Dhaka, INDONESIA (Agencia Fides, 29/01/2018) - “En los campos de refugiados, los rohingya viven
en pequeños refugios hechos de cañas de bambú y pedazos de plástico; el
agua potable y la comida son escasos. Hay más de 500,000 niños que
anhelan un futuro que no tienen. Acabo de visitar los campos de
refugiados de Rohingya en Bangladesh: casi un millón de personas han
huido de Myanmar para salvar sus vidas. Para responder a la gran
necesidad de niños, que ahora constituyen más de la mitad de la
población Rohingya en los campos, la Comunidad de San Egidio ha abierto
una escuela para 300 niños en el campamento de refugiados de Jamtholi”:
lo comunica a la Agencia Fides Alberto Quattrucci enviado por la
comunidad de San Egidio en Bangladesh, donde ha visitado los campos de
refugiados que acogen a los rohingya que han huido de Myanmar.
Quattrucci explica: “Los hombres del ejército birmano han destruido las
aldeas Rohingya, han incendiado sus hogares, han torturado y violado a
mujeres, han asesinado a más de 7000 personas en el último año. Por lo
que quienes han podido han escapado, tomando a su familia y lo poco que
les quedaba. Es un pueblo sin ciudadanía, el más numerosa de apátridas
del mundo. Un pueblo que no existe y por lo tanto sin ningún derecho. Se
trata de una limpieza étnica de nuestro siglo”.
Una pequeña semilla de esperanza, en esta dramática situación, es la
nueva escuela iniciada en el campo de refugiados de Jamtholi: funciona
seis días a la semana, de sábado a jueves, de 9.00 a 15.00, en tres
turnos de 100 niños. Los profesores - explica Quattrucci - son cuatro
refugiados Rohingya, que eran maestros en el estado birmano Rakhine
antes de huir a Bangladesh. Las lecciones se llevan a cabo por ahora en
una cabaña temporal, esperando comenzar una construcción más extensa y
estable en un terreno identificado para el cual ya hay autorizaciones.
Se realiza en asociación con los voluntarios de los Dreamers y de la
Muhammadiyah, la organización islámica indonesia que también administra
un pequeño centro nutricional.
“Hacer escuela es un gesto de esperanza para el futuro de los rohingya,
en un momento en que la situación aún está bloqueada: de hecho, la
perspectiva de una posible repatriación anunciada por el gobierno de
Bangladesh después de la reunión con el gobierno de Myanmar en
Naypyidaw, el pasado 16 de enero ha chocado con dificultades
considerables”, señala el delegado de la Comunidad de San Egidio.
La posible repatriación, de hecho, está subordinada a la concesión
Rohingya de la ciudadanía de Myanmar, y se otorgará (según los acuerdos
firmados) a no más de 300 personas por día. “Esto significa que los
campos de refugiados serán desmantelados en un período de diez años”,
señala.
La escuela, explica, representa “el primer paso para intentar
transformar esta larga fase de emergencia en un momento útil, que
prepare a las nuevas generaciones para un futuro que esperamos vea un
proceso de integración en una sociedad multiétnica que proteja la
convivencia y el pluralismo”.