CIUDAD DEL VATICANO (Agencia Fides, 23/02/2018) - “Creemos en Jesucristo y
recurrimos a él poniendo la vida de Asia en sus manos. Estamos seguros
de que el Señor nos escuchará, gracias a las oraciones del Papa y de
todos los fieles del mundo”, asegura a Fides Ashiq Masih, el marido de
Asia Bibi, la mujer cristiana paquistaní condenada a muerte por
blasfemia y aún encarcelada en Multan, en el Punjab. Ashiq Masih ha
venido hasta el Vaticano junto con su hija, Eisham, y concede unos
minutos a la Agencia Fides en la víspera de su encuentro con Francisco:
“Asia Bibi confía en la oración del Papa y le pide que rece por ella y
por su liberación”, explica. “Vive su cautiverio con gran fe y se confía
todos los días al Señor. Nosotros vivimos este privilegio de
encontrarnos con el Santo Padre con gran confianza. Le pedimos que rece
por nosotros y con nosotros”, asegura. Su hija Eisham también expresa su
esperanza de “ver a mi madre lo antes posible, en un lugar pacífico y
en la tranquilidad familiar. Es por lo que rezo todos los días”, dice.
Asia Bibi está en prisión desde 2009 y, después de ser sentenciada a
muerte en primera instancia, -confirmada tras el recurso de apelación-,
está a la espera de una nueva audiencia en la Corte Suprema para
resolver la apelación en tercera y última instancia.
Según Joseph Nadeem, jefe de la “ Renaissance Education Foundation”, -la
fundación que cuida de la familia de Asia Bibi en Pakistán y que corre
con los gastos legales-, “los abogados están estudiando el recurso y se
encuentran a la espera de la fecha de la audiencia, que esperemos sea lo
antes posible. Esta familia vive el drama del encarcelamiento de una
esposa y una madre inocente. Confiamos en el poder judicial y en la
justicia. Podemos demostrar a los jueces, sin lugar a dudas, que Asia no
ha cometido ninguna blasfemia”.
El caso de Asia Bibi se ha convertido en un símbolo en Pakistán y los
grupos extremistas islámicos exigen que la mujer sea ejecutada. Su caso
fue mencionado e instrumentalizado incluso durante las manifestaciones
antigubernamentales organizadas en los últimos meses en Islamabad por
grupos fundamentalistas islámicos. En el documento que puso fin a las
protestas, el Ejecutivo paquistaní se comprometió a no realizar ningún
cambio en la ley antiblasfemia de la que se sigue abusando en Pakistán
en casos como el de Asia Bibi.