Poza Rica, VERACRUZ (Agencia Fides, 20/09/2016) - La diócesis mexicana de Papantla ha
confirmado con un comunicado la muerte violenta de dos sacerdotes: los
presbíteros Alejo Nabor Jiménez Juárez y José Alfredo Suárez de la Cruz.
Según la información recogida por la Agencia Fides, en un primer
informe de la oficina del procurador general del estado de Veracruz se
indica que los dos sacerdotes fueron secuestrados la tarde del domingo
pasado, 18 de septiembre, en la parroquia de Nuestra Señora de Fátima,
en la periferia extrema de la ciudad de Poza Rica, en la parte
septentrional del estado de Veracruz. Sus cuerpos sin vida fueron
hallados ayer por la mañana, lunes 19 de septiembre, en una cuneta de la
carretera que une Papantla a Poza Rica. Un colaborador de los
sacerdotes, que trabajaba como sacristán y conductor, secuestrado junto a
los sacerdotes, ha sido encontrado vivo. La zona ha sido escenario de
enfrentamientos violentos entre los carteles de la droga durante años,
pero hasta
el
momento no se ha podido aclarar el motivo del asesinato de ambos
sacerdotes.
“Estamos muy consternados por esta noticia y en oración por su eterno
descanso – escribe Mons. José Trinidad Zapata Ortiz, obispo de Papantla,
en el comunicado por la trágica muerte de los dos sacerdotes -. Una vez
más comprobamos que la violencia y la inseguridad se han enraizado en
nuestra sociedad”. A la espera de que las autoridades esclarezcan el
crimen, el obispo espera que la perdida tan lamentable de estos dos
sacerdotes sirva para que llegue la paz tan deseada, así como vocaciones
sacerdotales para seguir la misión evangelizadora de la Iglesia.
“Condenamos toda forma de violencia y oramos por la conversión de
quienes olvidan que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte –
continua Mons. Zapata Ortiz -. El camino de la violencia y del crimen
engendra más violencia. Ojalá que quienes han entrado en esta espiral se
den cuenta de que van en un camino equivocado. Dios no quiere la
muerte, ni la violencia, ni la injusticia. Dios quiere la vida, Dios
quiere que todos vivamos con justicia, con dignidad y en paz. Dios no
quiere la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva”.