El Santo Padre ha improvisado el discurso que ha dirigido a los presentes. Publicamos a continuación el texto entregado a los participantesen la Audiencia:
DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LA DELEGACIÓN DEL FORUM DE LAS ASOCIACIONES FAMILIARES
A LA DELEGACIÓN DEL FORUM DE LAS ASOCIACIONES FAMILIARES
Sala Clementina
Sábado, 16 de junio de 2018
Sábado, 16 de junio de 2018
Queridos hermanos y hermanas:
Os doy la bienvenida y un afectuoso saludo a vosotros y a vuestro
presidente, a quien agradezco sus palabras. Este encuentro me permite
conocer de cerca el Foro de la Familia, que nació hace 25 años. Reúne a
más de quinientas asociaciones, y es realmente una red que destaca la
belleza de la comunión y la fuerza del compartir. Es una "familia de
familias" particular, de tipo asociativo, a través de la cual
experimentáis la alegría de vivir juntos y al mismo tiempo, asumís el
compromiso haciendo vuestra la fatiga del bien común, que hay que
construir todos los días, tanto en el ámbito del Foro, como en el más
amplio de la sociedad.
La familia, que promovéis de diversas maneras, está en el centro del
plan de Dios, como demuestra toda la historia de la salvación. Por un
misterioso designio divino, la complementariedad y el amor entre el
hombre y la mujer los vuelven cooperadores del Creador, que les da la
tarea de generar nuevas criaturas a la vida, preocupándose de su
crecimiento y su educación. El amor de Jesús por los niños, su relación
filial con el Padre Celestial, su defensa del vínculo matrimonial, que
declara sagrado e indisoluble, revela plenamente el lugar de la familia
en el plan de Dios: al ser la cuna de la vida y el primer lugar de la
acogida y del amor, tiene un papel esencial en la vocación del hombre, y
es como una ventana que se abre al misterio de Dios mismo, que es Amor
en la unidad y trinidad de las Personas.
Nuestro mundo, a menudo tentado y guiado por lógicas
individualistas y egoístas, no pocas veces pierde el significado y la
belleza de los vínculos estables, del compromiso con las personas, del
cuidado incondicional, de la asunción de responsabilidad en favor del
prójimo, de la gratuidad y del don de uno mismo. Por esta razón, es
difícil entender el valor de la familia, y se acaba por concebirla según
la misma lógica que privilegia al individuo en lugar de las relaciones y
del bien común. Y esto a pesar del hecho de que en los últimos años de
crisis económica la familia ha representado el amortiguador social más
poderoso, capaz de redistribuir los recursos según las necesidades de
cada uno.
Por el contrario, el pleno reconocimiento y el apoyo adecuado a la
familia deberían ser el primer interés por parte de las instituciones
civiles, llamadas a favorecer la creación y el crecimiento de familias
fuertes y serenas, que se ocupen de la educación de los hijos y atiendan
las situaciones de debilidad. De hecho, quien aprende a vivir
relaciones auténticas dentro de la familia, será también más capaz de
vivirlas en contextos más amplios, desde la escuela hasta el mundo del
trabajo; y quien se ejercita en el respeto y el servicio en el hogar
podrá también practicarlos mejor en la sociedad y en el mundo.
Ahora bien, el objetivo de un apoyo más fuerte a las familias y de su
valorización más apropiada, debe lograrse a través de una obra
incansable de sensibilización y de diálogo. Este es el compromiso del
Foro desde hace veinticinco años, durante los cuales habéis llevado a
cabo un gran número de iniciativas, estableciendo una relación de
confianza y colaboración con las Instituciones. Os insto a que
continuéis este trabajo haciéndoos promotores de propuestas que muestren
la belleza de la familia, y que casi obliguen, porque son convincentes,
a reconocer su importancia y preciosidad.
Os animo, por lo tanto, a dar testimonio de la alegría del amor, que ilustre en la Exhortación Apostólico Amoris laetitia,
donde recogí los frutos del providencial itinerario sinodal sobre la
familia recorrido por toda la Iglesia. De hecho, no hay mejor argumento
que la alegría que, transparentándose desde el interior, demuestra el
valor de las ideas y de las vivencias e indica el tesoro que hemos
descubierto y deseamos compartir.
Movidos, pues, por esta fuerza, seréis cada vez más capaces de tomar
la iniciativa. El apóstol Pablo le recuerda a Timoteo que "Dios no nos
ha dado un espíritu de timidez, sino de fortaleza, caridad y prudencia"
(2 Tim 1: 7). Que ese sea el espíritu que os anime también a vosotros
enseñándoos el respeto pero también la audacia, a involucraros y buscar
nuevos caminos, sin miedo. Es el estilo que pedí a toda la Iglesia
desde mi primera y programática Exhortación Apostólica, cuando utilicé
el término "primerear", que sugiere la capacidad de salir con
valor al encuentro de los demás, de no encerrarse en la propia
comodidad, sino de buscar los puntos convergencia con las personas, de
construir puentes yendo a buscar el bien donde sea que esté (cf. Evangelii gaudium, 24). Dios es el primero que primerea con
nosotros: si realmente le hemos conocido, no podemos escondernos, sino
que debemos salir y actuar, utilizando nuestros talentos.
¡Gracias porque os esforzáis por hacerlo! Gracias por el esfuerzo que
hacéis, como requiere vuestro estatuto en favor de una
"participación activa y responsable de las familias en la vida
cultural, social y política" (2.1.b.), y de la "promoción de políticas
familiares adecuadas que protejan y apoyen las funciones de la familia y
sus derechos "(2.1.c.). Continuad, además, en el ámbito de la escuela,
fomentando una mayor participación de los padres y alentando a muchas
familias a un estilo de participación. No os canséis de apoyar el
crecimiento de la natalidad en Italia, sensibilizando a las
instituciones y a la opinión pública sobre la importancia de dar vida a
políticas y estructuras más abiertas al don de los hijos. Es una
verdadera paradoja que el nacimiento de los hijos, que es la mayor
inversión para un país y la primera condición de su prosperidad futura, a
menudo represente para las familias una causa de pobreza, debido a la
falta de apoyo que reciben o a la ineficiencia muchos servicios.
Estas y otras cuestiones deben tratarse con firmeza y caridad,
demostrando que vuestra sensibilidad acerca de la familia no se debe
etiquetar de confesional para culparla - erradamente - de ser sesgada.
Se basa, en cambio, en la dignidad de la persona humana y por lo tanto
puede ser reconocida y compartida por todos, como sucede cuando, también
en los entornos institucionales, nos referimos al “Factor familia" como
elemento de evaluación política y operativa, multiplicador de la
riqueza humana, económica y social.
Gracias de nuevo por este encuentro. Os insto a continuar vuestro
compromiso al servicio de la familia y de la vida, e invoco la bendición
de Dios y la protección de la Sagrada Familia de Nazaret para todos los
miembros del Foro. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí.
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