias, a partir de un profundo espíritu de comunidad y de
condivisión.
Su presencia a
menudo es completamente ignorada por las instituciones: los últimos
contratos adjudicados por el gobierno para la explotación de
forestal y de la minería de los terrenos donde viven los Manobo
hacen peligrar su supervivencia. Todo esto ocurre, señalan los
misioneros oblatos, sin ninguna referencia a la Convención sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas, adoptada por el gobierno de
Filipinas en 1997 y sin ningún tipo de consentimiento por parte de
los Manobo-Dulangan. Las tierras ancestrales de la tribu
Manobo-Dulangan son explotadas, la tierra que cultivaban y los
recursos forestales han disminuido considerablemente. Gracias al
apoyo de los misioneros, la voz de los Manobo-Dulangans puede ser
escuchada por las instituciones civiles y los pueblos indígenas
puedan hacer valer sus derechos, dice el padre Aban en una nota
enviada a la Agencia Fides.