sábado, 16 de junio de 2018

Papa FRANCISCO recibe en Audiencia a la Delegación del Foro de Asociaciones Familiares

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 16 de junio de 2018).- A las 11.35 horas en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, el Papa FRANCISCO ha recibido en Audiencia a una Delegación del Foro de Asociaciones familiares con motivo de los 25 años del nacimiento de esa actividad asociativa.



El Santo Padre ha improvisado el discurso que ha dirigido a los presentes. Publicamos a continuación el texto entregado a los participantesen la Audiencia:


DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LA DELEGACIÓN DEL FORUM DE LAS ASOCIACIONES FAMILIARES

Sala Clementina
Sábado, 16 de junio de 2018


Queridos hermanos y hermanas:


Os doy la bienvenida y un afectuoso saludo a vosotros  y a vuestro presidente, a quien agradezco sus palabras. Este encuentro me permite conocer de cerca el Foro de la Familia, que nació hace 25 años. Reúne a más de quinientas asociaciones, y es realmente una red que destaca la belleza de la comunión y la fuerza del compartir. Es  una "familia de familias" particular, de tipo asociativo, a través de la cual experimentáis la alegría de vivir juntos y al mismo tiempo, asumís el compromiso haciendo vuestra la fatiga del bien común, que hay que construir todos los días, tanto en el ámbito del  Foro, como en el más amplio de la sociedad.


La familia, que promovéis de diversas maneras, está en el centro del plan de Dios, como demuestra toda la historia de la salvación. Por un misterioso designio divino, la complementariedad y el amor entre el hombre y la mujer los vuelven cooperadores del Creador, que les da la tarea de generar nuevas criaturas a la vida, preocupándose de su crecimiento y su educación. El  amor de Jesús por los niños, su relación filial con el Padre Celestial, su defensa del vínculo matrimonial, que declara sagrado e indisoluble, revela plenamente el lugar de la familia en el plan de Dios:  al ser la cuna de la vida y el primer lugar de la acogida y del amor, tiene un papel esencial en la vocación del hombre, y es como una ventana que se abre al misterio de Dios mismo, que es Amor en la unidad y trinidad de las Personas.


Nuestro mundo, a menudo tentado  y guiado por  lógicas individualistas y egoístas, no pocas veces pierde el significado y la belleza de los vínculos estables, del compromiso con las personas, del cuidado incondicional, de la asunción de responsabilidad en favor del prójimo, de la gratuidad y del don de uno mismo. Por esta razón, es difícil entender el valor de la familia, y se acaba por concebirla según la misma lógica que privilegia al individuo en lugar de las relaciones y del bien común. Y esto a pesar del hecho de que en los últimos años de crisis económica la familia ha representado el amortiguador social más poderoso, capaz de redistribuir los recursos según las necesidades de cada uno.


Por el contrario, el pleno reconocimiento y el apoyo adecuado a la familia deberían  ser el primer interés por parte de las instituciones civiles, llamadas a favorecer la creación y el crecimiento de familias fuertes y serenas, que se ocupen de la educación de los hijos y atiendan las situaciones de debilidad. De hecho, quien aprende a vivir relaciones auténticas dentro de la familia, será también más capaz de vivirlas en contextos más amplios, desde la escuela hasta el mundo del trabajo; y quien se ejercita en el respeto y el servicio en el hogar podrá también practicarlos mejor en la sociedad y en el mundo.


Ahora bien, el objetivo de un apoyo más fuerte a las familias y de su valorización más apropiada, debe lograrse a través de una obra incansable de sensibilización y de diálogo. Este es el compromiso del Foro desde hace veinticinco años, durante los cuales habéis llevado a cabo un gran número de iniciativas, estableciendo una relación de confianza y colaboración con las Instituciones. Os insto a que continuéis este trabajo haciéndoos promotores de propuestas que muestren la belleza de la familia, y que casi obliguen, porque son convincentes, a reconocer su importancia y preciosidad.


Os animo, por lo tanto, a dar testimonio de la alegría del amor, que ilustre en la Exhortación Apostólico Amoris laetitia, donde recogí los frutos del providencial itinerario sinodal sobre la familia recorrido por toda la Iglesia. De hecho, no hay mejor argumento que la alegría que, transparentándose desde el interior, demuestra el valor de las ideas y de las vivencias e indica el tesoro que hemos descubierto y deseamos compartir.


Movidos, pues, por esta fuerza, seréis cada vez más capaces de tomar la iniciativa. El apóstol Pablo le recuerda a Timoteo que "Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de fortaleza, caridad y prudencia" (2 Tim 1: 7). Que ese sea  el espíritu que os anime también a vosotros enseñándoos el  respeto pero también la audacia, a involucraros y buscar nuevos caminos, sin miedo. Es el estilo que pedí a toda la Iglesia desde mi primera y programática Exhortación Apostólica, cuando utilicé el término "primerear", que sugiere la capacidad de salir con valor al encuentro de los demás, de no encerrarse en la propia comodidad, sino de buscar  los puntos convergencia con las personas, de construir puentes yendo a buscar el bien donde sea que esté (cf. Evangelii gaudium, 24). Dios es el primero que primerea con nosotros: si realmente le hemos conocido, no podemos escondernos, sino que debemos salir y actuar, utilizando nuestros talentos.


¡Gracias porque os esforzáis por hacerlo! Gracias por el esfuerzo que  hacéis, como requiere vuestro estatuto  en favor de una  "participación activa y responsable de las familias en la vida cultural, social y política" (2.1.b.), y de la "promoción de políticas familiares adecuadas que protejan y apoyen las funciones de la familia y sus derechos "(2.1.c.). Continuad, además, en  el ámbito de la escuela, fomentando una mayor participación de los padres y alentando a muchas familias a un estilo de participación. No os canséis de apoyar el crecimiento de la natalidad en Italia, sensibilizando a las instituciones y a la opinión pública sobre la importancia de dar vida a políticas y estructuras más abiertas al don de los hijos. Es una verdadera paradoja que el nacimiento de los hijos, que es la mayor inversión para un país y la primera condición de su prosperidad futura, a menudo represente para las familias una causa de pobreza, debido a la falta de apoyo que reciben o a la ineficiencia muchos servicios.


Estas y otras cuestiones deben tratarse con firmeza y caridad, demostrando  que vuestra sensibilidad acerca de la familia no se debe etiquetar de confesional para culparla - erradamente - de ser sesgada. Se basa, en cambio, en la dignidad de la persona humana y por lo tanto puede ser reconocida y compartida por todos, como sucede cuando, también en los entornos institucionales, nos referimos al “Factor familia" como elemento de evaluación política y operativa, multiplicador de la riqueza humana, económica y social.


Gracias de nuevo por este encuentro. Os insto a  continuar vuestro compromiso al servicio de la familia y de la vida, e invoco la bendición de Dios y la protección de la Sagrada Familia de Nazaret para todos los miembros del Foro. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí.


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