lunes, 21 de julio de 2014

Pide el Santo Padre: “Imitemos la paciencia de Dios, esperemos con esperanza el momento de la cosecha”


CIUDAD DEL VATICANO, 20 de julio de 2014 (VIS).- ''En un campo donde el dueño siembra el grano, una noche el enemigo esparce entre el trigo 'cizaña', un término que proviene de la misma raíz hebrea del nombre "Satanás" y se refiere al concepto de división. A la mañana siguiente los trabajadores querían arrancar la mala hierba, pero el propietario se lo impidió: ''No sea que al recoger la cizaña -dijo-, arranquéis también el trigo''. Esta es la parábola que el Santo Padre FRANISCO explicó el domingo por la mañana, al asomarse a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. ''La buena semilla y la cizaña, nos hablan del problema del mal en el mundo -mencionó el Papa- y ponen de relieve la paciencia de Dios''.

''Esta parábola tiene una doble enseñanza -continuó el Pontífice-. En primer lugar dice que el mal que hay en el mundo no proviene de Dios, sino de su enemigo, el Maligno. Este enemigo es astuto: ha plantado el mal entre el bien, porque así es imposible para los hombres separarlos netamente; pero Dios, al final, podrá hacerlo... y luego habla de la contraposición de la impaciencia de los siervos con la paciente espera del propietario del campo, que representa a Dios''. El Papa recordó las muchas veces en las que nosotros, rápidamente y con prisa juzgamos, clasificamos, ponemos en un lado a los buenos y en otro a los malos, y destacó que Dios en cambio sabe esperar. ''Él observa el ''campo'' de la vida de cada persona con paciencia y misericordia: ve mejor que nosotros la suciedad y el mal , pero ve también las semillas del bien y espera con confianza que maduren. Dios es paciente y sabe esperar''.

''El comportamiento del dueño se funda en la esperanza de que el mal no tiene ni la primera ni la última palabra. Y es gracias a esta paciente esperanza de Dios que la misma cizaña, al final, puede convertirse en buena semilla. Pero atención: la paciencia evangélica no es ser indiferente al mal. No se puede confundir el mal y el bien. Ante la cizaña presente en el mundo el discípulo del Señor está llamado a imitar la paciencia de Dios, alimentar la esperanza con el apoyo de una incontrolable confianza en la victoria final del bien, que es Dios. Al final, el mal será retirado y eliminado: en el momento de la cosecha, del juicio''. Antes de concluir, FRANCISCO señaló que ''al final todos seremos juzgados con el mismo metro con el hemos juzgado: la misericordia que habremos usado con los demás será usada con nosotros'' y animó a los presentes a rezar a la Virgen ''para que nos ayude a crecer en la paciencia, en la esperanza y en la misericordia''.