CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 13 de junio de 2017).- Esta mañana a las 11:00 horas en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, en
la Via della Conciliazione 54, ha tenido lugar la conferencia de
presentación del Mensaje para la I Jornada Mundial de los Pobres,
instituida por el Papa FRANCISCO al final del Jubileo de la
Misericordia, el XXXIII domingo del tiempo ordinario (este año el 19 de
noviembre de 2017).
Han intervenido:
-S.E. Mons. Rino Fisichella, Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización.
-S.E. Mons. José Octavio Ruiz Arenas, Secretario del mismo Consejo Pontificio.
Publicamos a continuación las intervenciones del Presidente y del
Secretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva
Evangelización.
Intervención de S.E. Mons. Rino Fisichella
El año pasado, el domingo 13 de noviembre, mientras en todas las
catedrales del mundo se cerraban las Puertas de la Misericordia, el
Papa FRANCISCO celebraba en la basílica de San Pedro el Jubileo dedicado a todas las personas marginadas socialmente . En su homilía, el
Papa se expresaba así: "Precisamente hoy, cuando hablamos de
exclusión, vienen rápido a la mente personas concretas; no cosas
inútiles, sino personas valiosas. La persona humana, colocada por Dios
en la cumbre de la creación, es a menudo descartada, porque se prefieren
las cosas que pasan. Y esto es inaceptable, porque el hombre es el bien
más valioso a los ojos de Dios. Y es grave que nos acostumbremos a este
tipo de descarte; es para preocuparse, cuando se adormece la conciencia
y no se presta atención al hermano que sufre junto a nosotros o a los
graves problemas del mundo ... Hoy, en las catedrales y santuarios de
todo el mundo, se cierran las Puertas de la Misericordia. Pidamos la
gracia de no apartar los ojos de Dios que nos mira y del prójimo que nos
cuestiona.... especialmente al hermano olvidado y excluido, al Lázaro
que yace delante de nuestra puerta. Hacia allí se dirige la lente de la
Iglesia.... A la luz de estas reflexiones, quisiera que hoy sea la
«Jornada de los pobres».
La frase final no estaba en el texto de la homilía preparado para
esta circunstancia. El Papa FRANCISCO la pronunció de forma espontánea,
viendo los miles de pobres que estaban presentes en la celebración
eucarística, y que habían hablado con él en los días previos. Le habían
expresado sus dificultades, junto con los deseos más profundos que
llevaban en sus corazones; el Papa les había abrazado largamente, con
emoción e intensidad. Con toda probabilidad, precisamente las miradas y
las lágrimas de esas personas se le habían grabado con fuerza, cuando,
levantando los ojos del texto, anunció el deseo de una "Jornada de los
pobres ". El deseo, de todas formas, pronto se convirtió en una
realidad. Al firmar en la Plaza de San Pedro la carta Misericordia et misera,
el Papa FRANCISCO añadía al final: "Intuí que, como otro signo
concreto de este Año Santo extraordinario, se debe celebrar en toda la
Iglesia, en el XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, la Jornada mundial de los pobres.
Será la preparación más adecuada para vivir la solemnidad de
Jesucristo, Rey del Universo, el cual se ha identificado con los
pequeños y los pobres, y nos juzgará a partir de las obras de
misericordia (cf. Mt 25,31-46). Será una Jornada que ayudará a
las comunidades y a cada bautizado a reflexionar cómo la pobreza está en
el corazón del Evangelio y sobre el hecho que, mientras Lázaro esté
echado a la puerta de nuestra casa (cf. Lc 16,19-21), no podrá
haber justicia ni paz social. Esta Jornada constituirá también una
genuina forma de nueva evangelización (cf. Mt 11,5), con la que
se renueve el rostro de la Iglesia en su acción perenne de conversión
pastoral, para ser testimonio de la misericordia”. (n.21).
En este horizonte se debe colocar, por lo tanto, el Mensaje para la I Jornada Mundial de los Pobres,
que se celebrará en toda la Iglesia el próximo 19 de noviembre, XXXIII
Domingo del Tiempo Ordinario, que presentamos hoy . Como recuerda en el Mensaje el
Santo Padre, "Quisiera que, a las demás Jornadas mundiales
establecidas por mis predecesores, que son ya una tradición en la vida
de nuestras comunidades, se añada esta, que aporta un elemento
delicadamente evangélico y que completa a todas en su conjunto, es
decir, la predilección de Jesús por los pobres”(n. 6).
Será esta una jornada en que toda la comunidad cristiana deberá ser
capaz de tender la mano a los pobres, a los débiles, a los hombres y
mujeres cuya dignidad es pisoteada con demasiada frecuencia. El Mensaje recuerda la frase bíblica de la primera carta de Juan: No amemos de palabra sino con obras.
Con este lema, se quiere configurar el sentido de la celebración
mundial. " Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y
con obras " (1 Jn 3:18). Son las palabras del Evangelista, con que
Francisco abre su mensaje. La exhortación expresa un imperativo del que
ningún cristiano puede prescindir. Es clave la llamada a la oposición
entre la acción, el servicio concreto prestado a los últimos, y el
vacío que a menudo las palabras solas ocultan. El Papa insiste en este
punto: "No pensemos sólo en los pobres como los destinatarios de una
buena obra de voluntariado para hacer una vez a la semana, y menos aún
de gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la
conciencia. Estas experiencias, aunque son válidas y útiles para
sensibilizarnos acerca de las necesidades de muchos hermanos y de las
injusticias que a menudo las provocan, deberían introducirnos a un
verdadero encuentro con los pobres y dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida. "(n. 3).
El Mensaje que se presenta hoy en ocho idiomas (italiano,
francés, Inglés, alemán, polaco, español, portugués y árabe) gira en
torno a dos expresiones que delinean su significado profundo y
constituyen la síntesis. La primera, se refiere a la cita del Salmo: «Si
el afligido invoca al Señor, él lo escucha» (Sal 34,7). La
Iglesia no puede permanecer insensible frente al grito de los pobres;
desde el principio de su historia, y a lo largo de los siglos, la
comunidad cristiana evitando cualquier retórica se ha puesto al servicio
de los más necesitados, porque “comprendió que la vida de los
discípulos de Jesús se tenía que manifestar en una fraternidad y
solidaridad que correspondiese a la enseñanza principal del Maestro, que
proclamó a los pobres como bienaventurados y herederos del Reino de los cielos”. (cf. Mt
5,3). (n. 2). Por supuesto, el Papa recuerda que ha habido momentos en
la historia de la Iglesia en que el grito de los pobres no fue
escuchado con la atención debida. Sin embargo, incluso en estas
situaciones, no han faltado "hombres y mujeres que de muchas maneras
han dado su vida en servicio de los pobres. Cuántas páginas de la
historia, en estos dos mil años, han sido escritas por cristianos que
con toda sencillez y humildad, y con el generoso ingenio de la caridad,
han servido a sus hermanos más pobres”(no. 3). La segunda expresión se
centra en el término compartir. Partiendo del ejemplo de San Francisco, que "no se conformó con abrazar y dar limosna
a los leprosos”, sino que comprendió que la verdadera caridad
consistía en estar juntos, cerca, compartiendo el dolor y el
sufrimiento de la enfermedad, así como el malestar de la marginación,
el Papa propone como estilo de vida de los creyentes el del encuentro
con los pobres para "dar lugar a un compartir que se convierta en
un estilo de vida. En efecto, la oración, el camino del discipulado y
la conversión encuentran en la caridad, que se transforma en compartir,
la prueba de su autenticidad evangélica (n. 3).
El desafío que se quiere plantear, como puede verse, consiste en
salir de la indiferencia ,de las certezas y de la comodidad que a
menudo son los lugares privilegiados de una cultura del bienestar, para
reconocer que la pobreza también es un valor con el que confrontarse.
De hecho, los cristianos saben que la pobreza es también una vocación
de seguir a Jesús pobre: "La pobreza significa un corazón humilde que
sabe aceptar la propia condición de criatura limitada y pecadora para
superar la tentación de omnipotencia, que nos engaña haciendo que nos
creamos inmortales. La pobreza es una actitud del corazón que nos impide
considerar el dinero, la carrera, el lujo como objetivo de vida y
condición para la felicidad... . La pobreza, así entendida, es la medida
que permite valorar el uso adecuado de los bienes materiales, y también
vivir los vínculos y los afectos de modo generoso y desprendido "(n.
4).
El Papa FRANCISCO, en este Mensaje, no oculta la dificultad,
especialmente evidente en nuestros días, de identificar claramente la
pobreza. Habla de "muchas caras marcadas por el dolor, la marginación,
la opresión, la violencia, la tortura y el encarcelamiento, la guerra,
la privación de la libertad y de la dignidad, por la ignorancia y el
analfabetismo, por la emergencia sanitaria y la falta de trabajo, el
tráfico de personas y la esclavitud, el exilio y la miseria, y por la
migración forzada. La pobreza tiene el rostro de mujeres, hombres y
niños explotados por viles intereses, pisoteados por la lógica perversa
del poder y el dinero”. En resumen, presenta una lista "inacabable y
cruel" que crece cada vez más debido a "la codicia de unos pocos y la
indiferencia generalizada" (n. 5).
La terapia que podría ayudar a aliviar esta grave enfermedad, asume la forma de la reciprocidad:
el pobre es alcanzado por la ternura y la misericordia de Dios a través
de los que realmente quieren conocer el rostro de Cristo; del mismo
modo, aquellos que han perdido su dignidad y se encuentran en los
márgenes, los afligidos por los abusos y la violencia, incitan a los
cristianos a redescubrir el significado de la pobreza evangélica que
ellos llevan grabado en la vida cotidiana.
La dimensión de reciprocidad se refleja en el logo de la
Jornada Mundial de los Pobres. Se nota una puerta abierta y en el umbral
dos personas. Ambas tienden su mano; una porque pide ayuda, la otra
porque quiere ofrecerlo. De hecho, es difícil de entender cuál de los
dos es el verdadero pobre. O más bien, ambos son pobres. Quien tiende su
mano para entrar pide compartir, quien tiende su mano para ayudar es
invitado a salir para compartir. Son dos manos tendidas que se
encuentran donde cada una ofrece algo. Dos brazos que expresan
solidaridad y que llaman a no quedarse en el umbral, sino a salir al
encuentro del otro. El pobre pueden entrar en casa, una vez que en la
casa se ha entendido que la ayuda estriba en compartir. En este
contexto las palabras que el Papa FRANCISCO escribe en su Mensaje
se hacen todavía más significativas: "Benditas las manos que se abren
para acoger a los pobres y ayudarlos: son manos que traen esperanza.
Benditas las manos que vencen las barreras de la cultura, la religión y
la nacionalidad derramando el aceite del consuelo en las llagas de la
humanidad. Benditas las manos que se abren sin pedir nada a cambio, sin
«peros» ni «condiciones»: son manos que hacen descender sobre los
hermanos la bendición de Dios." (n. 5).
La invitación del Santo Padre se dirige a toda la Iglesia, así como a
los hombres y mujeres de buena voluntad; todos están llamados a
escuchar el grito de auxilio de los pobres. Independientemente de su
religión, de su color de piel y de la nación a que se pertenece, a todos
se pide que no vuelvan los ojos a otra parte. Se pide a los
cristianos que hagan suya la cultura del encuentro, de derribar muros,
fronteras y vallas erigidas por el egoísmo y el miedo. A todos se
recuerda que la solidaridad y la hermandad son propias y dignas del
hombre como tal y constituyen el don originario destinado a la humanidad
sin excepción. Al igual que la pobreza no conoce fronteras ni barreras
porque está extendida en todo el mundo, del mismo modo la
solidaridad debe ser reconocida como una expresión de fraternidad
genuina para todos.
Más concretamente, las Iglesias particulares están invitadas a
encontrar todas las maneras más adecuadas para dar continuidad a lo que
ya existe y marca la vida del gran mundo del voluntariado. El Papa FRANCISCO pide que todos se comprometan, especialmente durante la
semana anterior a “organizar diversos momentos de encuentro y de
amistad, de solidaridad y de ayuda concreta. (n. 7). También se pide,
además, que se invite a los pobres y a los voluntarios a participar
juntos en la santa Eucaristía del domingo y sucesivamente a dar la
bienvenida a los pobres como "invitados de honor" en nuestra mesa. Para
que los sacerdotes y el mundo del voluntariado puedan vivir más
intensamente estos momentos, el Consejo Pontificio para la Promoción de
la Nueva Evangelización ha preparado un subsidio pastoral que estará disponible a partir de septiembre.
El Papa FRANCISCO estará directamente involucrado en la celebración
de este Jornada en que presidirá la santa misa en la basílica de San
Pedro, junto con muchos pobres y voluntarios. Para los voluntarios, en
particular, habrá una vigilia de preparación el sábado 18 de noviembre
en la iglesia de San Lorenzo Extramuros para recordar al gran santo
romano que, elevando la figura del pobre a verdadero "tesoro" de la
Iglesia, se entregó al martirio, como testimonio perenne de su servicio
de caridad. Será un momento para expresar la gratitud también a los que a
diario y en silencio viven el servicio de asistencia a los pobres, y
una invitación para que muchos otros se unan a su testimonio.
La intención del Papa FRANCISCO encerrada en el Mensaje que
envía hoy a toda la Iglesia, es la esperanza de que “esta nueva Jornada
Mundial se convierta para nuestra conciencia creyente en un fuerte
llamamiento, de modo que estemos cada vez más convencidos de que
compartir con los pobres nos permite entender el Evangelio en su verdad
más profunda. Los pobres no son un problema, sino un recurso al cual
acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio."(n. 9).
Intervención de S. E. Mons. José Octavio Ruiz Arenas
La Iglesia, desde el principio, se ha preocupado por los pobres; de
hecho, en los primeros siglos su compromiso de ayudar y compartir fue
una señal luminosa de autenticidad. La admiración por el amor, el
interés sincero y la ayuda a los pobres hizo que muchas personas se
adhierieran a la fe cristiana. El criterio clave de autenticidad
residía en el hecho de que no se olvidaban de los pobres (cf. Gal
2,10).
Si nos fijamos en la historia de la Iglesia, encontramos inumerables
expresiones de este amor y esta ayuda a los pobres. Son tantas las
instituciones de asistencia en el ámbito de la salud, la educación, la
protección para las personas solas y abandonadas, que son fruto de la
generosidad de muchos creyentes. No podemos olvidar que Jesús, el Hijo
de Dios se hizo hombre y vivió en la pobreza. Sus palabras y sus gestos
eran expresión de la preferencia por los pobres y por esta razón,
cuando la Iglesia acoge y ayuda a las personas desfavorecidas, es porque
reconoce en ellos la imagen y la presencia de Cristo.
Los últimos Papas, especialmente San Juan Pablo II y Benedicto XVI han
reiterado la importancia de una opción preferencial por los pobres y sus
escritos magistrales constituyen una invitación permanente a toda la
Iglesia, para que responda con dedicación y generosidad, ayudando a la
sociedad para que no se nieguen a ninguna persona los bienes necesarios
para una vida digna.
El Papa FRANCISCO cree que para la Iglesia la opción por los pobres es
una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o
filosófica y considera esta opción como una forma especial de primacía
en el ejercicio de la caridad cristiana, de la que da testimonio toda
la tradición de la iglesia. Por esta razón, insiste tanto en la
urgencia de la inclusión social de los pobres y, a este aspecto, ha
prestado una especial atención en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium.
Cada cristiano y cada comunidad, dice el Papa Francisco, están
llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y la promoción de
los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad;
esto presupone el compromiso de todos a ser dóciles y atentos para
escuchar el grito de los pobres y para ayudarlo.
Con la institución de la Jornada Mundial de los pobres, el Papa
quiere que todos los cristianos tomen conciencia de la necesidad de
encontrar y tocar a Cristo en la carne de los pobres. Es, por lo tanto,
una Jornada de concienciación sobre la exigenci de primer orden que
viene de Cristo mismo. El Papa nos recuerda que sin la opción
preferencial por los pobres, "Sin la opción preferencial por los más
pobres, «el anuncio del Evangelio, aun siendo la primera caridad, corre
el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras al
que la actual sociedad de la comunicación nos somete cada día». El Papa FRANCISCO, por lo tanto, es coherente con lo que predica y vive, y nos
exhorta para que ninguno pueda sentirse exonerado de la preocupación por
los pobres y por la justicia social.