Bagdad, IRAK (Agencia Fides, 31/07/2018) - La desastrosa situación a la que se enfrenta
Irak hace urgente la formación de un “gobierno fuerte de coalición”,
antes de que sea demasiado tarde. Y los futuros gobernantes tendrán que
actuar rápidamente de cara a la posibilidad de que grupos armados
organizados de base sectaria étnico-religiosa puedan reorganizarse. Son
grupos que todavía dictan la ley en grandes áreas del país, por lo que
es necesario delimitar el uso de armas “al ejército nacional y a la
policía federal”, fortaleciendo “el papel de las instituciones
militares” y garantizando su autonomía absoluta con respecto a las
fuerzas políticas y los grupos sectarios.
Estos son algunos de los puntos clave de la carta que el patriarca
caldeo Louis Raphael Sako dirigió a todos los políticos iraquíes,
cuestionando su responsabilidad frente a la parálisis político-
institucional en la que se encuentra el país tras las elecciones del 12
de mayo. El descontento crece entre la población agobiada por la crisis
económica y el racionamiento de agua y electricidad en un verano
especialmente cálido. Se multiplican las protestas en las calles y los
asaltos a las sedes del partido en el poder (como los registrados en las
últimas semanas en el sur del país). La carta del Patriarca, articulada
en 10 puntos y también enviada a las representaciones diplomáticas
presentes en Irak, parte del hecho de que las promesas de quienes en
Occidente justificaron la intervención militar de los Estados Unidos
contra el régimen de Saddam Hussein básicamente fracasaron en su intento
de “exportar la democracia” a Irak.
Desde el año 2003, recuerda el Patriarca Sako, -creado cardenal por
Francisco en el consistorio del 28 de junio pasado -, los gobiernos que
se han sucedido “no han podido llevar adelante adecuadamente la
reconstrucción del país” ni desarrollar un plan integral para poner fin a
la secuencia ininterrumpida de crisis que lo han llevado al colapso. El
escenario descrito por el Patriarca Sako no se refiere solo a los
conflictos, la violencia y el terrorismo, sino también a “la falta de
servicios, el desempleo, el flagelo de la corrupción o las dificultades
económicas”. Entre los diez puntos expresados a las fuerzas políticas
iraquíes, el primado de la Iglesia caldea también sugiere la reforma de
la Constitución y las leyes, sobre todo en lo referido al “principio de
ciudadanía”, que haga prevalecer la lealtad a las instituciones
estatales por encima de cualquier tipo de afiliación religiosa o
sectaria. El Patriarca Sako también sugiere reducir el número de
miembros del Parlamento obligándolos a seguir los programas de formación
adecuados.