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Imagen: www.aciprensa.com |
Asunción, PARAGUAY, 12 de julio de 2015 (VIS).- La última jornada del Viaje Apostólico del Papa FRANCISCO a Paraguay se abrió con su visita al Bañado Norte, una zona pobre y paludosa de la ciudad de Asunción, en la que están en curso varios proyectos de asistencia de la Iglesia y del Estado. Más de dos mil personas esperaban al Santo Padre en el campo de deportes de la zona al que apenas llegó manifestó su alegría por la visita: ''No podía estar en Paraguay sin estar con ustedes, sin estar en ésta ‘su’ tierra -dijo- Nos encontramos aquí en esta Parroquia llamada Sagrada Familia y les confieso que desde que comencé a pensar en esta visita, desde que comencé a caminar desde Roma hacia acá, venía pensando en la Sagrada Familia. Y, cuando pensaba en ustedes, me recordaba la Sagrada Familia. Ver sus rostros, sus hijos, sus abuelos. Escuchar sus historias y todo lo que han realizado para estar aquí, todo lo que pelean para tener una vida digna, un techo. Todo lo que hacen para superar la inclemencia del tiempo, las inundaciones de estas últimas semanas, me trae al recuerdo todo esto, a la pequeña familia de Belén. Una lucha que no les ha robado la sonrisa, la alegría, la esperanza. Una pelea que no les ha sacado la solidaridad, por el contrario, la ha estimulado, y la ha hecho crecer''.
''Me
quiero detener con José y María en Belén – continuó- Ellos tuvieron que
dejar su lugar, los suyos, sus amigos. Tuvieron que dejar lo propio e
ir a otra tierra. Una tierra en la que no conocían a nadie, no tenían
casa, no tenían familia. En ese momento, esa joven pareja tuvo a Jesús.
En ese contexto, en una cueva preparada como pudieron, esa joven pareja
nos regaló a Jesús. Estaban solos, en tierra extraña, ellos tres. De
repente, empezó a aparecer gente: pastores, personas igual que ellos,
que tuvieron que dejar lo propio en función de conseguir mejores
oportunidades familiares. Vivían en función también de las inclemencias
del tiempo y de otro tipo de inclemencias… Cuando se enteraron del
nacimiento de Jesús, se acercaron, se hicieron prójimos, se hicieron
vecinos. Se volvieron de pronto la familia de María y José. La familia
de Jesús''.
''Esto
es lo que sucede cuando aparece Jesús en nuestra vida. Eso es lo que
despierta la fe. La fe nos hace prójimos... nos aproxima a la vida de
los demás. La fe despierta nuestro compromiso con los demás, la fe
despierta nuestra solidaridad.: una virtud, humana y cristiana, que
ustedes tienen y que muchos, muchos, tienen y tenemos que aprender. El
nacimiento de Jesús, despierta nuestra vida. Una fe que no se hace
solidaridad, es una fe muerta, o una fe mentirosa''.
“No,
yo soy muy católico, yo soy muy católica, voy a misa todos los
domingos”. Pero dígame, señor, señora, - ejemplificó FRANCISCO - “¿qué
pasa allá en los Bañados? ‒“Ah, no sé, sí…, no…, no sé, sí…, sé que hay
gente ahí, pero no sé…”. Por más misa de los domingos, si no tenés un
corazón solidario, si no sabés lo que pasa en tu pueblo, tu fe es muy
débil, o es enferma, o está muerta. Es una fe sin Cristo,. La fe sin
solidaridad es una fe sin Cristo, es una fe sin Dios, es una fe sin
hermanos. Entonces viene ese dicho, que espero recordarlo bien, pero que
pinta este problema de una fe sin solidaridad: “Un Dios sin pueblo, un
pueblo sin hermanos, un pueblo sin Jesús”. Esa es la fe sin solidaridad.
Y Dios se metió en medio del pueblo que Él eligió para acompañarlo, y
le mandó su Hijo... para salvarlo, para ayudarlo. Dios se hizo solidario
con ese pueblo, y Jesús no tuvo ningún problema de bajar, humillarse,
abajarse, hasta morir por cada uno de nosotros, por esa solidaridad de
hermano, solidaridad que nace del amor que tenía a su Padre y del amor
que tenía a nosotros''.
''Como
les decía, el primero en ser solidario fue el Señor, que eligió vivir
entre nosotros, eligió vivir en medio nuestro. Y yo vengo aquí como esos
pastores que fueron a Belén. Me quiero hacer prójimo. Quiero bendecir
la fe de ustedes, quiero bendecir sus manos, quiero bendecir su
comunidad. Vine a dar gracias con ustedes, porque la fe se ha hecho
esperanza y es una esperanza que estimula al amor. La fe que despierta
Jesús es una fe con capacidad de soñar futuro y de luchar por eso en el
presente. Precisamente por eso yo los quiero estimular a que sigan
siendo misioneros de esta fe, a seguir contagiando esta fe por estas
calles, por estos pasillos. Esta fe que nos hace solidarios entre
nosotros, con nuestro hermano mayor, Jesús, y nuestra Madre, la Virgen.
Haciéndose prójimos especialmente de los más jóvenes y de los ancianos.
Haciéndose soporte de las jóvenes familias, y de todos aquellos que
están pasando por momentos de dificultad. Quizás el mensaje más fuerte
que ustedes pueden dar hacia afuera es esa fe “solidaria”. El diablo
quiere que se peleen entre ustedes, porque así divide y los derrota y
les roba la fe. ¡Solidaridad de hermanos para defender la fe!
¡Solidaridad de hermanos para defender la fe! Y, además, que esa fe
solidaria sea mensaje para toda la ciudad''.
''Quiero
rezar por sus familias y rezar a la Sagrada Familia, para que su
modelo, su testimonio siga siendo luz en el camino, estimulo en los
momentos difíciles y que nos dé la gracia de un regalo, que lo pedimos
juntos, todos: que la Sagrada Familia nos regale “pastores”, que nos
regale curas, obispos, capaces de acompañar, y de sostener y estimular,
la vida de sus familias. Capaces de hacer crecer esa fe solidaria que
nunca es vencida''.
El
Papa invitó a todos rezar juntos el Padre nuestro, la ''oración a
nuestro Padre que nos hace hermanos, nos mandó a nuestro Hermano mayor,
su Hijo Jesús, y nos dio una Madre que nos acompañara'', y después de
pedir a los habitantes del Bañado que rezasen por él les bendijo, los
animó a seguir adelante y exclamó: ''¡Y no dejen que el diablo los
divida!''.