CIUDAD DEL VATICANO (Agencia Fides, 05/06/2017) - En la mañana del 3 de junio, el
Papa FRANCISCO ha recibido en audiencia a los participantes en la
Asamblea de las Obras Misionales Pontificias (OMP), dirigiendo a todos
los presentes el siguiente discurso, que publicamos de forma integral:
“Señor cardenal, venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio, queridos hermanos y hermanas:
Os doy la bienvenida a todos, directores nacionales de las Obras
misionales pontificias y colaboradores de la Congregación para la
evangelización de los pueblos. Agradezco al cardenal Fernando Filoni las
palabras que me ha dirigido. Junto a él saludo a todos los Superiores,
los Secretarios Generales, los Directores Nacionales y todos vosotros
aquí presentes.
Conocéis bien mi preocupación a cerca de las Obras Misionales
Pontificias, reducidas, a menudo, a una organización que recoge y
distribuye, en nombre del Papa, ayuda económica para las Iglesias
necesitadas. Se que estáis buscando caminos nuevos y modalidades más
adecuadas, más eclesiales para desarrollar vuestro servicio a la misión
universal de la Iglesia. Dejémonos sostener en este proceso de reforma
urgente, también por la intercesión de los Santos Carlos Luanga y
compañeros, mártires de Uganda, cuya memoria litúrgica celebramos hoy.
Para renovar el ardor y la pasión, motor espiritual de la actividad
apostólica de innumerables santos y mártires misioneros he acogido con
mucho favor vuestra propuesta, elaborada junto con la Congregación para
la Evangelización de los Pueblos, de convocar un tiempo extraordinario
de oración y reflexión sobre la missio ad gentes. Pediré a toda la
Iglesia que dedique el mes de octubre del año 2019 a esta finalidad,
porque ese año celebraremos el centenario de la Carta Apostólica Maximum
illud, del Papa Benedicto XV. En ese importantísimo documento de su
Magisterio sobre la misión, el Papa recuerda cuán necesaria es para la
eficacia del apostolado misionero, la santidad de vida; recomienda, por
tanto, una unión con Cristo cada vez mayor y una participación más
convencida y alegre en su divina pasión de anunciar el Evangelio a
todos, amando y siendo misericordiosos para con todos. Esto es más
indispensable que nunca para la misión hoy. Los hombres y las mu
jeres
“con un celo y una santidad excepcional” son cada vez más necesarios
para la Iglesia y para la misión. “El que predica a Dios sea hombre de
Dios”, exhortaba Benedicto XV (cfr Carta ap. Maximum illud, 30 noviembre
1919: AAS XI [1919], 449).
Renovarse requiere conversión, requiere vivir la misión como una
oportunidad permanente de anunciar a Cristo, de hacerlo encontrar dando
testimonio y haciendo a los demás partícipes de nuestro encuentro
personal con él. Deseo que vuestra asistencia espiritual y material a
las Iglesias las haga que estén cada vez más fundadas en el Evangelio y
en el compromiso bautismal de todos los fieles, laicos y clérigos, en la
única misión de la Iglesia: aproxime el amor de Dios a todo hombre, en
especial a los más necesitados de su misericordia. El Mes
extraordinario de oración y reflexión sobre la misión como primera
evangelización servirá para esta renovación de la fe eclesial, con el
fin de que tenga siempre y obre en su corazón la Pascua de Jesucristo,
único Salvador, Señor y Esposo de su Iglesia.
Que la preparación de este tiempo extraordinario dedicado al primer
anuncio del Evangelio nos ayude a ser cada vez más Iglesia en misión,
según las palabras del Beato Pablo VI, en su Exhortación Apostólica
Evangelii nuntiandi, magna carta del compromiso misionero postconciliar.
El Papa Montini escribía: «Evangelizadora, la Iglesia comienza por
evangelizarse a sí misma. Comunidad de creyentes, comunidad de esperanza
vivida y comunicada, comunidad de amor fraterno, tiene necesidad de
escuchar sin cesar lo que debe creer, las razones para esperar, el
mandamiento nuevo del amor. Pueblo de Dios inmerso en el mundo y, con
frecuencia, tentado por los ídolos, necesita saber proclamar "las
grandezas de Dios" (cfr At 2,11; 1 Pt 2,9), que la han convertido al
Señor, y ser nuevamente convocada y reunida por El. En una palabra, esto
quiere decir que la Iglesia siempre tiene necesidad de ser
evangelizada, si quiere conservar su frescor, su impulso y su fuerza
para anu
nciar el
Evangelio» (n. 15).
En el espíritu del magisterio del Beato Pablo VI, deseo que la
celebración de los 100 años de la Maximum illud, en el mes de octubre de
2019, sea un tiempo propicio para que la oración, el testimonio de
tantos santos y mártires de la misión, la reflexión bíblica y teológica,
la catequesis y la caridad misionera contribuyan a evangelizar ante
todo a la Iglesia, de modo que ella, volviendo a encontrar el frescor y
el ardor de su primer amor para con el Señor crucificado y resucitado,
pueda evangelizar el mundo con credibilidad y eficacia evangélica.
Os bendigo a todos en este día antes de la fiesta de Pentecostés. Pido a
la Virgen María, Reina de los Apóstoles y Madre de la Iglesia, que os
anime siempre con el testimonio de su fe y con la garantía
tranquilizadora de su intercesión maternal. Que los bienaventurados
apóstoles Pedro y Pablo, los santos Mártires Carlo Lwanga y compañeros,
el Beato Paolo Manna no dejen de orar a Dios por todos nosotros, sus
misioneros”.