Baghdad, IRAQ (Agencia Fides, 20/06/2017) - Las ciudades y pueblos de la Llanura de Nínive
que un tiempo estaban habitados por los cristianos, tras tres años de
ocupación yihadista, ahora tratan de volver a empezar también gracias al
apoyo generoso y concreto de organizaciones y voluntarios extranjeros,
deseosos de ayudar a los cristianos iraquíes en este difícil momento
histórico. Pero un verdadero renacimiento sólo será posible si las
poblaciones locales dejarán de lado la actitud de quienes se lamentan
constantemente y permanecen pasivos “a la espera de recibir todo del
Estado y de las organizaciones caritativas”.
Este es el llamamiento que el patriarca caldeo Louis Sako Raphael ha
querido dirigir a todos los fieles de su propia Iglesia, tomando
referencia de los hechos y situaciones que él mismo ha experimentado en
persona, en su reciente visita a Mosul y en diferentes pueblos de la
Llanura de Nínive. En un breve informe, dado a conocer por los medios
oficiales del Patriarcado, el primado de la Iglesia caldea dirige
expresiones llenas de agradecimiento hacia los voluntarios de las
organizaciones principalmente francesas - como SOS Chrétiens d'Orient y
Fraternité en Iraq - que “están trabajando duro en la Llanura de Nínive,
a pesar de la dureza del clima, mientras que nuestras comunidades
sufren la frustración y el vacío, y muchos están merodean lamentándose,
criticando y mostrando las cantidades de dinero que necesitan, a veces
sin ni siquiera dar las gracias a todos los que les está ayudando”.
El Patriarca Sako, sugiere a todos que dejen de lado los hábitos y las
actitudes equivocadas, y se dejen inspirar por el dinamismo activo que
se manifiesta en la caridad de los voluntarios, que participan también
en la reconstrucción de viviendas e iglesias destruidas durante los años
de ocupación yihadista. La gratuidad de los voluntarios - comenta el
Patriarca - puede ayudar a todos a asumir la propia responsabilidad y a
tomar iniciativas espontáneas para la restauración de la vida social en
las ciudades y pueblos de la Llanura de Nínive, a sabiendas de que
ninguna ayuda externa sería en sí misma suficiente para hacer florecer
de nuevo los pueblos que han permanecido desiertos durante tres años,
durante la ocupación del auto-proclamado Estado islámico.